Cada vez es más difícil dar un paso sin dejar atrás un dato. Nuestras compras, nuestros viajes o incluso nuestros paseos por la ciudad acaban registrados para convertirse, más adelante, en información muy valiosa para empresas e instituciones públicas.
En esta fiebre por conseguir datos, a nadie se le había ocurrido ir a buscar al lugar a donde (casi) todo va a parar: la basura.
Hasta ahora. La startup española TeknTrash trabaja para reconocer los productos que llegan a las centrales de reciclaje mediante algoritmos de aprendizaje automático. Con la motivación de que la información que obtengan puede resultar muy útil para sus fabricantes.
¿Qué nos cuenta la basura?
“En la basura hay datos que son valiosos porque informan al fabricante de aspectos útiles para hacer un producto mejor”, señala Álvaro Costa, CEO de TeknTrash.
En primer lugar, cuándo se consumió. “Si se sabe que un producto tarda mucho en terminarse, puede estudiarse la posibilidad de hacer paquetes más pequeños”, explica. “Y al contrario. Si se descubre que se consume siempre en dos días, ¿para qué usar plástico, que genera tantos problemas medioambientales, en lugar de papel?”
Puede analizarse, también, el lugar en donde se consume. “Imaginemos que un determinado producto aparece con frecuencia en un barrio en donde no se comercializa. El fabricante puede cambiar su estrategia de venta y empezar a ofrecerlo también allí”, añade el CEO.
Si tenemos en cuenta la cantidad, la fuente de datos de TeckTrash es inmensa. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las empresas gestoras de residuos urbanos recogieron 21,9 millones de toneladas de residuos en España en 2016. Una media de 471 kg por habitante.
Todo indica además que estas cifras irán en aumento. Un informe del Banco Mundial (BM) prevé que la cantidad de desechos a nivel mundial crecerá un 70% en los próximos 30 años. Pasando de los 2.010 millones de toneladas registradas en 2016 a 3.400 millones de toneladas en 2050.
Aprendizaje automático y reverse vending
La startup parte de dos estrategias para reconocer los productos y convertir los datos en información. En primer lugar, un sistema de identificación de imagen basado en una cámara de vídeo que se sitúa en la cinta por donde pasa la basura. Las imágenes se someten a técnicas de identificación y, gracias a algoritmos de aprendizaje automático, se reconocen el producto y sus características.
“Este primer sistema ofrece una gran cantidad de datos, pero de escasa calidad”, apunta Álvaro Costa. “En primer lugar porque los productos llegan a la planta de reciclaje en mal estado: sucios, rotos y hasta en trozos. En segundo lugar, porque las empresas de reciclaje no siempre tienen la posibilidad de indicarnos de qué contenedor llegaron”.
Motivo por el que su objetivo es combinar este sistema con otro de reverse vending o máquinas expendedoras inversas. Un modelo muy utilizado en algunos países de Europa como Dinamarca, Suecia o Países Bajos que se basa en máquinas en las que los usuarios pueden devolver envases vacíos (normalmente botellas de plástico o vidrio). En estos países se cobra un pequeño impuesto a los productos retornables, que se devuelve al introducir el producto en las máquinas.
“Desde el punto de vista de la calidad de los datos es brutal: nuestra idea es que los usuarios se den de alta en la máquina antes de echar su basura. De esta manera podremos conocer muchos datos sobre su consumo. La cantidad de datos que recibimos por este sistema es poca, pero la calidad es inmejorable”, indica Álvaro Costa.
Más lucrativo que el reciclaje convencional
El sistema de reverse vending tradicional no es económicamente rentable para los usuarios, ya que el dinero que reciben había sido pagado previamente. “No te está dando dinero, sino que te lo está devolviendo, dándote tu misma moneda”, explica el director ejecutivo.
Sin embargo, desde TeknTrash se plantean dar una recompensa financiera. “Es viable porque la venta de los datos es más rentable que la de plástico o vidrio”, indica. “Se puede decir que reciclamos datos y, además, estimulamos que la gente recicle mejor su basura al darles una recompensa”.
Un tema ante el que surge la eterna pregunta relativa a la privacidad de los usuarios, que estarían dando información personal a cambio de dinero. Un motivo por el que la iniciativa se ha ganado el sobrenombre de “Facebook de la basura”. Ante esta pregunta, el CEO explica que la información no se usará tanto a nivel personal como a nivel de área, lo que reduce los posibles conflictos relativos a la privacidad. Además, los usuarios tendrán la posibilidad de decidir si ceden sus datos al devolver la basura o no.
“Lo interesante aquí es que cuando alguien tira algo a la basura, se convierte en algo público. Está implícito que ya no se preocupa más por eso. Entonces tenemos la posibilidad de analizarlo y decir a las empresas qué están haciendo sus competidores”, aclara.
Un nuevo uso para los desechos
Al otro lado de este sistema están los fabricantes, que pueden verse favorecidos al obtener información sobre el uso final que han recibido sus productos. Acceden a ella a través de un área online donde pueden ver en qué basurero han terminado y toda la información complementaria que se les puede ofrecer.
“Lo interesante es que este modelo de negocio va a presentar otra manera de conseguir datos. Hasta ahora se hacía por la entrada de productos: dónde se compran, cuándo y cómo. Pero hay muchas opciones para comprar, lo que hace la recogida de datos muy complicada”, puntualiza el CEO de TeknTrash. “Nosotros lo queremos centralizar. Vamos a ver que todo termina en el mismo punto: la gente solo tiene una basura, como mucho divide para reciclar. Si hacemos el camino inverso, obtenemos la información con una sola fuente de datos”.
Añade, además, que empresas de muchos sectores diferentes pueden estar interesadas en obtener datos de la basura. “Casi todo acaba allí. Hasta los aparatos electrónicos terminan en el punto limpio, que es basura”, explica.
La startup ha pasado por una ronda de financiación y ha sido vista con interés, señalan, por Ecoembes y otros centros de recogida de residuos. En septiembre colocarán la primera cámara de reconocimiento de imagen, dando el pistoletazo de salida a una nueva forma de sacar partido a todo aquello que ya no necesitamos.
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