Página tres de ‘El nuevo Capitán América: el Soldado del Mañana’. Una muchedumbre huye de la amenaza y en primer plano aparece un aficionado del Betis. ¿Quién ha colado una camiseta verdiblanca en el cómic de Marvel?
El gaditano Carlos Pacheco lleva cuatro décadas dibujando historietas. Buena parte de las cuales las ha pasado colaborando con franquicias de renombre y editoriales estadounidenses como DC o Marvel. Y colando en sus obras todo tipo de guiños, ‘huevos de pascua‘ que pasaban desapercibidos para la mayoría hasta que entraron en escena las redes sociales. Sus recreaciones de Chiquito de la Calzada y Arturo Pérez-Reverte y las referencias al fútbol y a la música españoles comparten protagonismo con Flash, Superman y compañía.
– ¿Qué fue lo que primero le atrapó del mundo del cómic?
Empecé a dibujar porque dibujaba. ¿Por qué empiezas comer? Porque sientes la necesidad. Empecé a dibujar antes que a escribir. Tengo alguna foto mía con poco más de un año y detrás está lleno de garabatos. El dibujo forma parte de mi vida desde que tengo consciencia.
Siempre he sido aficionado a las historietas. Siempre he tenido un cómic en mis manos. Es cierto que la comprensión del lenguaje del cómic necesita su proceso intelectual. Pero siempre ha tenido un atractivo innegable para mí. Los leí desde la primera vez que vi uno con cerca de dos años.
– ¿Cuáles fueron los primeros cómics que cayeron en sus manos?
Todos los de Bruguera, que eran los que me tocaban por generación. Aquí a mi lado tengo ahora mismo unos cuantos de ‘Din Dan’, ‘Tío Vivo’, ‘Mortadelo’, ‘Zipi y Zape’… También iba a las bibliotecas a leer ‘Tintín’. Y los que más me interesaban eran los de la editorial Pilote, que se publicaban dentro de las revistas de Bruguera, como ‘El teniente Blueberry’ o ‘Las aventuras de Michel Tanguy y Laverdure’.
– Entonces tus primeras influencias fueron más Mortadelo y Blueberry que los superhéroes de DC.
Es que estos cómics todavía no se publicaban cuando era pequeño. La editorial Novaro había empezado a publicar algunos en los cincuenta, pero con la ley de prensa de Fraga de 1966 se censuran. La distribución se interrumpió hasta los años setenta. Mi infancia se nutre de algunas adaptaciones de series de Novaro como ‘Bonanza’ y los cómics de Bruguera. Después llegaron los superhéroes.
«El mundo antes era muy distinto. Era demasiado grande como para poder asumir que podía llegar a hacerse realidad».
– Cuando empieza a trabajar, ¿se imaginaba que acabaría dibujando para DC y Marvel?
Siempre lo he tenido en mente, pero nunca de forma muy concreta. No tenía un plan para llegar a publicar con ellos. El mundo antes era muy distinto. Era demasiado grande como para poder asumir que podía llegar a hacerse realidad. Hoy en día Marvel ni siquiera es una meta final, para muchos dibujantes es un paso intermedio. Cuando yo empezaba, Marvel estaba tan lejos que era más un sueño que una meta.
Sí es verdad que en cierto sentido me fui preparando por si surgía la oportunidad. Sabía que si alguna vez pasaba ese tren tenía que cumplir ciertos requisitos: hablar inglés, tener determinado control de la técnica… Tener todo listo por si sonaba la flauta, pero asumiendo que la flauta no iba a sonar.
– Cuando dio el salto internacional, trabajó primero en Marvel UK y luego en Estados Unidos con DC. ¿Eran muy diferentes las formas de trabajar?
A DC fui a hacer Flash con Mark Waid, que era el guionista entonces. Me pidieron un par de números primero y luego unos cuantos más. Pero ya había dado mi palabra a Marvel Estados Unidos de que me iba a trabajar con ellos, que en aquel entonces lo estaban ‘petando’ con los mutantes y los X-Men. Me parecía una oportunidad mucho más interesante.
Sus formas de trabajar no eran muy diferentes. Lo único era que DC era parte de Time Warner y era ya una gran corporación. Marvel era una empresa pequeña que solo publicaba cómics. Pero más allá de la estructura, lo importante eran las personas con las que trabajabas y sus estilos. Estuve con Mark Waid en DC y en Marvel y no había diferencia en sus métodos de trabajo.
«No entiendo las batallas de elegir Marvel o DC. Un tebeo es un tebeo».
– Como lector, ¿es más de unos o de otros? ¿Se queda con Spiderman o con Batman?
Me quedo con los dos y con ambas compañías. No hago distinciones entre las dos casas. Mis favoritos son mis favoritos, pertenezcan a quien pertenezcan. Para mí, ‘La legión de superhéroes’, ‘La sociedad de la justicia’, ‘Los vengadores’ y ‘Los cuatro fantásticos’ son insuperables. Pero no tengo fidelidad a ninguna compañía. Solo a determinados autores en determinados momentos de su carrera. La verdad, no entiendo las batallas de elegir Marvel o DC. Un tebeo es un tebeo.
– Los cómics estadounidenses son una de las muchas formas de la cultura norteamericana. ¿Cómo logra encajar ahí un gaditano?
Hoy en día, los cómics norteamericanos tienen una perspectiva más global. Han asumido que sus productos se consumen en todo el mundo. Pero antes es verdad que reflejaban mucho más la cultura estadounidense.
