El pasado 11 de agosto el presidente ruso Vladimir Putin anunció que Rusia había fabricado la primera vacuna contra el coronavirus SARS-Cov2. Rusia, con 900.000 contagios y más de 15.000 muertes confirmadas, es uno de los países más afectados por la pandemia. El anuncio del mandatario ha desatado muchas dudas en la comunidad científica. En particular, sobre la seguridad y eficacia de la vacuna, dado que se ha acelerado mucho el proceso de desarrollo. De hecho, administrar un medicamento antes de una investigación exhaustiva puede exponer a las personas a peligros potencialmente graves.
La vacuna rusa ha sido bautizada como Sputnik 5 en honor al primer satélite de la Unión Soviética enviado a la órbita alrededor de la Tierra en 1957. Una clara referencia a la carrera espacial internacional, que ahora se repite con la carrera para la vacuna.
A finales de julio, Rusia dijo que tenía dos investigaciones en curso para dos vacunas diferentes. Una llevada a cabo en el Instituto Nacional de Epidemiología y Microbiología Nikolai Gamaleya de Moscú y otra en el laboratorio Vektor, cerca de la ciudad de Novosibirsk, en Siberia.
Sputnik 5 es la vacuna que se estaba estudiando el Instituto Gamaleya, con la colaboración del Ministerio de Defensa y del Russia Direct Investiment Fund, un fondo de inversión controlado por el gobierno. Rusia ha lanzado incluso una página web para promover «la primera vacuna contra el coronavirus registrada«. Según ‘Moscow Times’, se invirtieron cuatro mil millones de rublos (unos 46 millones de euros) en la investigación.
La falta de pruebas para la vacuna rusa
Putin ha anunciado que la vacuna ya ha sido administrada a una de sus dos hijas, sin especificar cuál. El presidente también agregó que el fármaco había pasado todas las pruebas necesarias, destacando que «funciona con bastante eficacia y crea una inmunidad estable». Sin embargo, las autoridades del país no han publicado ningún dato que respalde la eficacia y la seguridad del medicamento. De hecho, muchos creen que la última fase de pruebas ha sido acelerada a toda costa. ‘Moscow Times’ ha publicado que en la primera fase de los ensayos clínicos de la vacuna rusa participaron 38 civiles voluntarios y 38 militares. Y en la segunda, 100 personas.
La tercera fase, que generalmente involucra a miles de sujetos, se ha lanzado oficialmente el 11 de agosto, y también involucra a países como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Numerosos virólogos e investigadores apuntan que es imposible estar seguros de la eficacia de una vacuna antes de la fase 3. Esta es precisamente la que permite identificar los efectos secundarios y los peligros que no se encontraron en las muestras más pequeña. De hecho, hay casos de vacunas que en las primeras etapas de experimentación parecen prometedoras pero luego pierden su efectividad o muestran efectos secundarios peligrosos.
Incluso la Asociación de las Organizaciones para la Investigación Clínica en Rusia, como escribió ‘Associated Press’, es escéptica. La institución cree que «una aprobación apresurada [de la vacuna rusa] no le dará a Rusia ningún trofeo, sino que simplemente expondrá a las personas a inútiles peligros«. Svetlana Zavidova, abogada y directora de la asociación, dijo que «es ridículo» que la vacuna haya sido autorizada para su producción con tan pocos datos disponibles.
Una carrera geopolítica
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no quiso comentar el anuncio de Putin durante su reunión con los periodistas el mismo 11 de agosto. Sin embargo, dijo que Estados Unidos, principal competidor de Rusia en la ‘carrera’ por descubrir una vacuna, está realizando «grandes avances» en las pruebas. Y que «están muy, muy cerca de aprobar» su vacuna.
Las autoridades rusas han dejado claro que la producción a gran escala de la vacuna no comenzará hasta septiembre. Sin embargo, Tatyana Golikova, una importante figura política designada para encabezar el grupo de trabajo para la gestión de la pandemia, ha anticipado que la vacunación del personal médico podría comenzar en agosto. Además de la hija de Putin, la vacuna rusa ya ha sido administrada a Kirill Dmitriev, funcionario del Russia Direct Investiment Fund. Pero también a toda su familia, al director del Instituto Gamaleya, Alexander Gintsburg, y a parte del personal del instituto.
La producción de la vacuna rusa está a cargo de la Binnopharm de Zelenograd, una empresa ubicada al noroeste de Moscú. Dmitriev ha asegurado que veinte países ya han pedido más de mil millones de unidades. Según el certificado de registro del Sputnik 5, que se puede encontrar en la web del Ministerio de Salud de Rusia, la vacuna entrará oficialmente en circulación en el país a partir del 1 de enero de 2021.
Cabe recordar que el régimen de Putin lleva años en situación de grave dificultad, al menos desde la guerra de Ucrania. Los recientes intentos de extender su mandato ‘de por vida’ esconden serias fisuras en el liderazgo del presidente. Un éxito internacional como encontrar una vacuna rusa contra el coronavirus serviría como agua de mayo para ocultar los enormes problemas económicos y de política exterior del país.
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