El cambio climático planea sobre nuestras cabezas y no es una metáfora. En la Fundación Migres llevan más de veinte años tomando datos de la migración de millones de aves en su paso anual, desde Europa a África, y viceversa, por el Estrecho de Gibraltar. Desde su sede en Tarifa y con los registros hechos en este tiempo han creado Migdata, el big data de la migración de las aves. Se trata una innovadora base de datos que permite realizar análisis detallados sobre el cambio climático y su impacto en los ecosistemas y especies de aves amenazadas. Y con unos resultados sorprendentes.
Alejandro Onrubia es ornitólogo y coordinador científico de la Fundación. Nadie mejor que él para saber cómo están cambiando los patrones migratorios de las aves y los distintos condicionantes ambientales que los determinan.
EL MIGDATA TE DA ALAS
-¿Con qué tipo de datos se nutre Migdata?
El estrecho de Gibraltar es un lugar reconocido de importancia mundial por la concentración de aves migratorias. Desde 1997 hasta la actualidad se hacen registros de la migración en el estrecho de Gibraltar mediante programas de censo estandarizados. Todos los años se realizan censos diarios durante el periodo de migración del paso de aves planeadoras (cigüeñas y aves rapaces), aves marinas y paseriformes. Esa información recogida en el campo nutre las bases de datos del proyecto Migdata, la gran base de datos de la migración en el estrecho de Gibraltar.
-¿Quiénes tienen acceso a esta base de datos?
El objetivo de esta gran base de datos de la migración es que esté accesible a todo el público, con especial atención a los potenciales interesados en esta información: científicos, ornitólogos, gestores, administración, ‘pajareros’, fotógrafos, turistas de naturaleza, educadores…
La información está abierta para que los investigadores de todo el mundo puedan utilizarla en sus estudios sobre la migración de las aves en un contexto de cambio global, los gestores puedan conocer las tendencias en las poblaciones de aves migratorias (muchas de ellas amenazadas), los ornitólogos, los pajareros y los fotógrafos puedan saber qué especies están migrando en cada momento, o para que los educadores utilicen esos datos en sus programas formativos…. La base de datos es pública y solo se precisa estar registrado en la aplicación.
-¿Cuántas especies y cuántos millones de aves cruzan al año el Estrecho?
Todos los años por el estrecho de Gibraltar cruza aproximadamente medio millón de aves planeadoras, casi un millón de aves marinas y más de 30 millones de pequeñas aves migratorias, que suman más de 250 especies de aves diferentes de paso regular.
-¿Cómo hacen el cálculo de las aves que pasan?
Los censos se organizan en campañas específicas, con protocolos de censo adecuados para recoger una parte representativa y significativa del paso migratorio total. Para ello previamente se han estudiado y establecido las fechas y horarios adecuados para el censo y los observatorios mejores para realizar los conteos. En esos observatorios, variables según la campaña de que se trate, un equipo de ornitólogos profesionales (3 o 4, dependiendo de la campaña), ayudados por un grupo de voluntarios, identifican y cuentan diariamente las aves que surcan los cielos del estrecho.
«Hay muchas especies que están cambiando sus patrones migratorios, por ejemplo, acortando la migración o simplemente dejando de migrar»
Por ejemplo, durante la migración postnupcial, después de la reproducción, los censos se extienden de mayo a julio (de 8:00 a 15:00) en la Isla de Tarifa para el censo de pardelas baleares, una especie de ave marina amenazada de extinción; siguen de julio a octubre (de 9:00 a 17:00) en los observatorios de Cazalla (Tarifa) y Algarrobo (Algeciras), para el censo de aves planeadoras y paseriformes, y finalizan entre octubre y noviembre (8:00-15:00) en el observatorio de la Isla de Tarifa, para el censo de aves marinas y pequeños migrantes.
Como el esfuerzo de fechas, horarios, observatorios y equipo de observadores se mantiene constante año tras año, los resultados sirven calcular las aves que pasan y las tendencias en el paso: especies, números, fechas…
-También se hacen mediciones nocturnas ¿Cómo se realizan?