Lo que pasa es que yo ya me crie en un contexto histórico de mucha americanización en Europa. El plan Marshall, la televisión, las bases americanas en España… La idea que recibíamos los niños a través de los medios de comunicación era la de que Estados Unidos era la capital del mundo, el centro del imperio. El cine, la música y el arte eran norteamericanos. Los señores que habían llegado a la Luna dominaban el mundo.
Así que siempre sentí mucha conexión con los autores estadounidenses. Mi generación fue americanizada de forma muy intensa. Además, vivía en San Roque (Cádiz), muy cerca de Gibraltar, así que recibíamos también mucha influencia de la radio y la tele británicas.
– En sus inicios, personalizaba portadas de Marvel para el mercado español. Hoy cuela referencias españolas en sus cómics. ¿Por qué lo hace?
En aquellas portadas ya metía algún guiño, pero es verdad que lo hago más ahora. Es, sobre todo, por aburrimiento. Pasas horas en la mesa de dibujo y tienes que hacer algo para entretenerte. Así que, si tienes que dibujar una cara, pintas a alguien que te haga gracia. En Estados Unidos no lo va a pillar casi nadie, aunque siempre hay quien sí. Son cosas que no esperas que sean recibidas por nadie. Lo que pasa es que ahora con las redes sociales se difunde mucho más. Antes, si alguien veía la broma, se quedaba restringido a un círculo pequeño.
2-En Superman 655, Clark Kent se dirige a Almaty, Kazajistán, en un vuelo solo para reporteros internacionales, que vuelan a ese país para cubrir una noticia de crucial relevancia. Entre esos reporteros vemos a Arturo Pérez Reverte. En el Universo DC nunca dejó esas labores 🙂 pic.twitter.com/0hvX1P2Ga3
— Carlos Pacheco (@Cpachecoficial) April 16, 2021
– Cerca de cuatro décadas colaborando y trabajando en el mundo del cómic. ¿Cómo ha cambiado el sector desde que empezó?
Ha cambiado el perfil del autor, el perfil del editor… Ha cambiado todo y es lógico con la llegada de internet. Incluso se puede decir que dentro del entretenimiento será de lo que menos haya cambiado. Si lo comparamos, por ejemplo, con la música, el cambio es mucho menor.
Internet trasforma la relación del autor con los fans. Las tecnologías digitales cambian también la forma de dibujar y desaparecen procesos como el entintado que eran normales antes. La irrupción de la piratería, las nuevas formas de promoción y distribución de las franquicias, los mercados norteamericano, europeo y japonés que han dejado de ser mundos separados… La pregunta es más bien qué no ha cambiado.
– Las franquicias se están haciendo de oro con el cine y las series. Algunas incluso nombran a Carlos Pacheco en los créditos, pero, ¿cuánto beneficio ven los artistas de todo esto?
Nosotros trabajamos con franquicias y estas pertenecen a una editorial. Somos mano de obra contratada. Antes hacías el trabajo y si te he visto no me acuerdo. Ahora es cierto que se pueden recibir ciertos royalties por creación de personajes o por ventas. Pero no tiene nada que ver con los beneficios que le genera a un autor una adaptación a otro medio de su propia obra.
Nosotros sacamos otro tipo de rédito. Cuando entras en el mercado americano trabajando para Marvel o DC te aseguras que haya ya un público amplio que vaya a ver tu trabajo. No es lo mismo que empezar de cero con tu propio personaje. Si una editorial se nutre de historias concebidas y plasmadas por artistas, estos deben tener derecho a que los beneficios se repartan. Pero nunca podrá ser como si vendieses tus propias creaciones.
– Los creadores acaban muriendo, pero no sus personajes. Los dibujantes los mantenéis con vida.
Claro, claro, somos parte de la franquicia. Imagínate Superman cuántos años lleva existiendo. Si solo hubiese existido la colección original en manos de su autor, una vez se muere Jerry Sieger se habría acabado. La antorcha de la creación original la retoman otros autores y continúan la historia. Lo que los dibujantes hacemos es en realidad profesionalizar el fan fiction.
– ¿En qué estás trabajando ahora?
Con ‘Los cuatro fantásticos’, con una saga en la que trabajo con el guionista Dan Slott. Es una saga cósmica de la franquicia que abarca muchos personajes. Una especie de saga épica.
«La especie humana no necesita más villanos que sí mismo. Todo el mal nace de su propia existencia».
– Todo cómic de superhéroes tiene su villano. En el mundo real, ¿quién sería ese gran villano?
El gran villano en el mundo real somos nosotros mismos. La especie humana no necesita más villanos que sí mismo. Todo el mal nace de su propia existencia. Difícilmente nos podremos librar de los malvados que nos maltratan, porque la especie humana es genial produciendo villanos.
– Y, como biólogo de formación que es, ¿seremos capaces de encontrar superhéroes que nos salven del cambio climático?
Lo veo difícil, la verdad. Creo que uno de los grandes problemas que tiene el ser humano es que se resetea con cada generación. Es difícil que aprendamos de los errores. Cada generación piensa que será ella la que vaya a encontrar la solución a los problemas que otras generaciones no supieron resolver.
Soy muy ‘lampedusiano‘ en ese sentido. Creo que todo cambia para que todo siga exactamente igual. Las cosas cambian, pero los problemas siguen ahí. Y si un día desaparecemos, tampoco será tan importante para el universo.
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Imágenes | Carlos Pacheco