Los fármacos, las drogas y los cosméticos son ya parte inseparable de nuestros mares y, sobre todo, de las aguas costeras. ¿Cómo influyen en los ecosistemas marinos y, en última instancia, en los seres humanos?
Durante el desarrollo de su tesis doctoral, Haizea Ziarrusta, investigadora del Departamento de Química Analítica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), detectó el antidepresivo amitriptilina, el antibiótico ciprofloxacin y el filtro ultravioleta oxibenzona de muchas cremas solares en las aguas costeras de Vizcaya y en una especie animal, el mújol. Y analizó en laboratorio que estos contaminantes tienen efectos directos en otra una especie, la dorada.
En la actualidad de baja por maternidad, la investigadora nos explica su trabajo reciente (cuyos resultados han sido publicados en la revista ‘Environmental Toxicology and Chemistry’), la necesidad de más investigación y la urgencia para replantearnos qué estamos haciendo con nuestro entorno. Y repasa, brevemente, su carrera en el fútbol vasco.
– Según Google, hay una Haizea Ziarrusta que es futbolista. Concretamente, defensa del Arratia. ¿Sois la misma persona?
Éramos, éramos. Hace tiempo que no juego al fútbol ya. Lo dejé durante la carrera. Me fui a Aarhus, Dinamarca, durante el año de Erasmus y luego volví a jugar por un tiempo. Pero con el trabajo de fin de grado y el máster lo dejé. No he vuelto a jugar. Tienes que ir poniendo prioridades y ya con el doctorado se volvió imposible. Eso sí, lo echo de menos.
«Siempre se genera alarma cuando vemos que nos va a afectar a nosotros. Cuando el ser humano está en peligro».
– La primavera pasada, tu trabajo de investigación saltó a los medios y a las redes de forma un poco sensacionalista. Se dijeron cosas como “cuando comemos pescado estamos tomando antidepresivos”.
Siempre se genera alarma cuando vemos que nos va a afectar a nosotros. Cuando el ser humano está en peligro. Nos da igual que los peces se mueran, que los animales estén contaminados…
Mi tesis lo que ha mostrado es que seguimos contaminando el medio ambiente y los peces están acumulando algunos de esos contaminantes. Y esas sustancias afectan a su metabolismo. En ningún momento he estudiado qué nos podría pasar a los seres humanos si comiésemos ese pescado. Ese no fue en ningún momento el titular.
– Lo que sí habéis podido medir es la presencia de ciertos compuestos químicos en poblaciones de peces costeros.
El objetivo principal de la tesis no era la monitorización en sí. El trabajo empezó desarrollando métodos analíticos para poder medir la presencia de estos compuestos en el agua y en los peces, desarrollar herramientas fiables. Después, como caso de aplicación de los métodos que desarrollamos, sí que analizamos varias muestras del estuario de Urdaibai, en Vizcaya.
Con esto quiero decir que no hemos hecho una medición completa, en diferentes estuarios y ríos, a lo largo de todo el año y de varias especies. Aun así, pudimos encontrar la presencia de los contaminantes en el agua y en mújoles salvajes. Eso nos hizo preguntarnos cómo se acumularían las sustancias en los animales y cómo se distribuirían los contaminantes en su cuerpo. Para esto ya no trabajamos en aguas reales, sino en laboratorio.
– ¿Cómo continuó la investigación en laboratorio?
Creamos un ambiente controlado en la estación marina de Plentzia en el que expusimos los peces a los contaminantes que detectamos en el agua. Esos experimentos los hicimos con doradas, no con mújoles. Necesitábamos cientos de especímenes parecidos y tenían que ser juveniles para ver cómo le afectaban las sustancias al sexo. Así que lo más fácil era coger doradas de piscifactoría.
– Como comentabas, el objetivo inicial de tu tesis era desarrollar las técnicas para detectar las sustancias contaminantes. ¿En qué consisten estas herramientas?
Por un lado, aislamos y limpiamos las muestras de agua para centrarnos en el compuesto en el que estamos interesados. La mayor parte de los artículos publicados en este campo se centran en aguas en general. Pero no es lo mismo agua de mar, agua de estuario o agua que sale de una depuradora. Hay muchos elementos a tener en cuenta en esta primera fase de extracción y limpieza de muestras. A continuación, llevamos a cabo la parte de análisis mediante cromatografía líquida y espectrometría de masas.
«Hemos analizados un antidepresivo, un antibiótico y un filtro ultravioleta. Pero los peces, en realidad, están con todos ellos al mismo tiempo, más microplásticos y metales pesados».
Por otro lado, está el estudio de los peces, donde hay muchas menos publicaciones. Los pocos que lo han investigado estudian todo el animal en su conjunto. Pero si queremos saber a dónde van los contaminantes hay que estudiar las partes por separado. No es lo mismo el método que se usa para analizar la bilis que el que se emplea para estudiar el hígado o un músculo proteico. Tuvimos que desarrollar métodos específicos para cada contaminante y cada muestra.
