Uno de los hechos más impactantes e inesperados vividos por muchas personas durante y después del confinamiento ha sido descubrir que el pelo se estaba volviendo blanco. Más rápido de lo previsto. Una inesperada ‘epidemia’ de canas debida no solo al cierre de las peluquerías, sino también al estrés causado por la pandemia.
Es difícil demostrar, con números, que uno de los efectos secundarios de la pandemia de COVID-19 ha sido una propagación más rápida de las canas. Sin embargo, existen muchos testimonios en este sentido. Hombres y mujeres en la treintena que han visto cómo se aceleraba dramáticamente la aparición de cabellos blancos. Por supuesto, es una consecuencia mucho menos preocupante que otras, pero aún significativa.
Sabemos que el estrés es responsable de cualquier aumento de las canas, con o sin pandemia. En particular, la pérdida de horas de sueño puede provocar la precipitación del fenómeno. Durante las semanas de confinamiento, muchos vieron aumentar sus problemas de insomnio debido a la ansiedad. Además, el estrés se manifiesta en el cuerpo de varias formas. El acné y la inflamación crónica se encuentran entre los efectos inducidos más comunes. No obstante, el mecanismo exacto por el cual el estrés logra influir en la pérdida de color del cabello es menos conocido.
Las canas son una parte normal del envejecimiento, especialmente después de los 30 años. Las que aparezcan antes de esa edad se consideran, en cambio, un signo de un envejecimiento prematuro. El momento preciso en el que comienza este proceso es determinado en gran medida por la genética. Cada folículo piloso tiene células pigmentadas, que se denominan melanocitos. Con el tiempo se produce una muerte celular programada. Los melanocitos mueren, lo que a su vez reduce la cantidad de pigmento en el cabello, aclarando las hebras y volviéndolas grises.
Genética y estrés, a raíz de las canas
Dicho esto, la genética es solo uno de los componentes que determinan la aparición de las canas. De hecho, es una combinación de ADN y ambiente. Es decir, las condiciones en las que vivimos. Por este motivo, el tabaco, la exposición a la contaminación, el sol y otros factores ambientales juegan un papel fundamental. Del mismo modo, exponer el cuerpo a factores de estrés externos puede acelerar el proceso. Por tanto, incluso si los genes estuvieran programados para volver el pelo gris a los 35 años, las canas podrían aparecer antes.
Generalmente, las personas comienzan a localizar las primeras canas, o un encanecimiento más decidido, entre seis y ocho semanas después de sufrir un evento significativamente estresante. También por este motivo, las ‘alarmas’ sobre la aceleración de la aparición de canas saltaron tiempo después del fin del confinamiento.
A pesar del consenso de los expertos sobre que el estrés y el envejecimiento están relacionados, el mecanismo biológico que vincula estos dos elementos es difícil de definir. Algunos investigadores especulan que el cortisol, la hormona del estrés, afecta a los melanocitos en la base de los folículos pilosos. Otros teorizan que la actividad de los radicales libres, moléculas inestables que, a largo plazo, dañan las células, causada por la inflamación perjudica a la salud de los folículos.
Un reciente estudio publicado en ‘Nature’ ofrece otra teoría. El estrés no dañaría los melanocitos ni los folículos pilosos, sino las células madre que producen nuevos melanocitos. Cuando se activa por el estrés, el sistema nervioso simpático (que gestiona la respuesta automática del cuerpo a situaciones peligrosas) hace que las células madre de melanocitos latentes (células que esperan ser llamadas a la acción para producir pigmento del cabello) se despierten, dividan y mueran.
La hormona del encanecimiento
Según los investigadores, el cortisol no es el responsable de la muerte de estas células madre, sino otra hormona del estrés llamada noradrenalina (o norepinefrina). La distinción entre estas dos hormonas es importante ya que están relacionados con diferentes tipos de estrés.
El cuerpo libera noradrenalina cuando se encuentra bajo estrés agudo, por una amenaza emocional o física inmediata o un evento traumático en curso. Como, por ejemplo, una pandemia mundial. La noradrenalina puede acelerar el ritmo cardíaco, hacer que suden las palmas de las manos y, aparentemente, causar la aparición de canas. El cortisol, en cambio, tiende a aumentar de forma gradual con el estrés crónico.
La buena noticia es que el estrés laboral diario probablemente no produce canas. Lo malo es que una vez que el envejecimiento inducido por el estrés empieza, el efecto es permanente. Aparte del teñido, no se puede hacer mucho para recuperar el color del cabello.
Aun así, es posible romper el ciclo del encanecimiento acelerado por el estrés. No todo el mundo tiene la misma respuesta bioquímica al estrés agudo, pero los métodos para reducirlo pueden ser útiles para todo el mundo. Meditación, yoga para los más espirituales, pero también caminar por el bosque, cocinar o pintar son posibles alternativas. En general, un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada y actividad física, ayuda a contrarrestar los efectos de la noradrenalina.
De hecho, una investigación publicada por la revista ‘Brain Sciences’ encontró que el ejercicio puede suprimir la liberación de noradrenalina ante un episodio de estrés incontrolable. Por lo que darse un paseo diario puede evitar, indirectamente, la aparición prematura de canas. ¿La otra opción? Aceptación. Muchas personas, tanto hombres como mujeres, pueden encontrar que las canas no son una vergüenza que tapar.
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