Una escuela sin aulas ni asignaturas, donde tampoco suena el timbre. Un proyecto piloto para desarrollar un nuevo modelo educativo para el futuro. Situada en una de las pocas calles peatonales del Eixample de Barcelona, Learnlife es una especie de laboratorio educativo donde tampoco hay profesores ni alumnos. Solo guides y learners. Es un espacio donde caben desde estudiantes a tiempo completo de matemáticas, ciencia o inglés hasta personas interesadas en impresión 3D, robótica y comunicación multimedia.
Stephen Harris, uno de sus fundadores, lleva 43 años trabajando en el mundo educativo. 19 de ellos se los pasado como director de Northern Beaches Christian School, en Australia. Además de a enseñar, ha dedicado su vida a pensar y a investigar sobre educación. “He tenido mucho tiempo para reflexionar sobre cómo lograr que el sistema educativo siga teniendo relevancia en el futuro”, asegura.
– Construir un ecosistema abierto para desarrollar un nuevo paradigma de aprendizaje continuo: ese es vuestro objetivo. Dicho así, suena hasta sencillo.
Construir un ecosistema abierto es crear una serie de parámetros para un nuevo sistema educativo centrado en las soft skills. Además, buscamos hacerlo de forma que este sistema pueda ser compartido con cualquiera. Estamos construyendo un modelo abierto que puede ser adaptado a multitud de contextos. Y, sobre todo, se trata de un modelo basado en la idea de que el aprendizaje no es algo que tiene lugar entre los cinco y los 21 años. Es un proceso que dura toda la vida.
– ¿Cómo estáis desarrollando este modelo?
Buscamos sacar partido de la pasión de los profesores, de sus ideas innovadoras. Dotar a las escuelas de recursos suficientes como para que puedan aprovechar la capacidad de innovación y la creatividad de los docentes.
«Tras el cierre de las escuelas por la pandemia de COVID-19, muchos de nuestros profesores están dándose cuenta de que trabajan de forma mucho más eficiente a distancia»
El modelo se construye alrededor de tres grandes pilares: qué necesitamos para crear un ecosistema de cambio, cómo implementamos el cambio y cómo lo mantenemos en el tiempo. Dentro de cada uno de ellos, existen varios elementos. Al final se trata de un modelo que no se centra en un currículo o programa determinado, sino en formar tutores capaces de cambiar la manera en que la comunidad aprende.
– De hecho, en Learnlife no hay profesores, sino lo que llamáis ‘guías educativos’.
No creemos que el rol del profesor tradicional, un elemento individual a los mandos de una clase aislada, siga siendo útil. Nosotros apostamos por equipos de profesores con capacidad para colaborar entre sí, con competencias comunicativas y sociales fuertes.
– ¿Cómo os ha afectado la declaración del estado de alarma por la pandemia de COVID-19?
Antes de la decisión de cerrar las escuelas en Cataluña, el día 10 de marzo, decidimos transferir todo el sistema a un entorno online. En menos de 24 horas, gracias al trabajo de los profesores, logramos construir una experiencia educativa completa, digital y a distancia. Durante los días que siguieron esta decisión, revisamos el modelo varias veces, apoyándonos en el feedback de alumnos y padres.
– ¿De qué manera ha influido en el trabajo en estos primeros días?
Muchos de nuestros profesores aseguran que están dándose cuenta de que trabajan de forma mucho más eficiente a distancia. Las herramientas tecnológicas lo están haciendo posible. Al mismo tiempo, se demuestra que la tecnología es una ayuda, no un fin en sí mismo. El talento del equipo educativo sigue siendo primordial en la enseñanza.
– Volviendo sobre vuestro modelo educativo, ¿de qué manera involucráis a los estudiantes en este ambiente colaborativo?
Las capacidades colaborativas son una de las competencias fundamentales para los negocios y para la innovación. Muchos de los profesores del sistema actual no tienen estas capacidades porque nunca las han aprendido, nunca han trabajado en ese contexto. Para nosotros es esencial poder guiar a los estudiantes hacia modelos de trabajo colaborativo.
«La situación está cambiando a nivel social y las personas vamos a tener que aprender a envejecer y retirarnos de forma diferente»
– El aprendizaje continuo es otra de las piezas centrales de vuestro modelo. ¿Por qué es tan importante?
Todos los estudios señalan que el entorno laboral en el que se mueven los profesionales hoy va a cambiar mucho hasta que se jubilen. Además, la situación está cambiando a nivel social y las personas vamos a tener que aprender a envejecer y retirarnos de forma diferente. Es probable que, tal como está evolucionando la población mundial, en el futuro no existan las mismas estructuras económicas que en la actualidad. Por eso hay que estar dispuesto a aprender de forma continua, hasta el final de nuestras vidas, no solo durante una franja de tiempo en nuestra juventud.
– ¿Cuál es el papel de la tecnología y, en especial, de internet, en este cambio de paradigma?
