La evacuación de Afganistán ha terminado. Al menos, así lo dicen los comunicados oficiales y las ‘palmaditas’ en la espalda.
Desde que el domingo 15 de agosto el ejército talibán controlara la capital, Kabul, 20 años después de la ocupación estadounidense, el caos y las prisas han tomado los mandos. La huida de un país que, en poco más de dos semanas, pasó a estar bajo control talibán. Esta se ha convertido en la única prioridad para miles de trabajadores extranjeros y afganos que habían colaborado con el gobierno anterior y con los ejércitos de Estados Unidos y sus aliados, como España.
En esta huida, los canales oficiales se han solapado con decenas de alternativas informales. Estas se han servido de todos los medios tecnológicos disponibles para acelerar la salida de un país en el que el futuro no pinta nada halagüeño. Sobre todo para colaboracionistas y para cualquiera que se aleje de los postulados del nuevo gobierno fundamentalista islámico. WhatsApp, las redes sociales, el email e incluso Google Formularios han servido para tratar de poner orden el caos y buscar las puertas de salida.
Un WhatsApp para huir de Afganistán
Algunos de estos canales ya no funcionan. Solo se mantuvieron abiertos durante unas pocas semanas. Es el caso de este formulario de Google, por ejemplo, que sirvió para organizar la salida de los afganos que tuviesen su pasaporte en regla y pudiesen llegar por sus propios medios al aeropuerto de Kabul. Y es que la evacuación oficial concluyó el 31 de agosto.
Es difícil saber cuántos han salido del país. Según los cálculos de Reuters, algo más de 114 000 personas han logrado escapar, contando a la mayoría de extranjeros que seguían trabajando en Afganistán. En el caso de España, que concluyó sus operaciones el 27 de agosto, la evacuación se cerró con la salida de más de 1900 personas, entre trabajadores, cooperantes y familiares, tanto afganos como de otros países de la Unión Europea.
Otros canales siguen abiertos, como este formulario que mantiene la organización No One Left Behind. Porque son muchos los que han quedado atrás. En este caso es todavía más difícil conseguir datos fiables, pero de acuerdo con los cálculos del ‘New York Times’, en el país quedan entre 100 000 y 260 000 personas que cumplirían los requisitos para obtener un visado en algún país extranjero.
En el caso español, hace pocos días más de un centenar de extrabajadores de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (AECID) y sus familiares enviaban una carta (publicada por ‘Eldiario.es’) al Ministerio de Asuntos Exteriores. Solicitaban ayuda para salir. Tras abandonar sus pueblos y ciudades de origen, están escondidos en Kabul a la espera de que se les ofrezca una vía segura de escape.
Son muchos los que están en esta situación y las salidas del país tienen ahora hojas de ruta poco claras. En Reino Unido, donde reconocen que al menos 300 colaboradores afganos siguen en el país, han denominado esta nueva evacuación ‘Dunkirk by WhatsApp’ (en alusión a la batalla y la evacuación de Dunquerque, Francia, durante la Segunda Guerra Mundial). El Ministerio de Defensa afirma que han desplegado una quincena de coordinadores en los países vecinos. Cada uno trabajará en planes específicos para organizar las salidas. Quienes siguen en el país serán contactados por medios como WhatsApp y otras plataformas tecnológicas.
¿Qué pasa ahora con las comunicaciones?
Las redes sociales han sido otra herramienta habitual para gestionar la evacuación hasta el 31 de agosto. Desde entonces, algunos canales han permanecido abiertos. Por ejemplo, en Estados Unidos la oficina del senador Jeff Merkley se está valiendo de Twitter para prestar sus servicios a aquellos que siguen en el país asiático. Lo mismo continúa haciendo la ONG australiana ARSC, que mantiene sus vías de contacto abiertas en redes sociales para ayudar a gestionar las peticiones de asilo.
La organización de jóvenes activistas ambientales Fridays for Future también mantiene la comunicación vía Twitter, correo electrónico y otras plataformas. Tienen el problema añadido de que los miembros de su organización no siempre cumplen los requisitos para solicitar asilo. Aun así, calculan que más de 250 activistas y familiares siguen en Afganistán. Temen las represalias del gobierno tras años de lucha por la justicia climática y social y la igualdad de género.
Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿qué va a pasar a partir de ahora con las comunicaciones en Afganistán? Hasta este momento, todo el mundo en el país ha podido usar las redes sociales y las telecomunicaciones sin censura. Pero no se sabe cuánto tiempo durará esta situación. Algunos periodistas locales aseguran que ya se han producido cortes puntuales del servicio en algunas partes del territorio. Otros expertos señalan, sin embargo, que internet seguirá funcionando por una simple razón: los talibanes dependen de las redes sociales para difundir sus mensajes de manera interna y externa.
A esta compleja situación hay que añadirle el posicionamiento de las propias tecnológicas. Facebook ha sido la primera en prohibir la difusión de mensajes y cuentas protalibán en sus plataformas. El problema ahora es que, de mantenerse en el tiempo, esta decisión podría afectar a los afganos, ya que el gobierno talibán podría decidir apagar Facebook y WhatsApp en el país como represalia.
A largo plazo, las telecomunicaciones que quieran escapar del control y la censura del nuevo gobierno tendrán que recurrir a otras alternativas tecnológicas. Aplicaciones como Briar o Bridgefy permiten la comunicación directa de dos smartphones cercanos vía wifi o bluetooth. Además, la suma de estos contactos permite crear una especie de red de malla a través de la que todos los usuarios pueden comunicarse de forma anónima. Algo así como un internet fuera de internet. De hecho, Bridgefy fue una herramienta habitual durante las protestas de Hong Kong de 2019.
Otra opción para mantener la comunicación es volver al pasado y usar los SMS. La información de los mensajes de texto que funcionan a través de la red telefónica no está encriptada. Aun así, siempre se pueden utilizar aplicaciones como Silence (solo disponible en Android) para proteger los datos. Las opciones siguen siendo muchas y las vías para mantener contacto con quien está en Afganistán y quiere escapar siguen abiertas. Las puertas de salida, sin embargo, parecen cada vez más cerradas.
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Imágenes | Mohammad Rahmani, Andre Klimke, Farid Ershad, Marko Beljan