El 16 de junio de 1963, Valentina Tereshkova despegó al mando de la misión Vostok 6 con la intención de convertirse en la primera mujer en viajar al espacio exterior. El nombre en clave para la cosmonauta era ‘chaika’, gaviota en ruso.
Entonces éramos testigos de la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, con programas paralelos que mostraban al mundo el poderío tecnológico de las dos naciones. Conseguirlo sería era un hito importante para el Kremlin, ya que suponía volver a adelantar a sus competidores, como hicieron un par de años atrás con Yuri Gagarin, primer astronauta en el espacio.
La misión fue un éxito, con la cosmonauta soviética se inauguraba así la aventura femenina en el espacio. No encontramos mejor momento para rememorar la hazaña que estos días en los que la mujer astronauta es noticia con la veterana Wally Funk como protagonista.
“Un pájaro no puede volar con un solo ala. Los vuelos espaciales no podrán desarrollarse sin la participación activa de las mujeres”. Valentina Tereshkova
A bordo de la Vostok 6
El programa Vostok dio sus primeros pasos en 1961. Con él la Unión Soviética consiguió que un ser humano orbitara la Tierra por primera vez con la reconocida figura de Gagarin. Tras cumplir esa primera misión, el ingeniero Serguéi Koroliov se propuso enviar una mujer al espacio exterior.
Tras una dura selección, Tereshkova fue la elegida para partir en el vuelo de la Vostok 6 como único tripulante, completando 48 órbitas a la Tierra en 2 días y 22 horas. En ese tiempo tuvo que pilotar manualmente la nave, confeccionar un diario de a bordo, incluso tomó fotos de la Tierra.
Dos días antes de su lanzamiento, mandaron al cosmonauta Valery Bykovsky al espacio a bordo de la Vostok 5. Además de ponerse la medalla de lanzar a la primera mujer en la Vostok 6, estuvieron trabajando las comunicaciones entre las dos naves en el espacio, que llegaron a estar a 5 kilómetros de distancia.
Tereshkova, a sus 26 años, inscribió su nombre en la historia: se había convertido en la primera mujer en visitar el espacio exterior. Había cumplido una misión para Rusia, pero también para el feminismo.
No fue una misión plácida
El resultado fue positivo y nos quedamos con una experiencia muy bonita para la humanidad, pero el vuelo no fue todo lo plácido que cabía esperar. En los más de dos días de viaje Tereshkova experimentó fuertes náuseas y jaquecas que, por suerte, no le impidieron realizar sus tareas.
Una vez en órbita, reconoció un error en la programación de la trayectoria que le habría impedido descender para volver a suelo terrestre. Una situación que pudieron corregir con la intervención de la cosmonauta, pero que no se hizo pública hasta que pasaron treinta años.
El 19 de junio de 1963 tuvo lugar el complicado descenso de 6000 metros en paracaídas y aterrizaje en Karaganda, Kazajistán. Tereshkova se convirtió en una leyenda, pero, paradojas de la vida, su madre no tenía televisión para ver la hazaña y tuvo que descubrir las ‘secretas’ andanzas de su hija en casa de unos vecinos.
¿Por qué Valentina?
Valentina Tereshkova nació un 6 de marzo de 1937 en una aldea en el centro de Rusia, vivió una infancia fascinada por ser maquinista y recorrer mundo. Sus ilusiones fueron truncadas por la Segunda Guerra Mundial, en la que falleció su padre, tractorista de profesión.
Desde muy joven practicó deporte y se especializó en una disciplina tan peligrosa como el salto en paracaídas; llegó a ser instructora. Es interesante conocer que no fue al colegio hasta los 8 años y abandonó pronto la vida académica para comenzar a trabajar en la industria textil. Por suerte, pudo continuar sus estudios en la escuela nocturna.
La Fuerza Aérea Soviética realizó una exhaustiva búsqueda en clubes de vuelo para localizar mujeres paracaidistas, con intenciones mayores. Tereshkova fue una de las cuatrocientas elegidas. La selección fue muy dura, con competidoras que, como cabía esperar, estaban mejor preparadas que ella en muchos aspectos.