Una parte importante de la migración de las aves, probablemente más del 70%, ocurre de noche, por lo que resulta obligado emplear técnicas especiales para el seguimiento nocturno. Puntualmente hemos utilizado radares para el seguimiento remoto de la migración, pero la mayor parte de la información de que disponemos procede de la combinación de dos metodologías complementarias: el moonwatching u observación del paso migratorio por el disco lunar en noches de luna llena, que permite conocer la intensidad del tráfico migratorio nocturno, y las direcciones de vuelo (empleando el cono de detección que abre en el cielo el disco lunar), y los censos terrestres cuando las aves migratorias ‘sedimentan’ en tierra.
-Cuáles son las especies más afectadas por el cambio climático
El comportamiento migratorio es la respuesta que dan muchas aves, y muchos otros organismos, para sobrevivir a la estacionalidad del clima de la tierra. Para ellas viajar es una estrategia para sobrevivir. En la medida en que ese clima está cambiando, todas las especies se ven afectadas de alguna manera, y hay ganadores, pero también muchos perdedores.
Hay muchas especies que están cambiando sus patrones migratorios, por ejemplo, acortando la migración o simplemente dejando de migrar y sedentarizándose porque los inviernos son cada vez más suaves; muchas están cambiando los calendarios de migración para intentar adaptarse a una primavera que se adelanta y acelera; otras tienen que resolver el cambio en las barreras que atraviesan, como por ejemplo, un desierto que aumenta en extensión, o en las condiciones en los lugares de parada y reposo de los que dependen; muchos hábitats de los que dependen muchísimas aves migratorias se están alterando notablemente, especialmente las zonas de alta montaña, la tundra, las zonas húmedas o las áreas costeras. Y, en general, la mayor parte de ellas está cambiando las áreas de distribución para intentar ajustarse a los nuevos óptimos climáticos que van desplazándose cada vez más al norte…
-Dicen que Inglaterra es la nueva España para especies como la curruca capirotada centroeuropea y para muchas grullas. ¿Es cierto este extremo? ¿Hay algún mapa de cómo han cambiado las rutas?
Muchas aves están cambiando sus patrones migratorios como resultado del calentamiento global y los cambios del uso del suelo. En Europa, los inviernos son cada vez más suaves y muchas especies están dejando de migrar o realizando migraciones más cortas, localizando sus áreas de invernada cada vez más al norte. Esto está pasando con cigüeñas, rapaces, grullas, gansos, patos, palomas, avefrías, grajas, zorzales, currucas… Y está ocurriendo muy rápidamente, en cuestión de 30 o 40 años.
Esto también obliga a una gestión del territorio en general y de los espacios protegidos en particular, que tiene que ser más dinámica y flexible. Los espacios que eran importantes para algunas especies hace cincuenta años ahora han dejado de serlo, a la vez que aparecen nuevas áreas que adquieren esa importancia.
OTRAS ÁREAS DE DISTRIBUCIÓN
-¿En qué les afecta, aparte del cambio de rutina migratoria?
El cambio climático está produciendo cambios notables en la avifauna, que suceden en todas las escalas. En la escala de individuos se observan, por ejemplo, cambios en los tamaños de las aves y en el comportamiento. A escala de poblaciones, se distinguen cambios en la demografía, en la productividad y en su supervivencia. Y a escala de comunidad se están dando cambios en las relaciones ecológicas, predador-presa, parásitos… Y todavía no están del todo bien conocidos.
«El ave tiene que ‘darse cuenta’ que eso es así y poder decidir, y eso en muchos casos es muy difícil, pues tienen que darse procesos de aprendizaje o cambios genéticos»
Hay un patrón muy generalizado que es el cambio de las áreas de distribución, porque las aves tratan de compensar el calentamiento global con ajustes latitudinales y/o altitudinales. Eso provoca un desplazamiento generalizado de las áreas de distribución de las especies hacia el norte o hacia mayor altura. Así, las especies ‘norteñas’ van rarificándose en el sur (por ejemplo, los galliformes de montaña) a la vez que especies ‘sureñas’ colonizan el norte, como es el caso de los colonizadores africanos. Y esto ocurre tanto en las zonas de cría como en las de invierno. Por otro lado, las aves tratan de adaptar su calendario vital a una primavera que se adelanta y acelera y un verano cada vez más prolongado…
Por ello, muchas especies están adelantando en lo posible el retorno a las zonas de cría en su migración primaveral, y muchas retrasan también la migración de otoño. Para las aves es importante estar en el momento justo en el lugar adecuado.
