El pasado 17 de julio, la OMS declaró el brote de enfermedad por el virus del Ébola en la República Democrática del Congo (RDC) una emergencia de salud pública de importancia internacional.
El Ébola causa una enfermedad grave, a menudo mortal en el ser humano. Produce infecciones sistémicas acompañadas de supresión del sistema inmune, respuesta inflamatoria anormal, grandes pérdidas de fluidos y electrolitos y alta mortalidad. Esto se traduce en síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolores articulares y musculares, debilidad, diarrea, vómitos, dolor de estómago, falta de apetito y sangrado anormal. La enfermedad en África tiene una mortalidad de entre el 40-60 %.
El virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos está situada cerca del río Ébola, que da nombre al virus.
vacunas experimentales contra el ébola
Todavía no hay ningún tratamiento de eficacia demostrada, pero se están evaluando diversas formas de hemoterapia, inmunoterapia y farmacoterapia. Tampoco hay aún vacunas aprobadas para el virus del Ébola, pero se están evaluando dos posibles vacunas candidatas. En concreto, una vacuna experimental, denominada rVSV-ZEBOV, ha demostrado proporcionar una gran protección contra este virus mortal en un ensayo clínico a gran escala (11 841 sujetos) realizado en Guinea en 2015. Entre los 5837 sujetos que recibieron la vacuna no hubo casos de Ébola 10 o más días después de la vacunación, mientras que en los que no recibieron la vacuna hubo 23 casos.
En cuanto a sus vías de transmisión, según la OMS, se considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae. El virus del Ebola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados, de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.
el coltán, otro obstáculo contra la enfermedad
Sin embargo, hay otro factor de riesgo importante para su propagación: el coltán. Se trata de un mineral de color negro que resiste altas temperaturas y que se utiliza para las baterías de smartphones, GPS u ordenadores, entre otros aparatos. Según datos de la organización Friends of the Congo este país africano concentra cerca del 80% del coltán mundial y su control hace que grupos armados luchen en esa zona del país para hacerse con los territorios de los que se extrae.
Territorios que, más allá del coltán, son ricos en llamadas tierras raras cuyo uso se extiende casi ilimitadamente en industrias de importancia primaria. Aeroespacial y defensa, nuclear, superconductores de alta temperatura, cables de fibra óptica, ordenadores y teléfonos móviles, acero y pigmentos para cerámica. Y están presentes en prácticamente todos los componentes del automóvil moderno.
Por poner algún ejemplo más concreto, tal como explicamos en Nobbot, sin el indio no habría touch screen; sin itrio, disprosio, europio, gadolinio, lantano y terbio no se colorearían las pantallas. Sin neodimio los dispositivos no tendrían micrófonos para hablar y enviar notas de voz. Sin disprosio, preseodimio y terbio no vibrarían. Por su luminiscencia y por ser superconductores de energía, estos elementos son el verdadero corazón de la economía digital.
tierras raras y mortales
En ElDiario.es la activista Dedy Mbepongo Bilamba, autora del documental Crisis en el Congo: destapando la verdadCrisis en el Congo: destapando la verdad, afirmaba que «el Congo es el corazón de África, la realidad, sin embargo, es que la gente vive un infierno. Todo el mundo quiere su trozo de Congo porque es un país rico en minerales”.
Las luchas por el control de estos territorios ricos en tierras raras, dificulta el equipo de los equipos sanitarios responsables tanto del seguimiento y tratamiento de las personas infectadas como de la inmunización del resto de la población, tal como señalan en The Conversation Rosario Sabariegos y Antonio Mas López del área de microbiología de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Hasta el momento 36 trabajadores sanitarios han sido asesinados por grupos armados. Al menos dos centros de tratamiento de Ébola de Médicos sin Fronteras (MSF) han sido atacados.
Esta situación de guerra hace muy difícil controlar la extensión del Ébola en República Democrática del Congo (RDC), ya que para poner coto a este tipo de situaciones de riesgo sanitario es necesario establecer claramente los casos y los posibles contactos, lo que se hace imposible en República Democrática del Congo.
campos de refugiados
Tal como explican los expertos de la Universidad de Castilla-La Mancha, “el número de desplazados dentro y fuera del país es elevadísimo».
“Además –añaden-, existen campos de refugiados que albergan hasta un millón de personas desplazadas de sus hogares y cuyo seguimiento sanitario es difícil de realizar. Los desplazamientos han provocado también que en junio de 2019 se comunicaran los primeros casos en Uganda, país vecino”.
Sabariegos y Mas ponen el siguiente ejemplo: “se ha establecido desde el inicio de la epidemia una estrategia de vacunación en anillo. Es decir, una vez localizado un paciente infectado con Ébola se localiza a las personas que han estado en contacto con él y se procede a su vacunación. El número de desplazamientos es tan elevado en la zona que, en la práctica, hace imposible localizar a todos los contactos”.
legislación y ayuda internacional contra el ébola
Ante esta situación, además que la estrcita aplicación de las medidas regulatorias que ya existen y que impiden el uso de materiales contribuyen al conflicto o a que se cometan abusos contra los derechos humanos en la zona, es necesaria la ayuda internacional.
de la Brock University, señala la necesidad de ayudar a los congoleños a detener rápidamente el brote “allí” para que eso nos proteja a los de “aquí”. «Y, si los dirigentes mundiales necesitan una motivación adicional –dice en The Conversation-, solo tienen que mirar a sus teléfonos. La RDC extrae la mitad del cobalto del mundo, un componente de muchas de las baterías recargables. Una epidemia, o el miedo a una, que frene la economía de la RDC podría paralizar la producción mundial de baterías. Esto podría dificultar la fabricación de cualquier cosa, desde teléfonos móviles hasta coches eléctricos».