A nivel educativo, la tecnología tiene que servir para impulsar un cambio de modelo, no reforzar el actual. No tiene que servir para subir documentos a una plataforma en la que los estudiantes van a seguir aprendiendo igual que siempre, que es lo que hoy pasa en la mayoría de instituciones educativas. Tiene que servir para crear un entorno de autoaprendizaje.
La tecnología es una herramienta con mucho potencial. Pero lo importante sigue siendo la metodología de los profesores. Los individuos tienen que acabar siendo capaces de dirigir su propio aprendizaje, ser conscientes de qué es lo que necesitan hacer.
– ¿Cómo es un día en la escuela de Barcelona? ¿No hay clases ni exámenes?
Hemos elegido no llamarnos escuela. Somos una comunidad de aprendizaje. Los estudiantes sí que tienen un horario, pero el programa cambia en función de los alumnos y de las necesidades que detecten los profesores sobre la marcha.
Cada semana, una parte importante del tiempo va destinada a conectar, es decir, dialogar y comunicar. Otra parte importante es descubrir, que puede ser desde visitar un museo hasta conocer cómo trabaja una startup. Otro elemento es la reflexión, pensar sobre cómo estamos aprendiendo. Y está, por supuesto, el tiempo de estudio, enfocado desde la productividad y la creatividad, en el que los estudiantes dirigen su aprendizaje.
– El programa a tiempo completo está dirigido a personas entre 12 y 19 años. ¿Qué tipo de niños participan en la actualidad?
Tenemos niños de todo tipo. Desde algunos muy curiosos hasta otros que han tenido problemas con el sistema tradicional y se han desconectado de su formación.
«Lo más importante es aprender a lidiar con el cambio y con la complejidad. Aprender a ser resiliente al cambio»
– Estamos ante un proyecto privado y local en una ciudad occidental del mundo desarrollado. Pero, ¿hasta qué punto este modelo concreto puede transferirse al sistema educativo público en todo el mundo?
Es nuestra intención. De hecho, ya hemos recibido la atención de la Generalitat. No se pueden cambiar todas las escuelas de golpe, pero sí podemos crear hubs como el que tenemos aquí en cada distrito de Barcelona para que sean utilizados por los colegios de su alrededor. Que sirvan para ampliar las oportunidades de los niños, pero también para el desarrollo profesional de los profesores. Es una idea que está sobre la mesa, un principio.
– Antes señalabas la importancia de las soft skills. ¿Cuáles son las competencias que un estudiante necesita dominar de cara al futuro?
Todo lo relacionado con creatividad, comunicación, colaboración, resolución de problemas… Pero, para mí, lo más importante es aprender a lidiar con el cambio y con la complejidad. Aprender a adaptarse a un mundo que está cambiando, ser resiliente al cambio.
– Acabas de publicar una tesis en la que concluyes que el modelo educativo actual ya no sirve para atender las necesidades del mundo. ¿Cómo tendríamos que cambiarlo?
Tenemos un gran problema que se llama abandono escolar. Personas que dejan de formarse antes de haber cumplido los 16 años. Esto señala que existe algo que no funciona en el sistema. En el sistema actual, los estudiantes no se ven realizados, no son empoderados. El cambio no pasa por eliminar los horarios o los exámenes, pasa por modificar la capacidad de los profesores para motivar y habilitar a los estudiantes.
«En función de cada país, tenemos sistemas muy variados y escuelas con recursos muy diferentes, a veces muy, muy limitados. Pero los profesores se enfrentan siempre a los mismos desafíos»
– Entre los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, el número cuatro pide garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos. ¿Cuáles son los desafíos para lograrlo?
En función de cada país, tenemos sistemas muy variados y escuelas con recursos muy diferentes, a veces muy, muy limitados. Pero los profesores se enfrentan siempre a los mismos desafíos. Se ven obligados a enseñar un contenido determinado para que sus alumnos alcancen una nota mínima. Es irracional y subjetivo. El sistema actual no está dirigido a potenciar las habilidades de cada niño; busca uniformar. Pero el mundo no es un lugar uniforme.
– La educación es clave para que las personas del mañana estén preparadas para lidiar con los desafíos del futuro. Es una máxima que se repite una y otra vez. ¿Por qué es tan difícil lograr un compromiso real para garantizar una educación de calidad?
Creo que tiene que ver con dos razones. Por un lado, las decisiones de las administraciones, los ciclos políticos, son cortoplacistas. Como mucho están tomadas a tres o cuatro años vista. Si politizamos la educación, la convertimos en una herramienta electoral y es mucho más difícil implementar cambios reales. No es una casualidad que Finlandia sea uno de los pocos países en el mundo donde la educación no forma parte de la discusión política.
Otra de las razones es que la escuela suele ignorar a los padres. Las familias son una referencia para los niños, pero la mayoría de los padres no tienen más herramientas que su propia experiencia. Una experiencia que, la mayor parte de las veces, proviene de un mundo previo a internet. De ahí que se produzca una brecha tan importante entre lo que los niños necesitan y lo que los padres creen que los niños necesitan.
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Imágenes | Stephen Harris, Learnlife Barcelona