Nos falta mucho por saber sobre nuestro cerebro. Todo cuanto se ha estudiado sobre el mismo, desde la Antigüedad hasta nuestros días, lo tiene perfectamente resumido y publicado el neurocientífico Ignacio Morgado.
Es autor, entre otras muchas publicaciones, de ‘Materia gris’, uno de los libros más amenos que se puede leer sobre la historia del conocimiento del cerebro y de la mente humana.
Natural de San Vicente de Alcántara (Badajoz), Morgado es catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), de la que es decano fundador. Cuenta que inició sus estudios de psicología “en la facultad de Letras de Barcelona, donde incluían lenguas modernas, como el inglés. Mientras que en la Complutense de Madrid, que era mi otra opción, hacían lenguas clásicas, latín y griego, y yo prefería el inglés, quizá intuyendo que me iba a ser más útil en el futuro”.
– Leyendo ‘Materia gris’, sorprende ver cuánto tardó la humanidad (incluso civilizaciones tan avanzadas como la egipcia y muchos sabios griegos) en valorar el cerebro como un órgano centralizador del sistema nervioso. ¿A qué factores pudo deberse tanto retraso?
A que no hay ninguna señal, ni siquiera intuitiva, que nos indique que pensamos con el cerebro. Lo sabemos porque nos lo han enseñado. Si no fuera así, podíamos seguir creyendo que pensamos con otro órgano del cuerpo, como el corazón.
«ES MUCHO LO QUE SABEMOS»
– El profesor y escritor estadounidense David Myers afirma que los instrumentos de obtención de imágenes cerebrales (electroencefalogramas, tomografía axial o TAC, imágenes por resonancia magnética funcional…) están logrando grandes avances, pero que todavía estudiar neurociencias “es como estudiar la geografía del mundo mientras Magallanes estaba explorando los mares”. ¿Opina lo mismo?
No, yo creo que es mucho lo que hoy sabemos sobre el cerebro y, además de las citadas, disponemos de técnicas muy sofisticadas para investigarlo, como la optogenética, que es una combinación entre la física óptica y la ingeniería genética que permite marcar las neuronas específicamente implicadas en una determinada actividad cerebral.
– ¿Qué aplicaciones concretas podría tener la optogenética en el tratamiento de ciertas patologías?
Por ahora, la optogenética solo es posible en mamíferos inferiores y en algún invertebrado. Es cierto que, cuando pueda aplicarse en humanos, podría servir para activar determinadas neuronas y posibilitar cosas como recuperar la visión en casos donde determinadas células de la retina han dejado de funcionar. El alcance potencial de esta técnica es muy grande, pero, por el momento habrá que esperar, pues todavía no sabemos si podría tener efectos colaterales indeseables a corto o largo plazo en los humanos.
RECUERDOS RECUPERADOS
– También parece que hay bastantes avances en el estudio de los recuerdos, gracias a esta nuevo instrumental de investigación. ¿Realmente será posible recuperar recuerdos olvidados, como anunciaron científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) hace unos años?
Sí, la optogenética puede servir también para activar neuronas que por alguna razón están silenciadas e involucradas en antiguas memorias.
– ¿Hacia dónde se encamina actualmente la investigación neurocientífica? ¿Cuáles son sus retos principales?
Curar las enfermedades neurodegenerativas y mentales es su gran reto.
«CONFIAMOS EN CURAR EL ALZHEIMER»
– Parece difícil hallar un tratamiento a patologías neurológicas como el párkinson. Se sabe que es por un déficit de dopamina, pero no se ha dado con una terapia que cure.
No hay terapia para curarlo, pero sí para aliviarlo, con una sustancia, la L-dopa, que ayuda al cerebro a formar dopamina.
– De la enfermedad de Alzheimer cada vez se sabe más sobre cómo se produce. ¿La detección precoz ayuda a prevenirlo o solo a retrasarlo?
Por el momento, solo a retrasarlo.
– ¿Qué estrategias de prevención de esta enfermedad se pueden considerar válidas en el ámbito científico?
Por ahora solo estamos en condiciones de tratar de retrasar el inicio o el progreso de la enfermedad. No tenemos todavía una cura para ella, pero confiamos en que llegará en algún momento, puede que inesperado. La detección precoz, ciertamente, puede ayudarnos a enlentecer el proceso.
EL DIFÍCIL MUNDO DE LOS SUEÑOS
– Otra asignatura pendiente, además de las enfermedades mentales, es saber cómo se crea la imaginación, la subjetividad, los sueños… ¿Cree que se llegará pronto a saberlo?
No, no lo creo, pero nunca se sabe porque la ciencia siempre da sorpresas.
– ¿Qué se puede decir a día de hoy, de los sueños? ¿Ha avanzado la neurociencia en saber, por ejemplo, por qué son más visuales que auditivos u olfativos?
Todavía no tenemos una explicación clara para eso.
– ¿Para qué sirven, desde un punto de vista neurocientífico, los sueños?
Además de tener un carácter profiláctico, contribuyen a la formación de la memoria a largo plazo y reestructuran los contenidos de la mente.
«APENAS FALLA»
– Tenemos unos 80 mil millones de neuronas. Hasta la más mínima función cerebral conlleva una complejidad tremenda. ¿Se podría decir que, siendo así, bastante poco falla el cerebro en general?
Cierto, para ser lo complicado que es, el cerebro apenas falla en la mayoría de las personas.
– Cada vez es fácil llegar más o menos sano a los 90 años, pero no sin que el cerebro se debilite. ¿También se estudia cómo rejuvenecerlo?
Creo que ya tenemos bastante con intentar enlentecer la neurodegeneración y el envejecimiento.
– ¿Cómo ha afectado la pandemia de COVID-19 a la salud mental de los ciudadanos?
Creo que deteriorándola, creando angustia y sentimientos de impotencia y miedo.
– ¿A qué segmentos poblacionales ha afectado más?
Eso lo dicen las estadísticas, pero el efecto más grave ha sido en los enfermos y en los mayores. En general, en todas las personas que, por una u otra razón, la infección le ha llegado cuando tenían debilitado su sistema inmunológico.
– ¿Sería necesario que los ciudadanos supieran más sobre el comportamiento del cerebro y el origen de las emociones para ser mentalmente más saludables?
Todo lo que mejore el conocimiento del cerebro puede ayudar a mejorar la salud somática y mental de las personas.
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Imágenes | Ignacio Morgado / Pixabay