La transformación digital es un reto en la historia de la humanidad, pero también una oportunidad y, en ese sentido, la telefonía móvil se revela como una gran baza contra la pobreza.
La clave es poner las tecnologías al servicio de la felicidad y del bienestar de las personas. Así se pone de manifiesto en el informe “Tecnología con propósito. El impacto social de la empresa en la era digital” que profundiza en las oportunidades y los retos que las tendencias tecnológicas tienen para mejorar la vida de colectivos en riesgo de exclusión y vulnerabilidad.
telefonía móvil contra la exclusión
En este documento se destaca el papel de la telefonía móvil como la tecnología que mayor impacto tiene, actualmente, en la lucha contra la pobreza. El 70,4% de los habitantes de los 47 países menos desarrollados están abonados a un servicio de telefonía móvil y la conectividad que ofrece, independientemente del lugar de conexión y procedencia socioeconómica, evita desplazamientos que requieren recursos y tiempo.
“Debemos entender la realidad socioeconómica y cultural de las poblaciones y grupos vulnerables. La telefonía móvil es de las más útiles a día de hoy, por su mayor penetración, adaptación y aceptación en contextos de pobreza y exclusión en comparación con las otras”, explica Mónica Gil-Casares, Directora Investigación, Innovación Social y Consultoría de Fundación CODESPA y coautora del informe.
300 millones de personas viven en situación de extrema pobreza, con menos de 1,90 dólares al día, con lo cual cualquier ayuda debe ser bien recibida.
Más allá de la telefonía móvil, la llegada de otras tecnologías está también evolucionando significativamente en los países en desarrollo. En 2017 el 62,4 % de los hogares de Latinoamérica y el Caribe contaban con acceso a internet en sus casas en comparación con el 82,4 % de media en los países de la OCDE, indica el informe sobre innovación social digital de ESADE. La diferencia era mucho peor en 2015: 43,4 % en Latinoamérica y el Caribe frente al 80,3 % de la OCDE entonces.
los datos, nuevo territorio de desigualdad
No obstante, si el acceso a la tecnología comienza a no ser un problema o empieza a visualizarse como un obstáculo salvable a corto o medio plazo, actualmente los datos que genera su uso se han convertido en un factor que podría abrir nuevas brechas de desigualdad.
Es decir, las desigualdades no se concentran tanto en el acceso a los recursos materiales sino en la capacidad de obtener, discriminar, procesar y explotar los datos, y especialmente, en la capacidad de utilizar dicha información. Sin un buen tratamiento y análisis, los datos no valen nada, pero interpretados conforman la llamada economía de los datos.
Eso sí, la lucha contra la pobreza exige mucho más que tecnología. Diversos proyectos sociales con componente tecnológico muestran a lo largo del tiempo que distribuir tecnología no produce los resultados esperados si no se establece un programa formativo en paralelo que garantice su uso adecuado.
En este sentido, cualquier iniciativa de innovación social tendrá que considerar que las soluciones tecnológicas implican acercarse al conocimiento y a las habilidades digitales a los potenciales usuarios, además de intentar establecer colaboraciones con entidades sociales y gubernamentales locales para que las iniciativas planteadas respondan a las necesidades de la población, estén adaptadas a su contexto y ofrezcan un resultado óptimo.