– ¿Dónde encontrasteis exactamente los restos de contaminantes en los animales?
Cuando aplicamos los métodos que habíamos desarrollado en los mújoles, no analizamos todas las partes. Cogimos muestras de hígado y músculos, pero solo lo encontramos en el primero. Después, en los experimentos de exposición al contaminante en laboratorio sí que vimos que llegaba a todos los órganos y fluidos, aunque en el músculo, que es lo que comemos, las concentraciones eran más bajas.
Vamos, que yo sigo y seguiré comiendo pescado. Lo importante es qué se come de ese pescado y dónde se ha capturado. Si vamos a coger las muestras a la salida de la depuradora, está claro que va a haber más contaminantes. Nuestro trabajo fue una forma de decir también que las depuradoras no limpian el agua al cien por cien. Deberían actualizarse para tratar los contaminantes actuales.
«Nuestro trabajo es investigar para que haya más conocimiento y se puedan tomar mejores decisiones. Aunque quizá estoy siendo demasiado optimista».
– Cada vez hay más estudios que reflejan la presencia de estos contaminantes en las aguas. Pero ¿qué hay sobre sus efectos?
Cuando se hacen estos estudios hay que evaluar dos cosas: las concentraciones o la exposición al contaminante y sus efectos. Puede que un contaminante presente en concentraciones muy bajas tenga más efectos que otro agente que se halle en concentraciones altas.
Los compuestos que analizamos nosotros son fármacos que han sido diseñados para tener un efecto en el cuerpo humano. Los peces también tienen un sistema circulatorio o un hígado como nosotros. Entonces no es sorprendente que a ellos les cause un efecto. No tiene por qué ser el mismo. Sobre todo, si tenemos en cuenta que muchos peces viven en un cóctel de contaminantes.
Nosotros hemos analizados un antidepresivo, un antibiótico y un filtro ultravioleta de forma individual. Pero los peces, en realidad, están con todos ellos al mismo tiempo, sumados a los microplásticos y los metales pesados. Puede ser que ciertos efectos se contrarresten o que haya un efecto sinérgico que los amplifique, pero no lo sabemos. Tenemos que empezar por cosas simples para poder llegar a entenderlo todo en su conjunto.
– ¿Qué sería necesario para medir el impacto de este tipo de contaminación en los seres humanos?
Lo primero que tendríamos que estudiar es la disponibilidad de los contaminantes, su presencia en las partes que nosotros consumimos. Después habría que mirar si el cuerpo humano lo rechaza, que también puede darse. Pero no lo sé, no soy experta. Es necesario que trabajemos con otros investigadores y otros grupos para complementar nuestras investigaciones.
– Ahora te has tomado una pausa, pero ¿por dónde continúa la investigación?
La investigación está continuando para conocer qué contaminantes son los más tóxicos. Lo que se utiliza es una herramienta llamada effect-directed analysis. Es decir, un análisis dirigido en efectos. Hacemos el fraccionamiento de las muestras acuosas para conocer qué fracciones son las más tóxicas e identificar qué contaminantes hay en esas fracciones tóxicas. De este modo, priorizamos los compuestos que causan algún efecto y posteriormente se podría hacer seguimiento de estos, en lugar de analizar todos los compuestos en la muestra, algo prácticamente imposible.
– Aunque se salga de tu campo de estudio, si consiguiésemos eliminar la fuente de contaminación del agua, ¿en cuánto tiempo estarían las aguas costeras y las poblaciones animales limpias?
Ahí se necesitan más estudios de depuración de las aguas y de los peces. De especie a especie es diferente, cambiará con la edad y la materia orgánica presente en el agua… Depende de muchos factores. No hay una respuesta concreta, al menos, por ahora.
Creo que lo primero que tenemos que hacer es centrarnos en cómo contaminar menos. Por ejemplo, si generamos fármacos más eficientes, de los que nuestro cuerpo aproveche el 99% en lugar del 50%, expulsando el resto en la orina, disminuiremos mucho la fuente de contaminación. Otra vía de actuación sería actualizar las depuradoras para que puedan limpiar los fármacos.
Es importante el trabajo de prevención. En el caso de la oxibenzona, que es un filtro ultravioleta presente en las cremas que pasa directamente al mar, quizá podríamos dejar de utilizar cosméticos que no llevasen este compuesto. O directamente prohibirlo, como han hecho algunos lugares como Hawái.
Pero nuestro trabajo no ese ese. Nuestro trabajo es investigar para que haya más conocimiento y se puedan tomar mejores decisiones. Aunque quizá estoy siendo demasiado optimista.
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Imágenes | Haizea Ziarrusta