Blasphemous es uno de los grandes éxitos de la industria española de videojuegos y se ha colocado como líder de ventas en Steam -la plataforma online de entretenimiento digital más importante del mundo- tras su lanzamiento. Su reciclaje de elementos culturales que beben de la Semana Santa sevillana o de Goya lo emparentan con Rosalía en lo que tiene que ver con ese concepto extraño de «apropiación cultural».
Sergio A. Cabello, Profesor de Sociología en la Universidad de la Rioja, esa llamada apropiación cultural es, en realidad, «un cóctel interesante y atractivo para un público muy amplio, con un sello propio basado en las líneas que determinan la autenticidad en la posmodernidad, esto es la habilidad para crear algo propio a partir de la diversidad y el mestizaje, en un contexto en el que todo cambia a gran velocidad, con lo que dejar huella es mucho más complicado».
Pues bien, los «haters» y ofendiditos que en el mundo son, quizás encuentren otros motivo para supurar bilis en Blasphemous, un videojuego creado por el estudio sevillano The Game Kitchen que se ha convertido en un acontecimiento. Su andadura no pudo empezar mejor, ya que pulverizó sus pretenciones de financiación en la plataforma de «crowdfunding» Kickstarter, logrando multiplicar por cinco los fondos que pedía para poner en marcha este castizo metroidvania.
Blasphemous, capirotes y mucha diversión
Más allá de las teas de inquisidores que este juego pueda encender -que, por cierto, iría al pelo con su ambientación- estamos hablando de una creación muy entretenida y de gran calidad, que se apoya en tres elementos clave: su más que digna jugabilidad, siguiendo la estela de Metroid y Castlevania, los dos míticos juegos a los que da nombre el género al que pertenece; su elaborada historia y sus gráficos, que sacan oro de las dos dimensiones.
Estamos hablando de «un pixel art hecho a mano», en palabras de sus creadores, que nos remite a esos juegos de los 80 y los 90 que suplían con creatividad las limitaciones tecnológicas. El equipo de The Game Kitchen ha combinado esta apuesta visual con múltiples elementos iconográficos reconocibles de la tradición española en su vertiente más católica.
Dado su aire religioso, no es de extrañar que en medios especializados como Muy Interesante se haya acogido el lanzamiento de Blasphemous con un «alabado sea». Otra cosa es la acogida que tenga entre aquellos que van arrojando anatemas por cada esquina.
Para dejarlo claro, los propios creadores de Blasphemous han sido tajantes a la hora de explicar sus intenciones: «no queremos ofender y no hay ni una sola cruz en el videojuego«, declararon a El Mundo.
Blasphemous nos habla de un lugar donde la superstición ha triunfado y una «Era de la corrupción» en la cual las personas se han convertido en bestias horribles como castigo por sus blasfemias, desarrollando una insaciable sed de sangre. Como vemos, nada que ver con nuestro mundo, así que tranquilos.