La escasez de chips puede que te resulte un tema raro o lejano, pero, sin duda, nos afecta en el día a día. Por ejemplo, si llevas tiempo detrás una PlayStation 5 ya sabrás lo complejo que resulta encontrarla disponible.
Meses después de su lanzamiento, el stock no se estabiliza, hecho que muchos analistas vinculan a un problema global: la crisis de los semiconductores.
Había mucha expectación ante la salida de esta consola de nueva generación, pero cada vez resulta más obvio que los problemas de disponibilidad no sólo afectan a Sony. Hay un ejemplo claro en el sector del móvil. Muchos flagships en 2021 presentan procesadores Snapdragon 860 o 870, versiones mejoradas de gamas anteriores, en vez del tope de gama actual de Qualcomm, el 888.
Como explicaba LinusTechTips, las tarjetas gráficas también viven su particular crisis. Necesarias para dotar a nuestros ordenadores de potencia bruta de proceso, son cada vez más caras y difíciles de encontrar, convirtiéndose en objeto de deseo para los contrabandistas. No es el único ámbito donde se está notando. Gigantes del sector de automóvil como Daimler, Nissan, Honda o Ford han anunciado que se ha visto afectada su producción. Incluso Volkswagen, el mayor fabricante del mundo, ha tenido que ajustar sus planes de fabricación.
LA ESCASEZ DE CHIPS, UN PROBLEMA GLOBAL
La escasez de chips a nivel global es transversal a casi todos los sectores y se sustenta en varias causas. La primera es, obviamente, la pandemia. Las drásticas medidas tomadas por los distintos gobiernos para contener los efectos de la COVID-19 han provocado problemas de producción y logística a nivel internacional.
Las cuarentenas y el crecimiento exponencial del trabajo en remoto han multiplicado los servicios de teleconferencia y la compra de tecnología. Renovar equipo (televisiones, ordenadores, consolas… ), tanto para hacer más llevadero el encierro como para gestionar sin problemas la jornada laboral desde casa, nunca había parecido tan necesario.
También los bitcoins han aportado su granito de arena. Con el valor de las criptodivisas por las nubes, las tarjetas gráficas se han vuelto objetivo prioritario. A esto se une la reciente popularidad de los tokens no fungibles, con la venta de una obra de Beeple por la friolera de 69 millones de dólares. La creación y venta de un NFT exige un ‘minado’ que consume capacidad de proceso y muchísima energía.
La geopolítica, tal como explicaba TechAltar en su interesantísimo vídeo ‘La dificultad de fabricar chips’, genera su cuota de inestabilidad. Es un panorama complejo en el que, más allá de los titulares al respecto de Estados Unidos y Huawei, hasta las estructuras de los procesadores, como x86 y ARM, tienen un componente político. Recordemos, como ejemplo, que las tensiones entre Estados Unidos y China influyeron en el veto de un acuerdo tan importante como el de Qualcomm y NXP, especializada en el diseño de semiconductores para el sector del automóvil.
OUTSOURCING Y CUELLOS DE BOTELLA
Según comentaba a ‘The Verge’ el profesor de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos) Christopher Tang, en el año 2000 había 30 empresas que creaban sus propios sockets, pero los desorbitados costes de ingeniería han provocado un aumento drástico de la externalización. Aunque los procesadores se conciban in house, como en el caso de Apple y sus famosos Silicon, al final esos diseños los fabrican otras compañías.
A día de hoy quedan muy pocas firmas, como TSMC, Samsung y GlobalFoundries, con capacidad para fabricar en grandes cantidades. Solo la primera provee a gigantes como Sony, Apple, Qualcomm, Microsoft y NVIDIA. Incluso Intel, que fabrica sus propios chips, también relega allí partes del proceso. En un sector donde the winner takes all, cuando hay problemas de desabastecimiento no se puede recurrir a actores pequeños que quedaron atados de pies y manos en épocas anteriores.
Además, el microprocesador en sí es solo una parte del problema. En un móvil, tarjeta gráfica o consola hay cientos de componentes, y en su desarrollo compiten empresas como NXP, Infineon, ST Microelectronics, Renesas y Analog Devices. Hace años, algunas diseñaban y fabricaban; en la actualidad el modelo imperante es el de deshacerse de las fundiciones y mejorar márgenes de beneficio.
Esta externalización es además muy compleja. Las compañías no quieren verse expuestas a desequilibrios producidos por terremotos, atentados, presiones políticas o una pandemia global, pero es casi imposible sortear el cambio de modelo en el sector.
SOLUCIONES PARA UN FUTURO SIN ESCASEZ DE CHIPS
El panorama parece gris, pero ya se actúa para corregir esta situación anómala. Al éxito de Apple con sus M1 se unen esfuerzos de otras grandes compañías. Por ejemplo, Google está desarrollando procesadores propios basados en la estructura Exynos de Samsung para no depender tanto de Qualcomm.
Grandes productores como TSMC, Intel o la propia Samsung han anunciado proyectos multimillonarios para construir nuevas plantas en Estados Unidos. De hecho, el presidente Joe Biden ha desvelado un ambicioso plan de inversión pública parar afrontar el desabastecimiento de semiconductores. China y la Unión Europea tampoco se quieren quedar atrás. Hace poco, los presidentes de España y Holanda, Pedro Sánchez y Mark Rutte, anunciaron planes europeos para fomentar la i+D.
La mayor presencia de tecnología en nuestras vidas, incluyendo a los dispositivos conectados que anticipan un futuro a velocidad 5G, supone un gran reto. La dirección parece ser la correcta, pero como consumidores nos tocará tener paciencia. Seguirá costando comprar una PlayStation 5, sí, pero este asunto será cosa del pasado cuando aterrice entre nosotros la siguiente generación de consolas.
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Imágenes | Foto de Johannes Plenio en Pexels, Vídeo “Semiconductor shortage explained” de Linus Tech Tips, Vídeo “The global chip shortage, explained” de The Verge, Procesador M1 de Apple