-¿En qué especies se han observado cambios en el tamaño corporal para adaptarse a la nueva situación climática?
Hay estudios recientes que han demostrado este efecto en lavanderas y en algunos limícolas del ártico, como el correlimos semipalmeado (Calidris pusilla). En estos casos, de los que se dispone de series temporales largas, se han detectado cambios morfológicos, como adaptación a un clima cada vez más cálido. Aunque no en todos los estudios se ha encontrado este efecto.
LA VENTAJA DE QUEDARSE O MARCHARSE
-Rapaces forestales, como el águila culebrera (Circaetus gallicus), el aguililla calzada (Hieraaetus pennatus) o el milano negro (Milvus migrans), que cazan en los bosques del norte de África, se ven afectados por la enfermedad de la seca de arganias y alcornocales o los procesos de desertificación. ¿Eso hace que se quede el águila en España, por ejemplo?
Los cambios en el comportamiento migrador pueden ser procesos complejos y normalmente obedecen a un fino balance entre la ventaja que tiene quedarse o marcharse en términos de eficacia biológica: supervivencia, éxito reproductor… Puede haber cambios en las zonas de destino pero también tiene que haber condiciones adecuadas si no te marchas. Es cierto que hay formaciones vegetales que empiezan a estar ‘fuera de sitio’, fuera de sus óptimos climáticos porque los periodos de sequía estival son cada vez más largos, pero tiene que haber unas condiciones al norte que les permitan sobrevivir. Y además el ave tiene que ‘darse cuenta’ que eso es así y poder decidir, y eso en muchos casos es muy difícil, pues tienen que darse procesos de aprendizaje o cambios genéticos, por ejemplo.
-¿El motivo de su viaje no es tanto el frío invernal en Europa como la escasez de comida?
El motivo del viaje es la respuesta al conjunto de ambas cosas: por lo general las aves soportan bien el frío… Siempre que estén bien alimentadas. Un problema que se ha detectado con la migración es el desajuste del calendario migratorio con los ciclos de las presas. Como la primavera se adelanta, las plantas florecen y sacan sus hojas antes, y los ciclos de los insectos se adelantan y son más rápidos. Y muchas aves migratorias que llegan a las zonas de cría esperando ajustar la reproducción cuando más comida hay en el campo, se encuentran con que llegan tarde. Eso provoca un mayor fracaso en los intentos de cría y una bajada en su productividad, y a largo plazo, el declive poblacional.
LA ACELERACIÓN EL CAMBIO
-¿Se nota una mayor aceleración de estos cambios en los últimos lustros?
Aunque hacen falta series largas de datos, sí hay cierto consenso con la información actualmente disponible de que los cambios en los patrones migratorios se han acelerado en los últimos 30 años.
-Además del cambio climático, ¿qué otros factores influyen en el cambio de patrones migratorios?
El cambio climático es uno de los actores más importantes del denominado ‘cambio global’, pero hay muchos otros. Y no hay que olvidar el papel de los cambios en el uso del suelo, la destrucción y alteración de los hábitats, la contaminación … Son diferentes caras de la misma moneda. Hay una población humana que aumenta y que consume cada vez más energía y recursos, provocando cambios profundos en los ecosistemas de la Tierra. Y las aves en este caso ejercen de centinelas o mensajeros de esos cambios en la naturaleza. Las aves migratorias son especialmente sensibles a estas alteraciones, porque se mueven en grandes distancias y dependen de un fino ajuste con los ciclos de los territorios que visitan. El gran reto de nuestro tiempo es hacer compatible la actividad humana con la conservación de unos valores naturales de los que además dependemos.
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Imágenes | Fundación Migres, Mdf/Wikimedia Commons