¿Podrían los robots moleculares vencer al cáncer? Esta tecnología está ya a la orden del día. Son muchos los estudios que centran sus esfuerzos en combatir enfermedades cada vez más comunes debido a nuestra longevidad usando máquinas diminutas para ello.
La tecnología ha hecho que vivamos más gracias a desarrollos como la higiene o las vacunas. Eso multiplica la posibilidad de ‘errores de copiado’ como el cáncer, y nuevas herramientas se vuelven necesarias para, primero, localizarlo a tiempo y, luego, destruirlo. Y aquí es donde entran las máquinas diminutas.
La movilidad de los nanorrobots
Se lleva décadas hablando de pequeñas máquinas, especialmente en revistas de divulgación. Pero ¿cómo va la investigación real? ¿En qué se destina el dinero en este campo? Basta una pequeña búsqueda en Arxiv con la palabra inglesa “nanorobot” (en español se duplica la r) para darnos cuenta del estado del arte del sector de la nanorrobótica. De forma sucinta:
- Programación de nanomotores usando luz [estudio].
- Detección de cáncer multifocal con nanorrobots [estudio].
- Control de nanorrobots usando magnetización para el cambio de forma [estudio].
- Control de movimiento de los nanorrobots en campos eléctricos [estudio].
- Juntas coloidales (abajo) orientadas a la flexibilidad y rango de movimiento [estudio].
No es muy complicado darse cuenta de que la mayoría de artículos recientes hablan de la movilidad de los robots. Hoy día hay máquinas muy bien diseñadas para una tarea específica que tienen el problema de cómo van a llegar a un emplazamiento concreto del cuerpo.
Los nanorrobots son objetos diminutos que, como las células, han de viajar de un lado a otro del cuerpo humano. El viaje no es sencillo, y es necesario no solo que maniobren y desplieguen cierto instrumental. También han de ser diseñados para poder controlarse en remoto en algunos casos o para que eviten dañar el cuerpo humano en la medida de lo posible.
El cáncer como foco de ataque principal
Ampliamos un poco la búsqueda en Google Scholar. Traducido como Google Académico, es un buscador específico de estudios científicos. Tras repasar una larga lista de papers de 2019, una nube de palabras destaca sobre el resto. Además de palabras orientadas a la movilidad (control, nadar, flagelo, etc.), observamos varios puntos de ataque principales: tumor, cáncer, bacteria.
Hasta ahora, buena parte de la investigación con nanomáquinas se ha centrado en localizar, neutralizar y, en ocasiones, destruir células tumorales. Por supuesto el objetivo final es prevenir o revertir el cáncer, algo aún muy lejos de los desarrollos del día a día. Aunque no será por no intentarlo. Tampoco por falta de imaginación.
A la hora de inhabilitar o destruir células tumorales con nanorrobots, hay muchas alternativas. Por ejemplo, un ADN robótico (volveremos más adelante sobre esto) ya es capaz de ‘estrangular’ la célula. Presentado en 2018 por científicos chinos del Centro Nacional Chino de Nanociencia y Tecnología, describen su robot como un “origami capaz de entregar compuestos” junto a las células tumorales. El resultado es una célula incapaz de alimentarse.
De forma similar, investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) idearon un sistema de entrega basada en nanorrobots con base en bacterias magneto-aerotácticas. Es un tipo de bacterias presentes en la naturaleza que se orienta con unos cristales de magnetita llamados magnetosomas (arriba). Otras propuestas usan nanopartículas de oro recubiertas de glicano para entregar estos fármacos. La empresa Midatech Biogune, con sede en País Vasco, es una de las pioneras al respecto.
Los nanorrobots no son metálicos
ADN como sistema de entrega, tubos de oro, bacterias. Cuando imaginamos un nanorrobot, pensamos en un pequeño insecto navegando por nuestro sistema como si de una nave se tratase. Probablemente metálico. Y sí, navegan, pero no se parecen en nada a las máquinas macro como los coches o los robots industriales.
Los nanorrobots se parecen más a la programación y a la biología porque, de hecho, están compuestos por ella. La investigación actual consiste, grosso modo y con perdón de los investigadores, en coger algo que funciona en la naturaleza y adaptarlo para poder guiarlo.
De ahí que Crispr fuese primero observado en la naturaleza y para las entregas de fármacos se usen retrovirus o bacterias adaptados a condiciones muy específicas. ¿Para qué reinventar la rueda cuando la evolución ya ha descubierto mejores mecanismos?
Si la longevidad y esperanza de vida sigue creciendo como hasta ahora, el porcentaje de la población afectado por enfermedades antes menos comunes, como el cáncer, el alzhéimer, el parkinson, etc, seguirá aumentando de forma paulatina. De ahí que toda investigación, con robots moleculares o sin ellos, orientadas a su resolución continuará siendo necesaria.
En Nobbot | Sensores de bacterias para detectar hemorragias en el estómago
Imágenes | Pexels, caffeinesystem, Evo-Devo Octavio/Wikipedia