«El mar tiene sus organismos, ellos están en su medio y nosotros somos los que estamos disfrutando de él». Así de claro lo deja Laura Prieto, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN) que, en la actualidad, desarrolla una herramienta para predecir la presencia de medusas.
CSIC-Cultura Científica, la experta insiste en que es fundamental comprender que las medusas forman parte del ecosistema marino, a pesar de la inquietud que causan en los bañistas. De hecho, estamos hablando de unos organismo admirables los más antiguos que existen en el planeta y que prácticamente no han cambiado nada desde hace 500 millones de años. Eso indica que las medusas han pasado diferentes épocas glaciares e interglaciares sin tener que modificar su organismo.
En una entrevista publicada porLaura Prieto explica que «la visión negativa de las medusas es propia de los países occidentales. En los países orientales es al revés. Hay zonas del mundo en las que la gente paga por nadar entre medusas. En Asia, comen medusa desde hace miles de años y tienen muchas recetas. Además, en los últimos cinco años se está avanzando mucho para aplicar algunas de sus propiedades en biomedicina, nutrición o cosmética. Incluso se reconoció con un Premio Nobel la obtención de una sustancia con propiedades fluorescentes destinada a la detección del cáncer procedente de estos animales».
«El potencial de los productos naturales que puedes obtener de una medusa es altísimo. Cada día se descubren más. Nosotros hemos hecho una investigación con la medusa Rhizostoma luteum, de la que se desconocían ciertas propiedades. Hemos visto que tiene mucho omega 3 y colágeno que parece más compatible con el ser humano que el utilizado actualmente, obtenido de la producción porcina. Es un campo nuevo y muy interesante», añade.
medusas y turismo
La investigadora, enamorada de estos organismos gelatinosos, lamenta que cuando empezó a estudiarlos, en 2005, había una invasión de medusas en el Mar Menor y se pagaba a los barcos de pesca para retirar las medusas y enterrarlas, a pesar de que esas medusas no pican a los humanos. «Podrían haber hecho como en otras zonas y verlas como una parte más del turismo», señala.
Laura Prieto insiste en que son parte del ecosistema y hacen su función dentro de él. «Las medusas están en medio de la cadena trófica, con los depredadores en niveles más altos (atunes, tiburones, pájaros) y organismos que hacen la fotosíntesis, como el fitoplancton, en los más bajos. Ellas hacen su papel tanto hacia abajo como hacia arriba. La solución no es retirarlas. Si están en equilibrio con el ecosistema, que haya medusas no tiene por qué ser señal de que algo está mal. Sin embargo, si el ecosistema está dañado y hay demasiadas medusas, hay que plantearse por qué ganan las medusas con respecto a otros organismos que están al mismo nivel en la cadena trófica».
«Si te quieres bañar en un sitio donde no haya peces araña que te piquen, ni medusas, ni que metas la mano en una roca y te muerda la mano una morena, entonces báñate en una piscina. El mar es lo que tiene, tiene sus organismos, ellos están en su medio y nosotros somos los que estamos disfrutando de él«, subraya.
el peligro de la picadura
En cuanto al peligro de su picadura, la investigadora explica que la potencia del veneno depende de la especie. «En el caso de nuestras costas, en el Atlántico, la carabela portuguesa es la que tiene una picadura más dolorosa. Cuando llega, ya sea al golfo de Vizcaya, a la costa gallega, al golfo de Cádiz, o entra al Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar, es por condiciones determinadas tanto meteorológicas como climáticas. Tiene tentáculos muy grandes y el veneno es más fuerte, por lo que puede tener mayores consecuencias».
«Si eres muy sensible o alérgico, o en el caso de los niños o ancianos, y la cantidad de veneno que llega a tu organismo es muy elevada, puede generarse una reacción alérgica», concluye. La carabela portuguesa es la única que ha provocado un caso de muerte por picadura de medusa en toda la cuenca del Mediterráneo y tuvo lugar en Cerdeña, en 2010.