Este 2020 dio comienzo el Decenio de Envejecimiento Saludable, con el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) busca mejorar la calidad de vida de los mayores de todo el planeta. Sin embargo, el plan se ha visto truncado poco después de empezar.
La pandemia ha puesto en riesgo la salud física de nuestros mayores, uno de los colectivos más afectados por el virus. Además, ha aumentado las posibilidades de que se desarrollen problemas a nivel psicológico. Esto es especialmente preocupante, ya que muchos de los mecanismos habituales para hacer frente a estos problemas son, precisamente, los que se recomienda evitar para reducir los contagios de COVID-19.
Confinamientos, aislamiento y menos vida social
Los periodos de confinamiento y las cuarentenas impuestas durante este año han afectado de forma significativa a la salud mental de gran parte de la población. Para los más ancianos esto puede derivar en problemas tanto emocionales como cognitivos.
“Esta situación tiene un impacto emocional, porque muchas veces se ven privados del contacto con sus familias y sin la posibilidad de mantener sus hábitos y sus rutinas”, explica Marta Ramos, psicóloga gerontóloga de la Clínica Dinan y directora de Valora Dependencia. “Además, están sobreexpuestos a información que hace hincapié en las consecuencias de esta enfermedad para los mayores. Todo esto les hace estar más tristes y nerviosos”.
El verse privados de sus rutinas y sin la capacidad de enfrentarse a nuevos retos puede afectarles también a nivel intelectual: “Reciben menos estímulos y esto hace que se propicie un deterioro. No tiene por qué ser irrevocable, ni irreversible, ni significativo, pero, por lo general, las personas mayores que han seguido o siguen el confinamiento muy a rajatabla pueden desarrollar problemas”.
De acuerdo con el informe ‘La COVID-19 y la necesidad de actuar en relación con la salud mental’ de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el aislamiento social, la escasa actividad física y la reducción de la estimulación intelectual aumentan el riesgo de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores. “En nuestros pacientes hemos notado sobre todo un aumento de valoraciones de deterioro cognitivo, fallos en la memoria, casos de ansiedad y ánimos más decaídos”, coincide Ramos.
“Para muchas personas no ha habido primera o segunda ola; siguen prácticamente en la misma situación”
Es importante tener en cuenta también la importancia del paso del tiempo. Casi nueve meses después de la declaración de la pandemia, muchas personas siguen sin recuperar sus rutinas diarias. “Para muchas personas no ha habido primera o segunda ola. Siguen prácticamente en la misma situación, sin salir o haciéndolo lo mínimo indispensable”, explica la psicóloga.
El estigma de la edad
Una de las primeras constancias que tuvimos sobre la COVID-19 era que su gravedad era mayor en las personas adultas. Apenas afecta a los niños, mientras que puede resultar especialmente dura para los ancianos. Cuando las UCI se llenaron y los médicos tuvieron que empezar a priorizar entre unos pacientes y otros, el triaje se basó en muchos casos en criterios de edad, algo que aumentó el malestar y el nerviosismo entre los ancianos.
“No solo se ha hecho una discriminación por edad, sino que además se ha hablado mucho sobre este tema en los medios de comunicación. A muchos les entran dudas. ‘¿Quiere decir esto que si me pongo malo no voy a recibir una asistencia sanitaria por la que he pagado toda la vida? ¿Si hay una cama y entro yo y una persona de 50 a mí ya ni me valoran?’ Esto les afecta en muchos sentidos”, explica la psicóloga.
En su informe ‘The impact of COVID-19 on older persons’ la ONU denuncia algunos casos de estigmatización “en un momento en el que la solidaridad es más necesaria que nunca”. Recuerda también la necesidad de establecer programas y políticas para reducir la discriminación por edad y el impacto de la pandemia en el colectivo de los mayores, un grupo muy diverso que en muchos sentidos no debe ser tratado como una unidad.
