Ordenador, teléfono móvil y lector de libros electrónicos. Estos tres dispositivos van ganando terreno en los hogares españoles en detrimentos de otros, sobre todo de los reproductores de contenido audiovisual, como la radio, el MP3, los equipos de alta fidelidad y los reproductores de DVD o Blu-ray.
El que de momento se mantiene inalterable como el rey de la casa es el televisor.
Estas son algunas de las conclusiones de la última encuesta sobre ‘Equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación en los hogares’, que publica anualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde el año 2004. Todas referidas a personas con edades comprendidas entre los 16 y los 74 años. Hemos hablado con tres de ellas para saber cómo se utiliza la tecnología en los hogares, incluso en aquellos que se salen de la norma.
Más teléfonos móviles y menos fijos
La penetración del teléfono móvil no para de aumentar y ya llega al 98,8% de la población. Un 1,2% de los hogares dispone únicamente de un fijo, mientras que un 24,7% utiliza exclusivamente su smartphone para comunicarse desde el hogar (el 23,9% en 2018). Entre estos últimos está Elena S., una situación a la que se vio prácticamente obligada por las circunstancias: “mis hijos lo usaban para jugar hasta que lo perdieron para siempre. Nos dimos cuenta que no lo echábamos de menos así que prescindimos de él, y de eso hace ya cuatro años”.
En casa de Elsa H. y Diego G. todavía lo conservan, aunque llevan tiempo pensando en deshacerse de él. “Todavía tenemos el fijo porque darlo de baja apenas nos baja la factura, pero si no, hace tiempo que no lo tendríamos. Nos viene bien para hablar con la familia, pero muchas veces utilizamos directamente el móvil porque nos resulta más cómodo y lo tenemos más a mano. Eso sí –puntualiza Elsa– solo con la familia de España, con la que está en Argentina no nos lo planteamos”.
Diego es de Buenos Aires, aunque lleva casi 20 años en España. Cuando llegó, el teléfono fijo era el medio que utilizada para comunicarse con su familia. Después, lo más práctico y barato era usar un ordenador. “Con mis padres hablo principalmente por Skype cuando son conexiones largas, si es una videollamada corta o ‘improvisada’ usamos la función de videollamada de WhatsApp”
El teléfono móvil es su principal conexión con los que están a miles de kilómetros de distancia. “Hasta hace unos meses teníamos una tarifa contratada con nuestro operador tanto en el móvil como en el de casa para hablar con Argentina. La dimos de baja porque con las llamadas (no videollamadas) de WhatsApp dejamos de utilizarla”.
Se puede vivir sin televisión
Paloma C. y Samuel R. no tienen televisor en casa, ni se le espera. Esta pareja, con tres hijos, tomó esta decisión de manera consciente. “Personalmente nunca me ha enganchado mucho la ‘tele’. La veía en casa de mis padres, donde estaba puesta todo el día, pero me daba cuenta de que cuando pasaba unos días sola, ni siquiera la encendía. Poco a poco me fui dando cuenta de que la gente ni siquiera concebía la posibilidad de vivir sin televisión y esa idea me hizo rechazarla aún más”, nos cuenta Paloma.
Así que cuando se independizó con su actual pareja, le convenció para no comprar un televisor y a él le pareció bien. Sus argumentos sobre la poca utilidad que tenía y el ahorro que podía suponer no realizar este gasto le convencieron. “Y así seguimos. La oferta de contenido de la televisión no me interesa ni me llama (al menos la que había antes, ahora mismo no sé ni lo que echan aparte de los telediarios –reconoce Paloma–) y ver la tele tampoco es una actividad que me guste especialmente, prefiero hacer otras cosas”. Si les apetece ver una película, una conferencia en YouTube o un tutorial echan mano a su ordenador o al móvil, y si es audio «lo voy escuchando en el coche”.
Sus tres hijos (de 6, 5 y 2 años) tampoco se la reclaman. Si quieren ver dibujos o algún vídeo hacen lo que ven en casa, usar el monitor del ordenador. Para los momentos más ‘críticos’, en los que cada uno quieres disfrutar de su serie preferida, la familia está totalmente equipada: tienen un portátil, dos móviles para los adultos y tres tableta de bajas prestaciones para cada niño. “Aunque la conexión a internet solo la tenemos habilitada para el ordenador y nuestros teléfonos”, explica Paloma.
Lectura electrónica
Los lectores de libros electrónicos ganan presencia en los hogares, pero lo hacen poco. Tan solo están presente en el 25% de ellos, aunque sube un punto con respecto a 2018 y se sigue manteniendo como el dispositivo por el que menos interés demuestran los españoles de todos los analizados en este estudio. Quizá detrás de este datos haya una falta del hábito de la lectura o la preferencia por los libros en papel o por otros soportes.
En casa de Eduardo A. suben considerablemente esa media. Son dos adultos y un niño (7 años), y en su hogar hay tres lectores de libros electrónicos. “Reconozco que uno de ellos no lo utilizamos, aunque es probable que dentro de un tiempo lo configuremos para que nuestro hijo empiece a utilizarlo. En casa nos gusta leer y le animamos para que él también vaya leyendo libros poco a poco, sobre todo ahora que está aprendiendo”, señala.
Eduardo admite que el que haya tantos eReaders no es algo premeditado exclusivamente. “El primero que entró en casa fue un Kindle [de Amazon], de los más sencillos. Se lo regalé a mi pareja porque siempre le ha gustado mucho leer y en los viajes siempre metía algún libro en la maleta. A veces eran demasiado pesados y voluminosos, así que me pareció una buena idea y… ¡Acerté! Poco a poco fueron sacando modelos con más funciones, el hecho de que fuera táctil y con pantalla retroiluminada era tentador, así que no se hizo esperar demasiado”. Ahora tienen dos de este tipo, uno para cada uno. El más antiguo espera en un cajón hasta que caiga en manos del pequeño lector de la casa.
En el hogar de Eduardo no se consideran grandes tecnófilos, pero sí sienten cierto apego por aquellos dispositivos que les resultan útiles para el día. Eduardo cuenta con un smartwatch, hay dos móviles –uno para cada adulto–, una tablet –para su hijo–, dos ordenadores y dos televisores –uno en la cocina y otro en el salón–. Aún conservan un reproductor de DVD/Blu-ray, “aunque no lo usamos nunca”, y en el trastero guardan un equipo de alta fidelidad junto a algún reproductor de MP3. Dispositivos que guarda, no porque vaya a utilizarlos en alguna ocasión, más bien porque hay veces que cuesta desprenderse de aquello con lo que disfrutamos de los buenos momentos.
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