En Gliese 486b, un día dura lo mismo que un año. Así, mira siempre hacia su estrella con la misma cara. Gliese 486b es un planeta en el que corren los ríos de lava y en el que los días de más calor se alcanzan los 430 grados Celsius.
Y, aun así, Gliese 486b es más parecido a la Tierra de lo que podría parecer.
Este exoplaneta, situado a 26 años luz del sistema solar, acaba de ser descrito por el consorcio CARMENES, en el que colaboran 11 instituciones españolas y alemanas, en un artículo publicado en ‘Science’. Todo apunta a que Gliese 486b es una supertierra caliente; un planeta rocoso con núcleo metálico bastante parecido a Venus que parece conservar una tenue atmósfera. Es el candidato ideal para poner a prueba los nuevos instrumentos espaciales, estudiar las condiciones para la vida en otros planetas y observar nuestro propio futuro.
Gliese 486b: a ocho pársecs de distancia
Han pasado poco más de 25 años desde el descubrimiento de Dimidio, antes llamado 51 Pegasi b. Desde que se confirmó la existencia del primer exoplaneta orbitando una estrella, muchos otros planetas extrasolares se han sumado a la lista. De acuerdo con la agencia espacial de Estados Unidos, la NASA, a día de hoy se ha confirmado la existencia de 4375 exoplanetas, y existen otros casi 6000 candidatos.
La evolución de los instrumentos de exploración espacial ha sido tal en este cuarto de siglo que la búsqueda planetaria cada vez se refina más. Ya no vale con encontrar cualquier astro. Se trata de buscar aquellos que más se parecen al nuestro y que pueden, hipotéticamente, albergar o haber albergado vida. A eso se han dedicado durante los últimos años los instrumentos instalados en el Observatorio de Calar Alto (CAHA), instalados en la Sierra de los Filabres, en Almería.
Ha sido desde allí que se ha podido observar por primera vez Gliese 486b, gracias a un trabajo en el que han colaborado, entre otros, el Instituto de Astrofísica de Andalucía, el Instituto de Astrofísica de Canarias y el Instituto Max Planck de Astronomía. En el hallazgo también han contribuido los datos recopilados por, entre otros instrumentos, el MuSCAT2 instalado en el Telescopio Carlos Sánchez del Observatorio del Teide.
El exoplaneta gira alrededor de una enana roja, Gliese 486, mucho más débil y fría que el Sol. De hecho, esta estrella podría ser de las más antiguas en la Vía Láctea, superando en varios miles de millones de años la edad de nuestro sol. A su alrededor, girando a 2,5 millones de kilómetros y ocho pársecs de distancia de la Tierra (26 años luz), orbita Gliese 486b. A pesar de que la estrella es débil, la proximidad del planeta, con un tamaño un 30% mayor que la Tierra, hace que en la superficie las condiciones sean tórridas.
“El descubrimiento de Gliese 486b ha sido un golpe de suerte. Si hubiera estado un centenar de grados más caliente, toda su superficie sería de lava y su atmósfera consistiría en rocas vaporizadas”, explica José Antonio Caballero, investigador del Centro de Astrobiología (CAB) y coautor del estudio. “Por otro lado, si Gliese 486b fuera un centenar de grados más frío, no habría sido adecuado para observaciones de seguimiento”.
La piedra Rosetta de la vida extraterrestre
Para el descubrimiento, los investigadores utilizaron las técnicas combinadas de fotometría de tránsito y espectroscopía de velocidad radial. Según los datos recabados, Gliese 486b ha logrado conservar una atmósfera tenue a pesar de la cercanía de su estrella, cuya irradiación tiende a evaporar la atmósfera. Esto lo ha convertido en un objeto de estudio interesante para la próxima generación de instrumentos astronómicos, que ya está en construcción.
Por ahora, los instrumentos del consorcio CARMENES deberán determinar la orientación orbital del planeta y la composición química de esta atmósfera observando los tránsitos de Gliese 486b (cada vez que pasa entre su estrella y nosotros). También, mediante una técnica conocida como espectroscopia de emisión, buscarán obtener más información sobre las condiciones de la superficie planetaria iluminada y caliente.
“La cercanía al sol de este exoplaneta es emocionante porque será posible estudiarlo en mayor detalle utilizando potentes telescopios como el próximo Telescopio Espacial James Webb y el ELT [Extremely Large Telescope] actualmente en construcción”, explica Trifon Trifonov, líder del estudio y astrónomo del Instituto Max Planck de Astronomía (MPIA). Su importancia es tal que sus investigadores lo han bautizado como la piedra Rosetta que nos ayudará a entender si otros mundos son habitables.
EL TELESCOPIO MÁS GRANDE DE LA TIERRA
El Telescopio Espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para el 31 de octubre de este año, es probablemente el telescopio más avanzado y complejo que se ha construido hasta ahora. De hecho, las exigencias y las expectativas son tan altas que el lanzamiento definitivo se producirá con más de una década de retraso frente a los planes iniciales. El James Webb orbitará la Tierra a 1,5 millones de kilómetros de distancia. Nos permitirá, por primera vez, observar las primeras estrellas del universo y analizar en detalle la atmósfera de muchos exoplanetas.
Por su parte, el ELT, siglas en inglés de telescopio extremadamente grande, será, una vez construido, el mayor telescopio en la superficie terrestre. Situado en el cerro Armazones, en el desierto chileno de Atacama, podría entrar en funcionamiento en 2025, si nada se tuerce. Su diseño contempla un espejo primario de 39,3 metros de diámetro, uno secundario de 4,2 metros y otro terciario de 3,75 metros. El espejo principal está especialmente pensado para observar las atmósferas de los planetas extrasolares.
Una de las primeras misiones de ambas herramientas podría ser dirigir sus potentes miradas hacia Gliese 486b. En los entresijos de su débil atmósfera, caldeada por una pequeña (y anciana) estrella, podría estar la clave para entender un poco más del universo y para saber, quizá, si después todo no estamos solos en nuestro viaje cósmico.
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Imágenes | IAA-CSIC, IAC-CSIC/Renderarea, MPIA