El padre de James Vlahos falleció de cáncer terminal de pulmón en 2016. Pero con la ayuda de la inteligencia artificial, se las ingenió para hacer inmortal a su progenitor, al menos digitalmente.
Periodista especializado en tecnología y colaborador habitual de medios como ‘Wired’, ‘New York Times Magazine’ o ‘The Atlantic’, cuando Vlahos supo del fatal diagnóstico de su padre, grabó cientos de horas de audio en las que este se explayaba sobre su matrimonio, aficiones y memorias en general. Quería evitar que su vida, como tantas otras, se perdiera en el río del olvido.
Pero un trabajo así estaba condenado a acabar en algún cajón, olvidado en un pendrive o en un disco duro portátil. Sin embargo, por aquel tiempo, Vlahos estaba escribiendo un libro sobre IA conversacional. Y vio que esa tecnología podría valerle para rescatar de una forma muy intuitiva la voz y el espíritu de su familiar siempre que quisiera. Para revivirlo en cualquier momento.
Y ese fue el origen de su Dad-bot, un chatbot que en estos años le ha permitido ‘conversar’ con el difunto cuando ha querido. A través de una app, de un altavoz inteligente con Alexa o incluso intercambiando mensajes de texto en Facebook Messenger.
Vhalos cuenta su experiencia en ‘Wired’
Pero no quedó ahí la cosa. James Vlahos contó su experiencia en un artículo que salió publicado en ‘Wired’. Y muchos medios de todo el mundo empezaron a interesarse por la historia. Y también gente corriente a la que le tocaba la fibra y quería algo así para su madre o su padre.
Como resultado de ese interés inesperado, a principios de 2019 fundó HereAfter, una compañía con sede en California que ahora ofrece este servicio a otras personas. Y, como era de esperar, han sido muchos los que se han puesto en contacto con su startup para prolongar virtualmente la vida de sus seres queridos gracias a la inteligencia artificial y a los chatbots. De hecho, HereAfter (que significa “porvenir” en español) cuenta en estos momentos con cientos de peticiones en lista de espera.
El proceso para crear una historia inmortal es el siguiente. En primer lugar, un empleado de la compañía entrevista por teléfono o presencialmente a la persona que se quiere recordar. La idea es rescatar los recuerdos que marcaron su vida. Pero también canciones, chistes o, por ejemplo, recetas, si es un amante de la cocina.
De ese material luego se saca lo más relevante. Las notas de voz se trocean para que el contenido pueda ser reconocido y manejado por la inteligencia artificial. Y, finalmente, gracias a la plataforma de IA, familiares y amigos pueden interactuar con esta versión sintética del difunto formulándole preguntas en Alexa o a través de una app de móvil.
Recordar al difunto, no reinventarlo
Este otoño, James Vlahos habló de su experiencia con HereAfter en un ciclo de conferencias organizado por la Fundación Ibercaja. En este foro, el periodista y emprendedor reconocía que lo que hace atractivo su servicio es precisamente que permite interacciones cortas con el fallecido. Que no se trata tanto de pulsar un botón y escuchar una voz hablando de su vida durante una hora.
Además, Vlahos deja claro que el chatbot que hace posible esta inmortalidad digital no está pensado para “reinventar” al fallecido gracias a la tecnología. Eso abriría, en su opinión, interrogantes éticos. La esencia es recordarle a través de sus palabras. En HereAfter, la conversación siempre va a girar alrededor de lo que la persona dijo, y respetando además el cómo lo dijo.
Vlahos es escritor y sabe que las historias son más ricas y atractivas si incluyen episodios de fracasos o problemas. Pero reconoce que no todo el mundo quiere entrar en esos detalles, sobre todo porque piensan que van a quedar ahí para siempre.
Construir una memoria visual o sonora es farragoso
En una película de 1993, ‘My life’ (‘Lo mejor de mi vida’), el actor Michael Keaton encarna a un empresario de las relaciones públicas al que se le diagnostica cáncer terminal de riñón. Y para inmortalizarse y hacer posible que el hijo que espera su mujer, Nicole Kidman, lo conozca, graba una serie de películas de vídeo domésticas. En esas cintas, su futuro hijo verá, por ejemplo, cómo cocinaba su padre o cómo conducía.
Sin embargo, en la vida real poca gente hace este tipo de cosas. Vlahos reconoce que la gente no se aventura a construir esta memoria visual o sonora porque muchas veces no sabe cómo organizar sus pensamientos o cómo editar la grabación. Por eso en HereAfter están desarrollando ahora una app para guiar a las personas por sus recuerdos y que no se enreden o el proceso nos les resulte una molestia.
Vlahos dice que con cuatro o cinco horas de conversación se puede sacar bastante material de la persona. Sin embargo, cuantos más recuerdos se graben, más completa será su imagen tras el deceso. Por eso, el periodista anima a los que estén interesados en ser inmortalizados en un chatbot a no esperar a sus últimos años para hacer su “registro vital”. En realidad, la grabación de recuerdos y experiencias puede durar toda la vida, y la persona no tiene que esperar a que un hijo se decida a inmortalizarla.
Es el caso de Andrew Kaplan (78 años), autor estadounidense de novelas de espías, que va camino de convertirse en la primera persona en construir su propio chatbot para la eternidad gracias a HereAfter. Y Kaplan tiene mucho que contar porque ha sido corresponsal en Europa y sirvió con el ejército israelí en la Guerra de los Seis Días, en 1967, entre otras muchas peripecias.
El chatbot Es apropiado cuando pasa el duelo
James Vlahos reconoce que durante el duelo por un ser querido hay pocas ganas de interactuar con su voz a través de la aplicación. En ese momento, de sentimientos a flor de piel, comparar su presencia real con la réplica digital chirría. Sin embargo, con el tiempo se convierte en una buena manera de recordar, como cuando vemos un álbum de fotos o ponemos una película familiar.
También deja claro que el negocio de su compañía viene de que los familiares compren el servicio de chatbot de su ser querido, pero no de comercializar los datos recabados para venderlos a terceras compañías, como hacen Google o Facebook. En su proyecto, el usuario paga una tarifa de entrada por mantener esta información alojada en servidores y siempre disponible. Pero los que no quieren afrontar este pago elevado de entrada, pueden abonarlo en cuotas mensuales.
La tecnología de HereAfter solo está adiestrada por el momento para el inglés, pero su creador no descarta una versión en español en el futuro. Además, ahora trabaja para dar con una app que automatice las grabaciones y también para que las conversaciones suenen más reales, más variadas, más sorprendentes y, en definitiva, menos “robóticas”. Es el gran inconveniente por el momento de toda tecnología conversacional.
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Imágenes | HereAfter, iStock.com/AntonioGuillem