Al final del proceso solo quedaron cinco mujeres. Pasó dos años de formación para terminar convirtiéndose en la elegida por Sergei Korolev, responsable del programa espacial soviético.
¿La razón? Sus compañeras estaban mejor preparadas, pero ninguna podía competir con Tereshkova en la capacidad de influir en la sociedad y despertar la simpatía entre sus iguales. Sus orígenes humildes la acercaban al pueblo, algo que era prioritario para los dirigentes rusos.
Del espacio al Kremlin
Tereshkova nunca se manifestó lejana al mundo político; de hecho, comenzó a trabajar como secretaria para el Partido Comunista a los 24 años. Tras la carrera espacial se doctoró en 1977 como ingeniera y pasó a ser miembro del Comité Central del Partido Comunista.
En todo este tiempo ha desempeñado puestos de representación y diversos cargos políticos en la Unión Soviética. Destacamos su participación en la Conferencia Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con motivo del Año Internacional de la Mujer (México, 1975). También el premio Simba por su labor de promoción de las mujeres (1982).
A día de hoy, octogenaria, está retirada de las fuerzas aéreas, pero sigue activa en la vida política, asistiendo a la Duma, el nombre por el que es conocido el parlamento ruso. De lo que tampoco se ha retirado es de posibles aventuras espaciales, ya que en diferentes ocasiones ha manifestado su interés en volar a Marte, a sabiendas de que sería un viaje sin vuelta.
19 años para la segunda mujer en el espacio
Desde la hazaña de Tereshkova ninguna mujer ha realizado una misión al espacio exterior en solitario. Pasaron 19 años para que otra mujer, Svetlana Savistskaya, volviera al espacio con la misión Soyuz-T 7 en 1982.
Se tardó mucho en volver a crear un grupo de mujeres cosmonautas por un cambio de prioridades en el gobierno. Para Nikita Jruschov la carrera espacial fue prioritaria, pero a partir de 1964, con Leonid Brezhnev como nuevo líder, los programas quedaron bastante pausados hasta 1979.
No cabe duda de que la carrera especial femenina fue ganada por los rusos, ya que nos tenemos que remontar a 1983 para ver a Sally Ride en una nave, la primera estadounidense en el espacio.
Wally Funk, la persona con más edad en el espacio
Hemos puesto en valor el perfil de Valentina Tereshkova, pero en paralelo ha existido otra vida femenina que podría haber tenido un destino parecido. Por desgracia, han tenido que pasar muchos años para igualar la gesta. Nos referimos a Wally Funk y su experiencia con Blue Origin.
En la década de los sesenta, momento en el que el programa espacial de Estados Unidos estaba dando sus primeros pasos, se lanzó un proyecto conocido como Mercury 13 para iniciar a las mujeres en la carrera espacial con el rol de astronautas.
Un grupo de mujeres, entre las que se encontraba Funk, consiguieron superar todas las pruebas, con notas superiores a muchos hombres, pero el Gobierno decidió dejarlas en la Tierra. La vida es larga y llena de sorpresas, ya que la aspirante a astronauta ha podido acompañar al magnate Jeff Bezos en el vuelo suborbital de la compañía Blue Origin. Lo más destacado no es que haya podido vivir la experiencia el pasado 20 de julio, es que lo ha hecho a los 82 años, convirtiéndose en la persona con mayor edad en salir de nuestro planeta.
La NASA quiere una mujer en la Luna
La NASA anunció en 2017 su plan Artemis, que tiene como objetivo que una pareja formada por una mujer y un hombre explore la superficie lunar en 2024. Recordemos que la última visita a nuestro satélite natural se remonta a 1972. Se habla además que los tripulantes tendrán la oportunidad de pisar una superficie que no ha sido conocida por la humanidad, el polo Sur de la Luna.
Artemis es la diosa de la Luna en la mitología griega, hermana melliza de Apolo, que es el nombre que recibió el programa espacial más conocido de la NASA y que consiguió la misión de llevar primera vez un hombre a la Luna. Un pequeño paso para una mujer, un gran paso para el feminismo.
En Nobbot | Así nos imaginamos la primera ciudad humana en Marte
Imágenes | Roscosmos | Andrew Graw | RIA Novosti archive | NASA | Bundesarchiv | Blue Origin