Como cada verano y acompañando a sombrillas, flotadores y toallas, más de 500 banderas azules decoran playas a lo largo de toda la costa española. Sin embargo, no estamos tan acostumbrados a ver banderas negras alertando de la mala calidad del entorno. Aunque podríamos.
La ONG Ecologistas en Acción publica cada año el informe ‘Banderas Negras’. En él señalan 48 puntos de nuestras costas que presentan problemas de contaminación y mala gestión. Dos por cada provincia española que va a dar al mar, contando con las ciudades autónomas Ceuta y Melilla. Analizamos los principales problemas que se dan en estas playas y las consecuencias que tienen para el medioambiente y la sociedad.
Aguas contaminadas
La mala depuración y los vertidos de aguas residuales suponen el mayor problema de nuestro litoral. La presencia de estas aguas tiene consecuencias en la salud pública, debido a la presencia de bacterias y virus, y en el medioambiente, por su acción tóxica. Tiene, también, consecuencias a nivel legal. En 2018, el Tribunal de la UE condenó a España a una multa de 12 millones de euros por la mala depuración de sus aguas residuales.
El informe ‘Banderas negras’ denuncia, entre otras, la situación en La Playa de Poniente (Motril, Granada), que recibe aguas residuales directamente desde polígonos industriales. Cerca de sus playas, entre Almuñécar y Salobreña, las urbanizaciones las vierten directamente a los barrancos y de ahí al mar. Otros ejemplos de mala gestión son la playa de Poo (Asturias) y la de Els Peixets (Valencia).
Construcciones para el turismo masivo
La turistificación de las costas del Atlántico, el Cantábrico y, sobre todo, el Mediterráneo tiene numerosas consecuencias. En primer lugar, medioambientales, manifestadas en el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de la biodiversidad.
En segundo lugar, económicas. A lo largo de las últimas décadas, numerosas zonas costeras han basado su economía en el turismo y la explotación del territorio. Algo que, señalan desde Ecologistas en Acción, sitúa a las poblaciones locales en una relación subalterna. “En este caso, la mercancía es el territorio. A medida que cada nuevo ciclo constructor comienza, la tierra se va agotando y los problemas que ocasiona se agravan”, indican en el informe.
Los ecologistas otorgan una bandera negra al proyecto de construcción de un mega resort de lujo en Camp de Mar (Andrach, Mallorca), que se extenderá a lo largo de 40.000 m2, con 600 plazas, 13 piscinas (11 exteriores y dos interiores), cinco restaurantes y un gimnasio con sauna. El complejo está actualmente en construcción y se prevé que esté listo para inaugurarse en 2020.
Supone un ejemplo más de la sobrecarga turística que sufren las islas Baleares. “Como pobre excusa se pretende justificar el proyecto en la pretensión de atraer un turismo de mayor poder adquisitivo, en contraposición al de sol, playa, borrachera y balconing”, denuncian desde Ecologistas en Acción.
Otros ejemplos de construcción masiva cerca de las costas son el hotel ilegal del Algarrobico (Almería), que recibe el galardón por segundo año consecutivo, y la cementación en la desembocadura del río de Oro (Melilla).
Industria a pie de playa
La cercanía de zonas industriales implica más contaminación, más residuos y, en la mayor parte de los casos, la utilización de terrenos ganados al mar. Algo que tiene consecuencias en la flora y la fauna, que ven perdida su continuidad, y en las poblaciones que viven cerca de la costa, que encuentran su entorno más contaminado.
El complejo industrial ENCE, en Pontevedra, ha recibido ya varias veces la bandera negra por parte de los ecologistas. La ONG lo señala no solo por contaminar la ría de Pontevedra, afectando al cultivo de moluscos y la calidad de aguas para el baño. Su actividad afecta también a la atmósfera, los suelos de la zona, la preservación del monte gallego, la salud de las personas de la comarca y la propia economía.
Erosión y soluciones artificiales
“El mar devora el delta del Ebro más rápido de lo normal, incrementado por los efectos del cambio climático y los temporales cada vez más agresivos”, señalan desde Ecologistas en Acción. Y es que una de sus banderas negras ha ido a parar a Tarragona, donde la construcción de los embalses a lo largo del río Ebro ha impedido la llegada de sedimentos al delta. A esta situación se suman otras agresiones, como los trasvases de agua.
“Todos teníamos conocimiento de esta catástrofe anunciada, pero ahora se empiezan a visualizar los efectos más devastadores de estas malas praxis”, señalan los ecologistas. La principal consecuencia es que los humedales y las lagunas del delta se encuentran en peligro de desaparición al adentrarse el agua salada del mar. Y, con ellos, multitud de especies de flora y fauna.
El turismo de puertos y cruceros y la acumulación de basuras en las costas son otros de los factores que han tenido en cuenta los ecologistas para colgar (aunque solo sea de forma testimonial) estas 48 banderas negras. Un trabajo para el que analizaron los casi 8.000 km de las costas peninsulares e insulares del litoral español. Y con el que no alcanzan a denunciar la totalidad de los casos que encuentran en nuestras costas. Hacerlo, indican, “ampliaría este informe en exceso”.
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