No todo el mundo tiene la capacidad de divulgar y conectar con el público cuando se habla del 5G o la ciberseguridad. Pero ella sí: es Andrea García, experta en geotecnología.
Vivímos rodeados de tecnología y en el lenguaje que usamos (o leemos y escuchamos en los medios de comunicación) términos como 5G, inteligencia artificial o ciberseguridad son cada vez más comunes. Pero, ¿sabrías explicar correctamente su significado o sus aplicaciones a una persona que no está habituada a estas palabras? Es lo que hace Andrea García, experta en geotecnología. Se ha convertido en una de las divulgadoras más destacadas de nuestro país. Ha sabido ganarse al público y que la entiendan cuando se hablan de estos temas.
-¿Cómo una estudiante formada en Ciencias Sociales acaba convirtiéndose en toda una experta en ciberseguridad, tecnología 5G e inteligencia artificial?
Siempre había visto la ciberseguridad como algo ajeno a mí porque no tengo formación técnica, no soy ingeniera. Fue una amiga jurista la que me invitó a participar en un proyecto relacionado con este campo. Colaborando con ella, me di cuenta de que había mucho gris y un espacio muy amplio que necesariamente tendrían que cubrir perfiles multidisciplinares. El ciberespacio no es algo abstracto; es una prolongación de nuestra realidad social y un espacio virtual paralelo donde suceden parte de las cosas que tendrán mañana un gran impacto.
Una vez dentro, la curiosidad me llevó a explorar escenarios más complejos como el 5G y la inteligencia artificial, pero también computación cuántica. Además, fuera de España he podido entrar en contacto con otras maneras de investigar, de percibir el problema del auge de estas tecnologías, de regularlas, de su uso en sociedad… ¿Cómo no le iba a interesar a un científico social?
-En el caso del 5G, ¿cómo le explicaría a una persona que no está familiarizada con esta tecnología en qué consiste? ¿Y el efecto que va a tener en el día a día?
La explicación más sencilla la tomo de la revista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), porque de momento no he sido capaz de encontrar una mejor. La “G” de 5G hace referencia a la generación de tecnologías móviles. El 1G, como dice el MIT, te permitió salir con tu teléfono a la calle y te liberó de los cables. El 2G te dio la capacidad de enviar mensajes de texto (SMS), el 3G trajo internet a los móviles y el 4G permitió ver contenido a tiempo real y los servicios de streaming, como Netflix.
«El ciberespacio no es algo abstracto. Es una prolongación de nuestra realidad social y un espacio virtual paralelo donde suceden parte de las cosas que tendrán mañana un gran impacto».
El 5G aumentará, por su parte, la velocidad de la conexión y la cantidad de dispositivos que se pueden conectar. Por eso, es fundamental para el desarrollo del Internet de las Cosas (objetos cotidianos conectados a Internet). Se estima que la red actual puede acoger cerca de 4.000 dispositivos por kilómetro cuadrado. El 5G podría hacer que se conecten un millón. Si el despliegue del 5G cumple las grandes expectativas que ha creado, seremos capaces de navegar a mayor velocidad, habrá muchos más dispositivos conectados, internet llegará a todos lugares, incluso a las zonas más apartadas, y será el pistoletazo de salida de las ciudades inteligentes, o de los coches autónomos.
-¿Qué opina acerca de las expectativas depositadas en la tecnología 5G?
Todo avance tecnológico tiene su época de optimismo en la imaginación del público en general. Sin duda, su despliegue será una evolución de lo que tenemos, y lo notaremos. El 5G es clave para lo que se ha llamado la Cuarta Revolución Industrial, pero dudo que se cumplan todas las expectativas y que sea, en ese sentido, tan ‘revolucionario’. En primer lugar, porque existen riesgos de seguridad y de privacidad importantes, sobre todos en dispositivos IoT. Luego, los precios de la red 5G podrían dispararse, e incluso su calidad podría ser menor de la esperada. Además, apenas hay dispositivos en el mercado que lo soporten: las marcas que venden teléfonos 5G, por ejemplo, pueden contarse con los dedos de una mano.
-Se dice que lo siguiente es el 6G, ¿qué piensa acerca de esta tecnología? ¿Está más cerca de lo que parece?