“Dos personas con 90 años tienen 90 años de experiencia vital que los diferencian. Es un sesgo brutal y un estereotipo encasillar a la gente mayor como un grupo homogéneo”
“Hay que tener claro que son la máxima expresión de la heterogeneidad”, concuerda Ramos. “Hay gente que viene de lo urbano y de lo rural, personas con educación universitaria y otras que apenas tuvieron escolarización, etcétera. Además, cuanto más mayores nos hacemos, más diferentes somos. Dos bebés son iguales, pero dos personas con 90 años tienen 90 años de experiencia vital que los diferencian. Es un sesgo brutal y un estereotipo encasillar a la gente mayor como un grupo homogéneo, cuando no hay ningún otro más heterogéneo”. Lo que sí es cierto, concede, es que son personas que se criaron en entornos más duros, incluso aquellos que tuvieron mejor suerte. Esto les hace, por lo general, muy resilientes.
Devolver la rutina a la pandemia
Los mayores suelen compartir miedos. Temen la soledad, el abandono, el desarraigo y que los demás tomen decisiones por ellos. “No les gusta el ‘no puedes, no sabes, no debes’”, señala la psicóloga de la Clínica Dinan. Esto supone un problema este año, en el que de repente se han visto privados de muchas de sus actividades.
Para evitar que la situación se complique, es importante encontrar la manera de hacer encajar sus hábitos en la nueva situación. “Deben tener una rutina: hacer ejercicio físico, leer, no descuidar el aseo y mantener el contacto con los seres queridos, si no puede ser de forma presencial, a través de la tecnología”, recomienda la psicóloga. “La mayoría se llevan muy bien con las nuevas tecnologías. Ya saben usar dispositivos electrónicos y basta con instalarles un programa para hacer videollamadas para que aprendan a usarlo”.
Es importante también evitar la sobreinformación y atender a los medios de comunicación de forma responsable. “A mis pacientes y mis alumnos les digo que se limiten a un telediario al día. El que elijan, pero solo uno al día. No van a obtener más información por el hecho de ver varios, solo consiguen aumentar su estrés al estar todo el día escuchando hablar de cifras sobre las que no tenemos ningún control. Esto genera mucha inseguridad y aumenta el miedo”, explica Ramos.
En lugar de ver programas de actualidad, la psicóloga especializada en mayores recomienda optar por concursos (que pueden ser un buen ejercicio cognitivo), documentales, películas y series. Recomienda, también, volver a un antiguo hábito que además de bonito puede resultar muy sano: escribir cartas a amigos y familiares.
Un importante pilar de la comunidad
A la hora de detectar si una persona mayor está teniendo problemas emocionales o de tipo cognitivo, no hay una ciencia exacta. No se dan señales universales, pero sí existen algunas a las que se debe prestar atención.
La primera es la que lanzan los cambios físicos: aumento o pérdida de peso, diferencias en los hábitos de alimentación y cambios en los horarios de sueño. La segunda, las quejas por molestias también físicas. “Los mayores no suelen decir ‘tengo ansiedad’ o ‘estoy decaído’”. La mayor parte de las veces van a traducir el malestar psicológico en síntomas físicos”, aclara la psicóloga.
Otro punto a tener en cuenta son los cambios de personalidad. Por ejemplo, casos en los que una persona muy habladora pasa a estar más callada o viceversa. Y, por último y en situaciones más extremas, cuando se expresa directamente un sufrimiento, ya sea verbalmente o en forma de llantos. “En estos casos, es importante evitar tratar sus problemas con frases como ‘es normal’ o ‘estamos todos así’. Debemos tener en cuenta que cada persona tiene una situación diferente y que muchos jóvenes tenemos herramientas y posibilidades de las que ellos no disponen”, indica Ramos.
De acuerdo con la psicóloga, lo más importante es hablar con ellos y recordar que son personas capaces. “Tenemos la imagen del anciano hecho polvo, pero hoy en día muchos mayores son personas autosuficientes y autónomas”, concluye Ramos. “Si vamos a la salida de un colegio, quienes están allí buscando a los niños son sus abuelos. La inmensa parte de la población mayor está activa y juega un papel fundamental para que la sociedad no se desmorone hoy en día”.
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