Durante más de una década, Antonio Martínez Ron ha ido publicando posts y artículos sobre ciencia en su blog Fogonazos, en diversos medios online y en revistas.
Ahora los ha reunido todos en un libro que lleva un título tan curioso como muchos de los materiales que ofrece: ‘¿Qué ven los astronautas cuando cierran los ojos’.
Este divulgador científico, que ha recibido premios como el Ondas o el Concha García Campoy por su trabajo, habla en esta entrevista sobre el estado del periodismo científico en España. También desvela algunos de los capítulos más sorprendentes del libro, donde se hay historias de médicos que roban cerebros, soldados que saltan en pijama desde la estratosfera, a lo Baumgartner, y empresarios empeñados en hacer un banco de esperma solo con el semen de Premios Nobel e investigadores superdotados.
Son historias reales, pese a que no lo parezcan. Y demuestran que la ciencia más cotidiana puede ser incluso igual o más fascinante que una novela de Isaac Asimov o Arthur C. Clarke.
– Has abordado la divulgación científica a través de blogs, prensa, televisión y radio. ¿Cómo está en general la atención que los medios y el público en España presta a los temas científicos?
Creo que en general estamos mucho mejor que hace diez o quince años. No solo hay más oferta, más profesionales y espacios dedicados a estos contenidos, sino que, poco a poco, se ha ido creando un mayor interés en el público.
“Hay muy buenos periodistas científicos en España, pero quizá todavía somos pocos”
– ¿Cómo está el periodismo científico en España? ¿Se hace buen periodismo en este ámbito? ¿Dispone este de medios y de espacio para dar a conocer todos los avances que se producen en todo el mundo en sectores tan complejos como la genética, la medicina, la astronomía, la energía?
Hay muy buenos periodistas científicos en España, pero quizá todavía somos pocos. Salvo excepciones, los medios siguen sin dotar los recursos necesarios para este tipo de información, aunque en general diría que hay razones para ser optimistas.
– ¿No crees que los medios, como la televisión, sobre todo pública, deberían tener muchas más divulgación científica?
Creo que se ha hecho un esfuerzo en los últimos años en la televisión pública, con programas como ‘Órbita Laika‘ o ‘El cazador de cerebros’. Obviamente me gustaría que hubiera más programas, pero es lo que hay. De las privadas, con las que he tenido la ocasión de colaborar ocasionalmente, no espero mucho. Creen que los temas científicos no dan audiencia y cuando los abordan siempre juegan a convertirlos en lo que no son, porque no creen en ello.
“Hay centenares de ideas erróneas en el imaginario colectivo: las avestruces no esconden su cabeza en la arena y la muralla china no se ve desde el espacio”
– ¿Estás de acuerdo con que el cambio climático, que se ha convertido en un tema de debate a nivel general y que ha entrado en el discurso de políticos, empresarios y entidades sociales, ha puesto por fin a la ciencia en primera línea del debate público? ¿Están el clima y el medio ambiente haciendo que la ciencia esté dejando por fin de ser un tema de frikis?
El clima, la meteorología, la alimentación, los medicamentos, la energía… Yo creo que esos temas siempre han estado ahí y son pura ciencia, no una cuestión de frikis.
– Dinos un pensamiento o idea compartida por todos a nivel general y que la investigación científica ya haya desmentido completamente. En otras palabras, cuéntanos una leyenda urbana en la que seguimos creyendo pero que la ciencia ha ayudado a desenmascarar.
Uy, hay centenares de explicaciones e ideas erróneas que siguen rondando en el imaginario colectivo: las avestruces no esconden su cabeza en la arena, los lemmings no se tiran por los acantilados y la muralla china no se ve desde el espacio, por decirte algunos. Y si eres un poco observador ya habrás comprobado que los girasoles no se van moviendo en dirección al sol durante el día.
– ¿Cuáles son los divulgadores científicos que más estimas?
Por su energía, su capacidad de contar historias y el tremendo impulso que le ha dado a la divulgación en España, te voy a decir un solo nombre, y es el de Javier Peláez, más conocido como @irreductible. Es un fenómeno personal y profesionalmente.
“La revolución biotecnológica que introduce la técnica de edición genética CRISPR es una de las noticias más relevantes del siglo XXI”
– ¿Cuál es el origen de un libro como ‘¿Qué ven los astronautas cuando cierran los ojos?’, tan diverso, tan cajón de sastre?
Nació como una recopilación de las mejores historias publicadas por mí en Fogonazos y en los distintos medios por los que fui pasando. En 2013 lo publiqué mediante financiación colectiva, pero ahora lo saca la editorial Crítica con el doble de historias y material que he escrito desde entonces hasta ahora. Y todos los artículos tienen un nexo común: son historias de ciencia que superan a la ficción, aquellas que te hacen plantearte lo extraordinarios, y también retorcidos, que podemos llegar a ser los humanos.
– Tu libro cuenta sucesos científicos que parecen sacados de una novela de ficción, pero que ocurrieron de verdad. Nos recuerda que el mundo de la ciencia es más raro y azaroso de lo que parece. ¿Puedes contarnos de forma resumida la historia más apasionante del libro, para animar a potenciales lectores a leerlo?
¿Tengo que elegir? Podría mencionar la historia de los dos calamares gigantes que viajaron desde un pueblo de Asturias hasta Washington en un avión del ejército de Estados Unidos, el día en que un cohete nazi cayó en un pueblo mexicano o la historia del astronauta musulmán que tuvo que consultar al consejo islámico de su país para que le dijeran en qué dirección rezar cuando estaba orbitando en la Estación Espacial Internacional. Y así otras 90 historias.
“Casi todas las historias de mi libro son tan inverosímiles que mi esperanza es que muchos lectores tengan que acudir a Google para comprobar que no les engaño”
– En el libro también encontramos historias casi inverosímiles, como la del médico que robó el cerebro de Einstein y lo tuvo escondido en su casa durante décadas. ¿Qué es, en tu opinión, lo más difícil de creer de lo que aparece en tu libro?
Casi todas las historias son tan inverosímiles que mi esperanza es que muchos lectores tengan que acudir a Google de vez en cuando para comprobar que no les estoy engañando. No es fácil de creer que alguien se acercara a premios Nobel en privado para pedirles que rellenaran un bote con su semen, que haya empresas que ofrecen a los millonarios de Silicon Valley la posibilidad de ponerles sangre de gente joven para que se sientan mejor o que estemos respirando polvo de cometas todo el tiempo.
– Como seguidor del mundo científico, ¿cuál consideras que es la noticia científica más relevante de lo que llevamos de siglo XXI? ¿Con cuál te quedas?
Para un periodista es difícil elegir porque vivimos pegados a lo que pasa cada semana. La revolución biotecnológica que introduce la técnica de edición genética CRISPR es una de ellas, pero también los hallazgos sobre agujeros negros, ondas gravitatorias, los nuevos tratamientos contra enfermedades… Lo de la ciencia, por fortuna, es un no parar.
– Y, por último, ¿cuál es el descubrimiento científico que te gustaría que se hiciera realidad en los próximos años y por qué?
Es un tópico, pero ojalá pudiéramos frenar de una manera efectiva el cáncer y evitar las miles de muertes que provoca.
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Imágenes | José Oliva y Editorial Crítica