El 6G pretende ser en muchas cosas la consolidación de las posibilidades del 5G, es decir, de posibilitar las aplicaciones del IoT, las aplicaciones de realidad aumentada y demás. En ese sentido, no es tan ‘innovador’ como parece el 5G ante nuestros ojos. Hay que ver cómo funcionamos con el 5G, cómo cala en la sociedad, los problemas que trae, las modificaciones que nos exige… Pero sí. Países como India, China o Finlandia ya han empezado a invertir. Las razones son más políticas, de hacer prestigiosa y puntera su industria tecnológica y poder llevar las riendas en el futuro cuando estemos preparados para dar el salto. Dudo que lo veamos venir hasta finales de 2020, entre otras cosas porque está ligado con los avances en inteligencia artificial y nuestros modelos se están quedando limitados.
-A pesar de tu juventud, tu formación académica resulta completísima. ¿Por qué decidiste especializarte en seguridad y tecnología?
Cuando estudiaba Relaciones Internacionales, mis profesores hacían mucho hincapié en que la disciplina había nacido para salvar a la humanidad de los desastres de la guerra. Desde entonces, la noción de cómo hacer del mundo un lugar más seguro estaba implícita en todas mis clases. Sin duda, aprender cómo gestionar grandes crisis desde el punto de vista económico, diplomático o social hizo que quisiera ahondar en el tema de la seguridad internacional.
«Allá dónde la naturaleza humana nos ha limitado, ha aparecido la tecnología para ampliar nuestra capacidad, tanto para lo bueno como lo malo».
En paralelo a esto, la tecnología siempre ha sido clave para abordar estas crisis. Allá dónde la naturaleza humana nos ha limitado, ha aparecido la tecnología para ampliar nuestra capacidad, tanto para lo bueno como lo malo. Nuestro presente es el momento de mayor avance tecnológico. Eso siempre lo he tenido en mente. Creo profundamente que no se puede tener un verdadero entendimiento de lo que sucede en el mundo, desde este punto de vista de la seguridad, sin seguir los avances tecnológicos.
-Como experta en divulgación que conecta con el público, ¿qué cualidades definen al buen orador, comunicador o divulgador? ¿Y lo que debe evitar?
Para mí la clave para conectar con el público es ser un comunicador honesto. Saber diferenciar qué es lo que sabes y qué es lo que no sabes y centrarte en divulgar sobre aquello que te sientes cómodo haciendo. Además, es imperativo saber diferenciar entre información básica e información de relleno, que muchas veces el público no entiende. No se puede hablar del 5G sin hablar de microondas, pero quizá meterse en los detalles técnicos harán del discurso un monólogo insufrible e imposible de seguir. Hay que buscar la interacción con el público y dar las herramientas para ello. Tengo una comunidad bien nutrida en Twitter e intento contestar en la medida de lo posible a todos los comentarios, y los mensajes abiertos para que quien quiera pueda ponerse en contacto conmigo, por ejemplo.
También hay que conocer a tu audiencia y saber qué le interesa y qué no. Buscar los puntos en común sobre los que entablar un diálogo y escuchar mucho. Hay que evitar posiciones absolutas e inflexibles, los tecnicismos innecesarios o dar ejemplos poco relevantes. La mejor explicación es siempre la más sencilla. Siempre será mejor bienvenido aquello que nos es más cercano.
-¿Crees que tu perfil en Ciencias Sociales te ha ayudado en tu labor como divulgadora?
Indudablemente. Los científicos sociales trabajamos interactuando con personas. Me formé en una facultad de Ciencias Políticas. Ahí aprendí a debatir, y debatiendo aprendes cómo expresar tus ideas de manera ordenada.
-Al hilo de la pregunta anterior, ¿qué opina sobre la tradicional dicotomía entre el mundo de las letras y las ciencias? Su ejemplo evidencia que no son tan excluyentes como se podría pensar a priori.
Creo que, por suerte, la creciente complejidad de nuestro entorno nos ha hecho despertar de ese dilema que trataba al conocimiento como compartimentos estancos e incomunicados. A mi parecer, no hay ningún avance científico o tecnológico que no vaya a impactar directamente en la vida de las personas.
«Debatiendo aprendes cómo expresar tus ideas de manera ordenada».
Por eso creo que debería haber más intercambios entre profesionales de las dos ramas y la formación en las escuelas debería ser mucho más variada y multidisciplinar. Tenemos que terminar con el estigma de que solo las ciencias son para ‘los listos’.
-¿Cómo se logra motivar a una audiencia?
A través de los canales que utilizo siempre intento encontrar ejemplos que le sean cercanos a la gente. Todos queremos saber cómo nos va a afectar una cosa u otra porque queremos controlar o contener sus efectos y eso suele generar atención. También hay que saber adaptarse a la audiencia: uno no busca quién le escuche, sino que otros ponen los oídos para que tú les cuentes algo. Mantener esa conversación con el público es lo que hace que una audiencia esté motivada: el que todos podamos aportar algo con nuestras experiencias o conocimiento.
