Son las ocho de la tarde de un sábado cualquiera y Super Mainstream ya está en pijama. Antes de acostarse prepara micrófonos, cámaras, luces y pantallas cerca de su cama. Luego lanza una transmisión en vivo durante la cual no hará más que dormir frente a miles de espectadores. Así es cómo algunos streamers ganan varios miles de euros.
Después de los streamers pagados por comer, también están los que cobran por dormir. El interés en estos vídeos alcanzó números de récord en las primeras semanas de 2021. Los volúmenes de búsqueda han aumentado en un 426 % en comparación con el mismo período del año anterior. En las primeras tres semanas del mes aparecieron más de 170 vídeos en YouTube frente al total de 500 de 2020. A estos hay que sumar los de otras plataformas, empezando por Twitch.
En unos casos, el concepto es parecido a los desafíos que tanto triunfan en las redes sociales. Los streamers (los que antaño eran youtubers, pero ahora hay muchas más plataformas) intentan dormirse mientras sus fans tratan de despertarlos. Los espectadores pueden hacer que Alexa, situado en el cuarto del autor del directo, reproduzca frases, canciones y vídeos; lo consiguen por mensajes de síntesis de voz. La gente paga alrededor de 2 € para que Alexa haga lo que sea, incluso llamar a la policía. Super Mainstream asegura que en seis horas de directo puede ganar unos 2200 €.
El aburrimiento que se adueñó de muchas personas durante las noches de confinamiento sin duda ha jugado un papel importante en el éxito de estos vídeos. De hecho, el mayor número de visitas se registra durante las horas nocturnas del fin de semana. Aun así, en realidad se trata de contenidos que llevan tiempo existiendo.
Cómo nació el fenómeno
La moda comenzó en 2017, cuando Ice Poseidon, un autor que originalmente estaba sobre todo en Twitch, ganó más de 5000 € grabándose durante la noche. El año siguiente, la práctica se hizo popular también en YouTube. La explosión llegó cuando Asian Andy, uno de los streamers más populares, con más de un millón de suscriptores, creó su primer directo nocturno.
Se trató de una afortunada coincidencia, y en uno de sus vídeos explica cómo nació la idea: “Me enviaron unos dulces por correos y me los comí, sin darme cuenta de que eran de marihuana”, admitió Asian Andy. “Prácticamente me desmayé, y mis espectadores seguían tratando de despertarme a través de donaciones. Gané 660 €, mucho más que nunca en una transmisión en vivo estando despierto. Lo encontré divertidísimo».
De la nada, nació una estrella. Desde ese primer vídeo durmiendo, que desde entonces ha tenido más de nueve millones de visualizaciones, Asian Andy nunca ha dejado de hacerlo. En 2020 llegó a ganar 16.000 € con dos directos diferentes. Si bien muchas de las retransmisiones actuales están inspiradas en Asian Andy, el formato ha comenzado a evolucionar y cambiar.
Ahora son cada vez más frecuentes los vídeos que se caracterizan por una mínima interacción entre el creador y los espectadores. Abundan los largos momentos de sueño ininterrumpido en los que no ocurre absolutamente nada. Entonces, ¿por qué la gente los mira?
Por supuesto, parte del éxito proviene de las conversaciones con otros espectadores en el chat, que se mantiene animado durante toda la noche. De hecho, no es un concepto muy diferente al que todavía empuja a muchas personas a ver las transmisiones en vivo del Gran Hermano. Para algunos, estos programas parecen tener incluso un valor ‘terapéutico’, una especie de ayuda contra el insomnio.
Algunos streamers aprovechan el tirón del erotismo
La mayor demanda de contacto humano en los espacios en línea permite que incluso los streamers menos populares ganen durante sus horas de sueño. Milow Stream lanzó su canal el 23 de diciembre 2020 y desde entonces ha acumulado más de 40.000 visitas y unos 1000 € en donaciones en el transcurso de unas pocas semanas. En este caso, las transmisiones en vivo son casi sin interacción.
Algunas personas aprecian especialmente el silencio, la tranquilidad y la sensación de estar con alguien, mientras que otros ven estos contenidos como una forma de ‘fetichismo voyeurista’. Hay que decir, de hecho, que en algunos casos entra también un pequeño componente erótico, favorecido por la indumentaria del protagonista del directo. Eso sí, no todo el mundo puede apostar por este aliciente.
Además, Milow Stream ya tuvo que enfrentarse al cierre de su canal de YouTube, sustituido por uno de reserva. La plataforma, de hecho, tiene reglas estrictas sobre desnudez y contenido sexual. Sin embargo, esta misma política en el pasado le había permitido reducir la presión de algunos espectadores que le pedían que mostrara sus pies u otras partes del cuerpo. De esta forma, es posible realizar una selección de espectadores y comentarios.
Algo muy similar ocurre también con los ya famosos vídeos de ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response), donde el límite entre relajación, voyerismo, exhibicionismo y erotismo es muy difuso. El hecho es que el interés por los vídeos de gente durmiendo ha crecido a lo largo del último año. Y todo sugiere que no será una tendencia pasajera, precisamente porque estos contenidos son parte de una tendencia más amplia. Por eso también es probable que sigan existiendo incluso después de la pandemia, especialmente si los autores continuarán ganando dinero.
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