El choque de un crucero de 65.500 toneladas a principios del mes de junio en Venecia reabrió el debate sobre la conveniencia de la navegación de estas embarcaciones en la ciudad italiana. Casi un mes después se volvió a repetir una situación similar.
Las imágenes del primer suceso, en las que se veía cómo el crucero impactaba con un barco turístico causando diferentes daños, reflejan el peligro que supone su presencia en la laguna veneciana. No solo por la llegada masiva de turistas, también por la contaminación que genera este tipo de transporte.
Cuánto contamina un crucero
Al tiempo que ocurrían ambos sucesos, la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, organización no gubernamental creada en 1989 defensora del transporte sostenible, publicada un informe sobre el nivel de óxidos de azufre (SOx) generado por cruceros. El estudio, referido a las principales ciudades portuarias europeas, refleja que el nivel de dichas emisiones supera a las emitidas por los automóviles que circulan en dichas ciudades a lo largo de un año.
En términos absolutos, España, Italia y Grecia, seguidas de cerca por Francia y Noruega, son los países europeos más expuestos a la contaminación del SOx por parte de los cruceros. En cuanto a las ciudades, Barcelona, ??Palma de Mallorca y Venecia son las localizaciones más afectadas, seguidas por Civitavecchia ( Roma) y Southampton.
“Los cruceros de lujo son ciudades flotantes impulsadas por el combustible más sucio posible. Las ciudades están prohibiendo, con razón, los automóviles que usan combustible diésel, pero están permitiendo el paso a las compañías de cruceros”, sostiene Faig Abbasov, director de políticas de transporte de la organización responsable del estudio.
En Barcelona los barcos de crucero expulsaron 32.838 kg de emisiones de SOx en 2018, mientras que el total emitido por todos los automóviles de la ciudad alcanzó los 6.812 kg. En Venecia, las emisiones de cruceros alcanzaron la cifra de 27.520 kg de SOx, mientras que los automóviles generaron 1.362 kg.
Normativa y tecnología
La Organización Marítima Internacional (IMO) estableció un convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques, o MARPOL. En él se establecen unas áreas de control de emisiones (ECA). En ellas, desde 2015, se deben usar combustibles que no superen en un 0,1% su contenido de azufre.
Además, a partir del 1 de enero de 2020, en todos los mares del mundo, no se podrá usar combustible con más de 0,5 % de contenido de SOx (ahora 3,5 %). Y también se ponen límites a las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx).
En Europa, esas áreas se limitan a los mares del Norte y Báltico y al Canal de la Mancha. Desde el mencionado informe de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente se pide no solo extender esa áreas al resto de mares de Europa, también establecer un estándar de puerto ‘cero emisiones’ tan pronto como sea posible.
“Hay suficiente tecnología para limitar la contaminación producida por los cruceros. Una mejora de los sistemas de suministro de electricidad puede ayudar a reducir las emisiones en el puerto, el uso de baterías son una alternativa al combustible para distancias más cortas y la tecnología de hidrógeno puede impulsar incluso a los cruceros más grandes”, concluye Faig Abbasov.
Cruceros más sostenibles
Por su parte, la industria de cruceros ya ha empezado a dar los primeros pasos en este sentido. La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), que agrupa a más del 9% de esta industria, afirma que actualmente 111 cruceros ya han adoptado la tecnología de depuración de gases de escape (EGCS, en sus siglas en inglés) y 25 nuevos barcos en construcción usarán gas natural licuado (GNL) como combustible principal. Ambas medidas destinadas a reducir la emisión de gases contaminantes.
“Más del 70% de la flota de cruceros, 152 barcos, ya son de ‘combustible dual’. Son capaces de utilizar combustibles alternativos, como el metanol y el biodiésel, así como los combustibles fósiles tradicionales. Algunos incluso pueden convertir sus desperdicios de comida en combustible”, sostienen desde CLIA.
En cuanto a al desarrollo de un área de control de emisiones cero, están de acuerdo en la puesta en marcha de la iniciativa. Sin embargo, consideran que “debe definirse y analizarse con claridad”. Al igual que sostienen que la extensión de las SECA (áreas de control de emisiones de azufre) llevará su tiempo.
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