Tu pasado genético a cambio de un poco de saliva. Y si pagas un poquito más, por la misma cantidad de babas, también recibirás un pronóstico de tu salud futura.
Las pruebas comerciales de ADN se han popularizado en los últimos años. Los precios de la tecnología se han reducido y muchos laboratorios han aprovechado un mercado lleno de curiosos, frikis e hipocondríacos. Entre los que se encuentra un servidor. ¿Cuál ha sido el resultado de hacerse una prueba de ADN? Lo más difícil fue llenar un bote entero de saliva. Así que empecemos por el principio.
Eligiendo laboratorio: la privacidad de los datos
Antes de decidir si hacer o no un test de ADN, lo primero es informarse. Saber qué tipo de servicios existen, qué ofrece cada laboratorio, los precios de cada test… En mi caso, el mayor temor que tenía era qué iba a pasar con mis datos. Paranoia RGPD modo on. El ADN pasa a manos de un laboratorio privado y no sabemos nada de sus intenciones finales. Afortunadamente, existen regulaciones y códigos éticos.
En julio de 2018, las principales empresas dedicadas a este tipo de pruebas firmaron un protocolo de buenas prácticas. El documento, ‘Privacy Best Practices for Consumer Genetic Testing Services’, puede consultarse online. En él se comprometen, entre otras cosas, a ser transparentes en el tratamiento de datos personales y a no trabajar nunca con datos individualizados. Además, el usuario siempre tiene derechos de cancelación y tiene que dar autorización previa y expresa para que sus datos se usen comercialmente.
Este protocolo fue elaborado por el Future of Privacy Forum y firmado por siete compañías: 23andMe, Ancestry, Helix, MyHeritage, Habit, African Ancestry y Living DNA. Así que la elegida iba a estar entre una de esas. Además, cualquier test elaborado con ADN de un ciudadano de la Unión Europea está cubierto por el reglamento de protección de datos.
Primera duda resuelta. Ahora tocaba decidir laboratorio. En este caso, no buscaba conocer mis posibilidades de contraer ciertas enfermedades. Lo único que quería saber era mi pasado genético. Y si era un poco neandertal. Estas fueron las mejores opciones que encontré:
- MyHeritage. Es una de las alternativas de precio más ajustado (79 euros por test). La información es bastante completa y fácil de entender. Además, es una de las empresas pioneras, por lo que cuentan con una amplia base de datos en todo el mundo (aseguran que lo han usado 106 millones de personas). Permite saber con bastante precisión de dónde eran tus antepasados.
- Ancestry. Cuentan con una amplia trayectoria y sus datos son muy precisos. Además, toda su plataforma está enfocada a crear comunidad, encontrar parecidos genéticos y compartir datos públicamente (solo si el usuario quiere). Tiene dos opciones de precios: una a 99 dólares y otra a 119. La más cara no solo incluye un retrato de tus ancestros, sino que señala ciertos genes que están detrás de determinados rasgos personales.
- 23andMe. La opción elegida. La información sobre los antepasados genéticos de los últimos 300-400 años es bastante detallada. Además, incluye un análisis de los grupos de haplotipos genéticos de los últimos 200.000 años. No es detallado, pero es interesante conocer las rutas que siguieron los primeros antepasados que dejaron África. Y sí, permite saber también con qué porcentaje de neandertal carga tu ADN. Su precio: 99 dólares. A nivel privacidad, descubrimos, a posteriori, algunos puntos negativos que explicaremos más adelante.
23andMe: cómo se hace un test de ADN
El primer paso es pedir el test a través de la web. En pocos días, una caja con poco más que un tubito y un libro de instrucciones llega a tu domicilio. Lo único que necesitas es llenar un recipiente de saliva. Pero no puedes haber bebido, comido ni nada similar en al menos 30 minutos. Así que, si llegas seco al momento de escupir, ojo. En el libro de instrucciones dicen que se tarda poco. Pero los minutos pasan, la boca se seca y el tubo parece cada vez más grande.
Una vez depositado el material genético, el tubo se cierra, la muestra se sella, se registra su número en la plataforma web de 23andMe y se envía al laboratorio. Aquí hay que hacer un inciso y volver sobre el tema de la privacidad. A la hora de registrar la muestra en la web, debemos consentir (o no) un montón de puntos. Incluyendo si permitimos que nuestra información (anonimizada) se use con fines científicos y médicos o que 23andMe o terceros vuelvan a analizar nuestra saliva en el futuro.
En este caso, que no tengas que aceptar estas políticas de privacidad antes de adquirir el servicio (sí se pueden consultar en la web, pero quién lo hace) y solo una vez que ya has pagado es un punto claramente negativo. Pero vamos al lío. Por nuestra parte ya no hay nada más que hacer.
Soy un 4% neandertal, ¿y qué más?
Enviamos la muestra al laboratorio y al cabo de entre tres y cinco semanas llegan los resultados. Los nervios afloran mientras carga la plataforma. ¿Qué sorpresas genéticas esconderá mi ADN? Spoiler alert: casi ninguna. Estos son algunos datos que se desprenden del estudio de las variables de mi ADN, aquello que es diferente, ya que la mayor parte del material genético es idéntico entre seres humanos (y chimpancés).
Mi familia es, hasta donde yo sé, del noroeste de la península ibérica. Pues mis antepasados genéticos también. Un 79% entre portugués del norte, gallego y castellano-leonés. A eso le sumamos un 7% centroeuropeo. Un porcentaje presente en prácticamente todos los europeos, me recuerda la página. Por si me estaba sintiendo especial.
El resto se reparte en pequeños porcentajes de ancestros que se remontan más de ocho generaciones. Probablemente, un trastatarabuelo de uno de mis trastatarabuelos era del norte de África. Otro podía ser egipcio. Pero el test ya no se moja. Estamos hablando de porcentajes por debajo del 1% y personas que vivieron alrededor del año 1700. Eso sí, un 4% de las variables presentes en mi ADN es neandertal. Entre ellas, un gen que hace que no estornude después de comer chocolate negro y otro que me evita tener una espalda peluda. Mola.
En cuanto a la línea evolutiva que señala mi ADN mitocondrial (materno), todo parece haber empezado hace unos 180.000 años con una mujer que vivía en África oriental. De ahí saltamos a Oriente Medio hace unos 18.000 años y de ahí a Europa. Mi haplogrupo es H, uno que compartimos la mayoría de los europeos. Mi línea paterna, I-M438, llegó a Europa antes. De hecho, estas variantes genéticas se cree que llegaron con los primeros Homo sapiens que entraron en el continente.
Datos hay muchos más y explicados en mucho más detalle (tampoco tengo por qué desvelar que el grupo más grande de mis antepasados vivió en las islas Azores). Acompañados, además, de buena información de contexto. No ha habido grandes sorpresas. Pero hemos logrado apaciguar el lado friki por un tiempo.
En Nobbot | ¿Moriré antes si en mi ADN tengo variaciones del ADN de un Neandertal?
Imágenes | Wikimedia Commons, Unsplash/Martin Adams, 23andMe