En 2018 más del 23% de los hogares españoles disponía de un televisor conectado a internet, según datos recogidos por Statista. La presencia de este tipo de dispositivos ha crecido de manera exponencial en los últimos años: en 2013, tan solo el 4,3% de los hogares contaban con un smart TV.
El acceso a contenidos online, sobre todo de entretenimiento, ha propiciado que muchos compradores se decanten por ellos. Aunque es habitual que la mayoría pasen por alto uno de sus aspectos más sensibles: su aumento de funcionalidades hace que manejen un cada vez mayor número de datos sensibles.
Sin protección aumenta el riesgo
Cuando los ordenadores empezaron a formar parte del mobiliario de nuestros hogares, junto al software de ofimática y edición de fotos, era indispensable instalar un antivirus. La mayoría de los usuarios estaba concienciado sobre la importancia de tener un respaldo que salvara a su preciado dispositivo de posibles errores e imprevistos. Normalmente, tras haber sufrido una experiencia previa no deseada.
Con la llegada de internet, los riesgos aumentaron y se han extendido a otros dispositivos con capacidad para conectarse a la red. Ordenadores, teléfonos, relojes, televisores y electrodomésticos, entre otros, están expuestos a los peligros que acechan en la web al mismo tiempo que se benefician de ella.
“Vivimos rodeados de dispositivos conectados a internet que tienen acceso a nuestros datos, por lo que es fundamental inculcar en la sociedad una cultura basada en el uso de soluciones de ciberseguridad que garanticen que nuestra información está a salvo en todo momento”, indica Eusebio Nieva, director técnico de Check Point para España y Portugal.
“Las smart TV se están convirtiendo poco a poco en un objetivo recurrente de los cibercriminales. Al igual que pasa con otros dispositivos, como los smartphones, infravaloramos los riesgos asociados a las brechas de seguridad. De ahí que el nivel de protección de datos es prácticamente nulo”.
Desde el televisor al resto de dispositivos
Desde esta empresa especializada en ciberseguridad advierten de que el principal problema de estos televisores es la falta de protección. No suelen incorporar herramientas que permitan a los usuarios manejar sus funciones y sus datos con cierta privacidad. Y, como ocurre con otros dispositivos, no actualizar el software ni las aplicaciones instaladas genera vulnerabilidades. Así es como se convierten en un blanco fácil para los cibercriminales.
Con esta falta de precaución, no solo se facilita el acceso al televisor, sino que se convierte en la puerta de entrada a nuestra red wifi. Si esta no está debidamente protegida, los hackers tendrán vía libre. Desde ella podrían acceder a otros dispositivos, como el ordenador, nuestro teléfono e incluso el sistema domótico, y comprometer su seguridad.
No hay que olvidar que una buena parte de los usuarios utiliza aplicaciones directamente desde su televisión inteligente. Para ello, es necesario que introduzcan sus credenciales con el consiguiente riesgo, teniendo en cuenta el bajo nivel de protección de estos dispositivos. Una amenaza que es mayor si se usa el mismo usuario y contraseña para todos los servicios en los que uno se dé de alta.
“Gracias a la conectividad y funcionalidades que ofrecen, las smart TV pueden ser utilizadas para extraer datos sensibles desde el micrófono. En algunos casos, incluso de la cámara incorporada. De esta manera, un elemento aparentemente inocente puede ser utilizado para inmiscuirse en nuestro ámbito privado o profesional”, avisan desde Check Point.
La misma empresa de ciberseguridad también advierte de que, aunque de momento es un riesgo poco común, hay otro peligro al acecho: el minado de criptomonedas. El hecho de que los televisores incorporen procesadores cada vez más potentes hace que los ciberdelincuentes puedan aprovecharlos para instalar software malicioso de minado de criptomonedas sin que los usuarios sean conscientes de ello.
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