“Somos lo que comemos” es una frase de uso común que nuevas investigaciones siguen confirmando. Así, investigadores del CSIC han patentado una bacteria intestinal para tratar depresión y ansiedad.
“Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”, dijo el filósofo Feuerbach y no le faltaba razón. Lo que ingerimos, afecta a la microbiota intestinal y esta tiene un efecto decisivo en nuestra salud física y mental.
La microbiota intestinal incluye especies nativas de microorganismos que colonizan permanentemente el tracto gastrointestinal y una serie variable de microorganismos vivos que se encuentran transitoriamente en el tubo digestivo. Las bacterias nativas se adquieren al nacer y durante el primer año de vida, mientras que las bacterias en tránsito se adquieren continuamente a través de los alimentos. En un adulto la microbiota intestinal puede pesar 1,5 kilos por término medio y está constituida por un número de microorganismos que, según autores, se encuentra entre 10 y 100 billones.
Uno de esos microorganismos es la bacteria Christensenella minuta que ahora ha sido patentada por el CSIC para tratar los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad. Esta tecnología ha sido desarrollada por el equipo de la investigadora Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC).
depresión que surge de las tripas
“La investigación sobre el sistema de comunicación bidireccional a través del conocido como eje intestino-cerebro es un campo de investigación en crecimiento. Se ha demostrado que el intestino afecta al cerebro, y viceversa, a través de rutas inmunológicas, endocrinas y neurales”, señala Yolanda Sanz. “Numerosos estudios están sugiriendo que la microbiota intestinal participa en la regulación de este eje y podría ejercer una función importante en trastornos que afectan al cerebro como las enfermedades neurodegenerativas y psiquátricas, incluyendo las alteraciones del estado de ánimo. Esta evidencia ofrece nuevos y prometedores enfoques terapéuticos para fomentar la salud mental”, añade Sanz.
Se está explorando de la Christensenella minuta para el tratamiento de enfermedades crónicas, como la obesidad y sus comorbilidades metabólicas y como novedad, en este caso, para el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo.
La importancia de los microorganismos que conviven con nosotros hace que se piense en el ser vivo como una multitud de seres que conviven para dar forma a lo que somos. Estos compañeros vitales no solo moldean nuestros órganos, nos protegen de enfermedades, e influyen en nuestro comportamiento, sino que resultan clave a la hora de entender el funcionamiento de la vida, algo que explicó de forma muy didáctica Ed Yong en la obra maestra de la divulgación sobre el mundo microscópico, ‘Yo contengo multitudes’ (2016).