-Incluso has participado en el programa ‘La Mesa del Coronel’ de Cuatro. ¿No echas en falta una mayor presencia de los programas de divulgación y conocimiento en la pequeña pantalla?
Por supuesto. Pienso que en la televisión hay espacio para todo, pero también creo que cumple un papel de responsabilidad social. Hoy en día solemos organizar nuestro tiempo libre en torno a una pantalla y por eso creo que lo que hay en la parrilla también es un reflejo de nuestra sociedad. Una sociedad bien informada es una sociedad crítica, dinámica y pensante. Y tendríamos que intentar llegar a eso, por nuestro propio bien, para saber distinguir entre lo que es verdad y lo que es mentira. La televisión, por lo tanto, debería facilitar esas herramientas.
Por suerte, como ciudadanos, estamos cada vez más concienciados en consumir información de calidad. En salir de nuestras fronteras mentales y, curiosos, querer conocer lo que sucede en el mundo. También para hacer que la enorme cantidad de información que recibimos tenga sentido. En comprender cómo funciona la tecnología que rige y ordena nuestras vidas. En definitiva, soy optimista. Creo que debemos apostar más por el contenido científico contado de una manera sencilla y lúdica, y menos por el contenido fácil que nos reduzca a puros instintos básicos y nos muestre en pleno ‘estado de naturaleza’. Y sí, hablo de la llamada ‘telebasura’. Creo que ayuda enormemente a cimentar los estereotipos y nos dividen, no nos unen. Lo absurdo no enseña nada, como diría Albert Camus.
-Seguridad y tecnología son ámbitos donde la presencia de las mujeres continúa siendo bastante reducida en comparación a la de los hombres. ¿Cómo fomentaría el interés de las niñas hacia estas parcelas?
Todo lo relacionado con la tecnología y la seguridad han sido siempre sinónimas de lo masculino por el componente de fuerza o poder que desprenden de alguna manera. Además, la falta de referentes femeninos hace muy difícil que una niña piense que puede tener éxito en un campo como este.
«Estamos enseñando a las niñas que la curiosidad no tiene género, pero tenemos que seguir trabajando para romper con los estereotipos sobre lo masculino y lo femenino».
Tenemos la suerte de vivir en un momento en el que estamos enseñando a las niñas que la curiosidad no tiene género, pero tenemos que seguir trabajando para romper con los estereotipos sobre lo masculino y lo femenino, dar voz a las mujeres y permitir que se conviertan en ídolos, personas a las que admirar y a las que seguir. Hay muchas iniciativas en este ámbito como la asociación SWISS o Mujeres Tech, pero aún no han captado el ojo público. Por eso, además, es importante que haya mujeres divulgadoras, expertas, que llenen las mesas en los congresos, en el espacio público o en las listas de publicaciones más citadas.
-¿Qué papel desempeña la escuela, la sociedad y la familia a este respecto?
La escuela, a mi parecer, tiene que ser un lugar donde se fomente la igualdad de oportunidades y el aprendizaje que trate de explorar la curiosidad innata de niños y niñas en cualquier ámbito y sin poner barreras, así como facilitar el diálogo y referentes de ambos sexos. La familia cumple, por otra parte, un papel esencial al establecer un lugar seguro desde donde desarrollar sus capacidades y aprender desde el ejemplo.
Mientras, la sociedad es un lugar mucho más complejo donde existen choques constantes de ideas antagónicas, personas que contribuirán a que las mujeres tengamos las mismas oportunidades de sobresalir que los hombres y otras que a regañadientes lo harán con más desgana o buscarán con picaresca obstaculizarlo. Por suerte, estos segundos son muchos menos. Si confías en tu talento, en tu trabajo y en tus ganas de llegar lejos tarde o temprano, estoy segura, llegarás.
-¿Tienes algún referente en los ámbitos a los que te dedicas?
Hay mucha gente a la que admiro, aunque no necesariamente pertenecen a mi ámbito. Admiro la curiosidad de genios como Andrea Guallar o Eduardo Alarcón Gallo, la capacidad de conectar con el público de Gina Tost o Marta Peirano, o de hablar de ciberseguridad de una manera tan sencilla como Mónica Valle… Por supuesto, la determinación y el trabajo duro de mis padres. Hay muchísimo talento e ingenio en España, aunque la lista podría alargarse muchísimo. He tenido la suerte de trabajar también con gente increíble fuera de España.
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Imágenes | Andrea García Rodríguez y Pixabay