El aumento de las temperaturas medias durante las estaciones cálidas es una de las consecuencias del cambio climático. Un reciente estudio publicado en ‘Nature Climate Change’ ha analizado casi treinta años de datos sobre temperatura y mortalidad en 700 lugares de 43 países del mundo, entre 1991 y 2018. Los resultados indican que casi el 40% de las muertes relacionadas con el calor fueron causadas por actividades humanas.
En términos absolutos, las muertes observadas durante las estaciones cálidas en estos sitios fueron 1 670 000, de las cuales alrededor de 26 000 fueron causadas por el calor. De ellas, cerca de 10 000 serían de origen antropogénico. Sin embargo, existe una gran variabilidad geográfica. Las zonas septentrionales son, por lo general, menos afectadas que las del sur.
El análisis no considera eventos extremos como la ola de calor de 2003, sino la tendencia general de aumento de las temperaturas. Los investigadores realizaron un análisis estadístico que les permitió estimar cómo la temperatura afecta a la mortalidad durante las estaciones cálidas. En particular, pudieron apreciar cuánto aumenta el riesgo de morir en los diez días posteriores a la observación de una temperatura más alta de la óptima.
En Chicago (Estados Unidos), por ejemplo, un día con 31° C se asocia con un 36% más de riesgo de muerte. Mientras que en Johannesburgo (Sudáfrica) el aumento del riego es solo del 9% después de un día a 24° C. En Berlín (Alemania) y Madrid crece un 57% después de un día de 28° C y 31° C, respectivamente. La mortalidad relacionada con el calor es motivo de especial preocupación en los países de la región mediterránea. Esto depende de un amplio abanico de factores: desde la estructura demográfica de la población a las infraestructuras, pasando por el sistema sanitario y las características de las ciudades.
Con y sin intervención humana
La edad media es, sin duda, un factor relevante, porque los mayores son los más afectados por el calor. Los investigadores utilizaron los datos extraídos para construir series históricas de mortalidad en dos escenarios distintos. Por un lado, uno factual en el que, utilizando diferentes modelos climáticos, generaron la serie histórica de las temperaturas entre 1991 y 2018. Y otro llamado contrafactual, donde se excluyó el aporte antropogénico para obtener una serie histórica de las temperaturas que hubiéramos observado entre 1991 y 2018 si nuestra especie no hubiera contribuido al calentamiento global.
La temperatura media durante las estaciones cálidas en el escenario factual va desde los 21,5° C de finales del siglo XX a los casi 23° C en la década de 2010. Por el contrario, la temperatura se mantiene bastante estable en el escenario contrafactual, sin la intervención de las actividades humanas. También en este caso se aprecian fuertes variaciones geográficas.
Para cada escenario, los investigadores consideraron muertes asociadas con el calor las que se produjeron en los diez días posteriores a la observación de temperaturas por encima de la óptima. Luego calcularon la diferencia entre los dos valores obtenidos en los escenarios factual y contrafactual. Debido a la alta vulnerabilidad endémica de algunas zonas, en particular, la del Mediterráneo, la mortalidad asociada a las temperaturas en el escenario sin la contribución de las actividades humanas también es muy elevada.
De hecho, Portugal, España, Grecia e Italia tienen el mayor porcentaje de muertes asociadas a las altas temperaturas. Y de estos fallecimientos, la fracción debida a actividades humanas ronda el 30%. Si, en cambio, consideramos el caso de Brasil, el impacto de la temperatura es mucho menor que en España. Sin embargo, la contribución antropogénica es mucho más importante.
El calor mata
Según los modelos matemáticos elaborados por los investigadores, en Brasil alrededor de 1300 personas mueren cada año por el calor. De estas, 900 fallecen en relación con las actividades humanas que producen el aumento de las temperaturas. Todos estos datos indican, por un lado, la alta vulnerabilidad de los países mediterráneos. Y, por otro, el fuerte impacto del cambio climático en naciones como Brasil.
También hay lugares donde estas dos condiciones ocurren de forma simultánea. Es el caso de Paraguay, que presenta una vulnerabilidad bastante significativa al aumento de las temperaturas. Y, al mismo tiempo, sufre más que otros países por el calentamiento global causado por la actividad humana. Todo ello con un aumento de la temperatura promedio en la temporada de calor de alrededor de 1,8° C.
Para muchos países de renta baja y mediana no existen datos de temperatura y mortalidad. A menudo se encuentran entre los más susceptibles al cambio climático. Además, son los países donde se espera el mayor crecimiento de la población, lo que añade un factor de preocupación. La obtención de estos datos sería importante para permitir que la ciencia intente proporcionar información útil para la adaptación.
Antes de acabar, hay que decir que las estimaciones de las tasas de mortalidad asociadas al aumento de las temperaturas de origen antropogénico tienen un amplio margen de incertidumbre. Tanto por posibles errores en la estimación de las funciones exposición-respuesta como por la gran variabilidad que caracteriza los modelos climáticos utilizados en el estudio. No obstante, estos estudios son una herramienta fundamental para analizar los riesgos que el cambio climático supone para la salud. Por lo tanto, es importante que en el futuro se vuelvan más precisos y capaces de detectar incluso fenómenos a muy pequeña escala, como las llamadas ‘islas de calor urbanas’.
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