Internet parece fácil. Un usuario teclea en su navegador «www.google.com» e inmediatamente aparece en la pantalla de su ordenador o del móvil la página del popular buscador. Sin embargo, para hacer posible este sencillo resultado hay por medio toda una jerarquía de servidores y bases de datos. Uno de los componentes de internet, y sin el que cual la web sería un caos monumental, es el protocolo DNS. Son las siglas de domain name system o, en español, sistema de nombres de dominio.
El sistema DNS nació allá por la década de los 80 de la necesidad de recordar fácilmente las direcciones IP, que son en origen tiras de números separados por puntos y que identifican páginas web o los equipos conectados a una red.
Así, el protocolo DNS asocia nombres a las direcciones que hacen que todos nos podamos manejar con facilidad en internet. Por ejemplo, en vez de tener que recordar que una de las IP de Google es 173.194.41.224, tecleamos la URL «www.google.com», que es mucho más fácil e intuitivo.
DNS evita un follón mayúsculo
De no existir servidores DNS que tradujeran los números que identifican una dirección IP a nombres reconocibles, tendríamos que memorizar estas series imposibles de dígitos. Internet sería como tener un listín telefónico donde los números no están asociados a los nombres de nuestros amigos o familiares.
Un desorden que convertiría en una odisea encontrar la página web del banco, del periódico deportivo o de la red social favorita. Si fueran pocas las direcciones IP con las que nos manejamos, no habría problemas, pero con cientos de millones de páginas al alcance de un clic, la cosa se complica mucho.
Cada proveedor de internet suele tener un servidor DNS, que es el que se encarga de pedir la IP que quiere el usuario durante su navegación al servidor web correspondiente. Eso si la dirección web que se busca no se halla en la memoria caché del propio servidor, que es el espacio donde se almacenan las peticiones más habituales con el fin de no saturar la red.
Si el servidor DNS no puede responder a la petición de información del usuario que ha tecleado una URL determinada en su equipo, puede solicitarla a otro servidor DNS de la jerarquía, que se organiza en forma de árbol. En la parte más alta de esa estructura, hay un servidor general que contiene todas las direcciones de los servidores DNS. Lo que ocurre es que ese servidor general son en realidad muchas máquinas repartidas por todo el mundo.
Así funciona una petición DNS
Una petición DNS sencilla tarda microsegundos, pero se lleva a cabo en varios pasos que dan idea del trasiego de datos que se produce en internet para servir una página en el navegador del usuario. Veamos con un poco más de detalle el proceso.
Por ejemplo, al teclear en el navegador «www.nobbot.com», lo primero que hace el sistema operativo es comprobar si tiene en su memoria caché la dirección de ese dominio. Si no es así, realiza la petición al servidor DNS que tenemos configurado en la conexión. Normalmente hay otro servidor DNS asociado a nuestro PC o teléfono móvil, por si el primero falla.
Si el servidor DNS que tenemos configurado tampoco tiene memorizada la dirección IP de ese dominio, entonces realiza una petición al servidor de zona. En este caso, es el servidor encargado de las direcciones .com. También hay servidores de zona encargados de los dominios .es, .org o .net, por poner unos cuantos ejemplos.
Este servidor encargado de los dominios .com busca el de www.nobbot.com y responde al servidor DNS asociado a nuestro equipo, que entonces queda listo para hacer la petición al servidor concreto donde está alojado Nobbot.
El servidor donde está la página que deseamos abrir busca en su tabla de correspondencias y responde con una dirección IP en forma de ristra numérica. Una vez ese número llega a nuestro navegador, entonces comienza el intercambio de paquetes de información.
En otras palabras, Nobbot.com empieza finalmente a descargarse en el equipo del usuario, que así podrá visualizar contenidos como el de este post. Como decimos, el proceso parece largo, pero se realiza casi al instante. Es la magia de internet, protocolo DNS mediante.
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