Jerónimo de Ayanz fue un ingeniero navarro que creó alrededor de 50 patentes en el siglo XVI, entre las que se encuentran la máquina de vapor, uno de los primeros equipos de buceo o el aire acondicionado.
rey Felipe III espera impaciente que el hombre que se había sumergido en las aguas del río, con el primer traje de buceo de la historia, salga con vida. Este primitivo equipo de buceo consistía en un traje de piel de vacuno, con la pechera reforzada y cinco plomos para su descenso y una máscara que tenía dos agujeros para la visión.
Corría el año 1602, a orillas del Pisuerga, curiosos con grandes pelucones, trajes de lujosa confección y abanicos para sofocar el calor de agosto, observan con gran expectación las aguas. El mismísimoTras una hora de angustiosa espera, el rey ordena que el hombre regrese a la superficie. Una vez en el exterior, con el aliento intacto y entre el clamor de los espectadores, el joven afirma que se encuentra bien y que podría haber estado debajo del agua todo el tiempo que hubiese podido sufrir la frialdad de las aguas y la falta de alimento.
El artífice de este éxito se llamaba Jerónimo de Ayanz y Beaumont, también conocido como «el Leonardo da Vinci español», un polifacético ingeniero navarro que creó más de 50 patentes, entre las que se encuentran este equipo de buceo, la máquina de vapor y el aire acondicionado.
máquina de vapor y aire acondicionado en las minas
En 1597, Jerónimo de Ayanz fue nombrado por Felipe II administrador general de las minas del Reino de España. Así se percató de que uno de los problemas más importantes del trabajo minero era la inundación de las minas. Con el objetivo de intentar paliar esta problemática, decidió crear un sistema que permitiese elevar el agua para sacarla al exterior. Consiguió crear un método de extracción de agua que aprovechaba la energía del vapor de agua. Con una caldera se calentaría el agua que se quería eliminar y esta se convertía en vapor y se elevaría por presión a un depósito de carga.
Este hito histórico, que no se estudia en los libros de texto, demuestra que Jerónimo Ayanz se adelantó a su tiempo con un sistema que revolucionaría el mundo un siglo más tarde con el invento de Thomas Savery en 1698, considerado como el creador de la primera máquina de vapor comercial.
En esta misma línea de trabajo, el navarro creó un sistema de eyección de vapor que enfriaba notablemente el aire caliente de las minas gracias a una red de tubos. De esta manera, consiguió reducir las altas temperaturas a las estaban sometidos los mineros con lo que se puede considerar el primer sistema de aire acondicionado del que se tiene noticia.
A pesar de que estos fueron dos de los inventos más relevantes del navarro, Jerónimo Ayanz también creó destiladores de agua marina, básculas «capaces de pesar la pata de una mosca», equipos para medir el rendimiento mecánico, barcos sumergibles, hornos especiales para la metalurgia, entre otros.
Una personalidad polifacética
No cabe duda de que Jerónimo de Ayanz fue un hombre adelantado a su tiempo. Sin embargo, su personalidad y su inteligencia no solo destacó en el campo científico. Tal como explica Rafael Eugenio Romero, autor de un libro sobre Ayanz, «además de poeta, pintor (elogiado por Pacheco, el suegro y maestro de Velázquez), cantante (con una impresionante voz de bajo), lutier y músico (Lope de Vega alude a él en sus escritos), fue gobernador de Murcia y de Martos y auspició la creación de la Base Naval de Cartagena con parte de la flota de galeras que estaban en Barcelona para poder luchar así contra la piratería de la zona, entre otras medidas que tomó durante su mandato. Como militar, era temido por los ejércitos contrarios dados su fuerza y valor, participando prácticamente en todas las campañas en las que España estuvo implicada en esos años. De su fortaleza, baste decir que fue llamado el Hércules español«.
A pesar de poseer tantos méritos y ser pionero en múltiples ámbitos cientificos, Jerónimo de Ayanz ha permanecido durante mucho tiempo entre las sombras por múltiples razones. En primer lugar, porque en su época se apreciaron más sus hazañas bélicas que las científicas. Por otro lado, está el tema de la envidia de sus contemporáneos, que intentaron impedir que se llevase sus invenciones a América. Aun así, sus inventos están recogidos en el Archivo de Simancas, en una sección de la cámara de comercio y es considerado uno de los grandes genios españoles.