El futuro de los ordenadores promete aplicaciones tan fascinantes que pocas veces nos preguntamos por su pasado, y mucho menos por aspectos tan singulares como la historia del teclado.
Sin embargo, basta con echar un vistazo al más cercano para ver que es una herramienta fundamental. O que su organización no puede ser resultado del azar. Hacemos un repaso por la curiosa historia del teclado, desde las primeras patentes hasta hoy.
Un nombre: el inventor Christopher Latham Sholes
La historia del teclado de nuestros ordenadores comienza mucho antes de que estos fuesen una realidad. Se remonta a las primeras máquinas de escribir, basadas en un funcionamiento mecánico en el que una serie de teclas imprimían tinta sobre el papel. Cada tecla se correspondía con un carácter tipográfico, muchos de ellos letras, por lo que pronto comenzaron a diseñarse diferentes formas de combinarlas.
En la segunda mitad del siglo XIX, un impresor asentado en Wisconsin y llamado Christopher Latham Sholes comenzó a hacer pruebas para mejorar el funcionamiento de estas máquinas. Muchas de ellas presentaban problemas, ya que al escribir muy rápido, las teclas se gastaban y atascaban debido al choque entre ellas. La idea de Latham Sholes fue distribuir las letras de forma que las más y las menos utilizadas se alternasen, para reducir la frecuencia de choque.
De esta disposición nació el teclado Qwerty, que seguimos utilizando hoy en día. Christopher Latham Sholes patentó su máquina en 1968, convirtiéndose en el primero en hacerlo en la historia. Más adelante vendió la patente, que llegó a manos de E. Remington and Sons, unos fabricantes de máquinas de coser que consiguieron convertirla en un éxito comercial.
Detrás de QWERTY
Puede que parte el éxito de los vendedores de Remington and Sons se debiese, en parte, a su teclado. Gracias a la distribución del Qwert, podían escribir la palabra “typewriter” (máquina de escribir, en inglés) usando únicamente la línea superior del teclado. De esta forma lo hacían muy rápido, convenciendo a los posibles vendedores con su eficacia.
Lo cierto es que el teclado Qwerty sigue siendo el más difundido, a pesar de que en los teclados actuales no existe el riesgo de que las teclas se atasquen. Tiene versiones para diferentes lenguas: en España y los países hispanohablantes, por ejemplo, se incorpora la letra ñ.
Existen por supuesto otras versiones, como los teclados Dvorak y Azerty, y teclados con caracteres no latinos. Hoy y gracias a los ordenadores, es posible adaptar los teclados para que funcionen en diferentes versiones.
La llegada de los ordenadores
Entre las máquinas de escribir y los primeros ordenadores, se utilizaron otros aparatos que incorporaban teclados, como los teletipos. Se trataba de máquinas que combinaban la entrada y la salida de texto y números.
Tendríamos que esperar hasta bien entrado el siglo XX para que los ordenadores permitan introducir comandos a través de un teclado por primera vez. Sin embargo, la democratización de los ordenadores domésticos hizo que pronto empezasen a desarrollarse diferentes tipos de periféricos que, además, se iban adaptando a las nuevas necesidades y posibilidades no solo en su tecnología, sino también en su teclado.
A medida que cambiaban las necesidades, se fueron añadiendo diferentes símbolos y teclas. Sin embargo y aunque pueda sonar extraño, este no fue el caso de la arroba: el símbolo ya se había incorporado a la historia del teclado antes de la llegada de internet. Se utilizaba ya en algunas máquinas de escribir, ya que era común en el ámbito de la economía y los negocios.
En los últimos años, hemos visto evolucionar los teclados. Los encontramos más pequeños, ligeros, ergonómicos, inalámbricos y hasta flexibles. Todo parece indicar que, en un futuro, tecnologías como el reconocimiento de voz o las pantallas táctiles podrán acabar con los teclados tal y como los concebimos hoy en día.
Sin embargo, hasta que ese momento llegue, podremos decir que la tecnología que usamos hoy tiene todavía mucho que ver con el invento de un impresor norteamericano de hace ya mucho más de un siglo.
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