Muchos siguen usando el móvil o la tableta durante la noche, quitando horas al sueño y al descanso. Es el vamping tecnológico, que afecta sobre todo a los adolescentes y tiene serias consecuencias para la salud.
Durante la juventud, muchos reclamos amenazan el sueño nocturno, que es clave para el bienestar y para regular el organismo y el crecimiento. La mezcla de música, alcohol y drogas ha sido tradicionalmente un quebradero de cabeza para los padres. Y, desde hace unos años, con la eclosión de internet, los móviles y las redes sociales, el descanso nocturno también está amenazado por el llamado vamping tecnológico.
El nombre de este fenómeno deriva de la palabra vampire (vampiro en inglés). La doctora Ángela Milán, neuróloga de la unidad del sueño de la Clínica Universidad de Navarra, lo considera el “insomnio del siglo XXI”. Y aunque no es exclusivo de los jóvenes, estos están más expuestos que nadie.
El vamping lleva a muchos adolescentes a seguir pegados a las pantallas cuando cierran la puerta de su habitación para irse a la cama. Es un problema que se agravó con el confinamiento y que ahora, en verano, también vuelve a aflorar. El calor y la falta de obligaciones lleva a muchos jóvenes a prolongar hasta altas horas de la madrugada sus partidas de gaming, su vida virtual en las redes sociales y la conexión a internet para no perderse ningún comentario del influencer de turno.
El vamping tecnológico no es nuevo
Es una tendencia que ha reforzado la pandemia, pero que en los últimos años ya se había consolidado. Según un estudio llevado a cabo en el sur de Italia entre abril y mayo de 2020, el 81,5% de los jóvenes había modificado sus ritmos de sueño y muchos tenían problemas para conciliarlo. La preocupación por la COVID-19 era una causa, pero también ayudó a este desajuste el uso exagerado de dispositivos tecnológicos durante la noche.
El problema viene de lejos. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Sevilla asegura que el 70% de los adolescentes de este país no duermen las horas suficientes (entre ocho y 10). Desde hace años, los expertos avisan de que los adolescentes de hoy duermen hasta una hora menos que hace un siglo. Puede parecer poco, pero es entre un 10% y un 15% menos en una rutina que es fundamental para el desarrollo físico y psicológico de las personas. Y se sabe, por investigaciones de la American Academy of Pediatrics (Estados Unidos), que más del 60% de los adolescentes tiene el móvil en la habitación cuando se va a la cama.
La luz azul de onda corta que emiten las pantallas retroiluminadas de los smartphones y las tabletas confunden al cerebro del adolescente. Le hacen creer que es de día y de esta manera el cuerpo no segrega melatonina, la hormona producida por la glándula pineal y que es indispensable para iniciar el sueño.
Consecuencias para el organismo
La falta de sueño y un descanso de baja calidad provocado por la luz azul de los aparatos tiene serias consecuencias. Hablamos de irritabilidad, dolor de cabeza y cansancio. Y también repercute en la vida académica de los jóvenes, porque impide a estos concentrarse y prestar la suficiente atención en clase. Además, baja las defensas del organismo porque afecta al sistema inmune. Incluso altera la regulación de la insulina, lo que podría provocar diabetes. Y favorece el sobrepeso, porque la inhibición de la producción de melatonina estimula el apetito y la apetencia por los alimentos más grasos y dulces.
«Hasta los 20 o 25 años, el sistema nervioso no está desarrollado y hay que cumplir una serie de hitos. Si no se duermen las horas necesarias, además de las consecuencias para la persona adulta, estamos olvidando algo muy importante para el desarrollo cerebral«, alerta Diego Redolar, profesor de psicología y ciencias de la educación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Los dispositivos y las aplicaciones están pensadas para un uso sin límites. Son muy raras las que aportan herramientas que permitan a los chavales o a sus padres autorregular su uso. Por eso, las familias deben mantenerse expectantes y vigilar el uso de las pantallas por parte de los adolescentes.
consejos para mitigar el vamping tecnológico
Los expertos, por ejemplo, dicen que es bueno limitar, en la medida de lo posible, el uso del móvil o la tableta en el dormitorio. Y, al contrario, ser más permisivos para que estos dispositivos se usen en el comedor o en otros espacios de la casa. También es conveniente que los padres den ejemplo y sean ellos mismos los que eviten consultar el móvil en la cama. De otra forma, será muy difícil convencer a un adolescente de que noche y tecnología es un binomio indeseable.
Padres e hijos se deben poner de acuerdo para establecer zonas o franjas horarias donde no sea posible distraerse con los dispositivos electrónicos, como las horas de comer o las previas al descanso nocturno. También puede ser útil el recurrir a filtros para la luz azul, que es la que confunde al cerebro e inhibe la segregación de melatonina, lo que acaba retrasando la llegada del sueño. Puede ser con aplicaciones como Twilight y Blue Light Filter.
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