Con sistemas como GPT-3, ¿me quedaré sin trabajo como redactor?Vaya por delante que este artículo ha sido escrito por un humano, aunque la asistencia técnica de algoritmos sin duda lo ha moldeado.
Correctores de estilo, optimizadores de lectura y módulos SEO se han dado la mano para conformar el resultado final. Un resultado que, dentro de unos años, podría ser automático.
En la última década ha surgido un notable número de herramientas orientadas, en principio, a ayudar a los redactores de contenido a mejorar sus textos. Para detectar errores ortográficos, corregir estilo y detectar bulos, entre otros usos. Pero también han aparecido editores automáticos o redactores robóticos, como es el caso del modelo de lenguaje de Open AI ‘Generative Pre-trained Transformer 3’ (GPT-3).
¿De qué se encargan ya las máquinas En redacción?
A día de hoy, los algoritmos han simplificado multitud de tareas antes rutinarias, tales como buscar errores de concordancia entre género y número dentro de una frase. Si se escribe “Nosotros voy a comprar una coches”, el editor subraya el texto al entender que hay discordancias. Aunque no entienda el por qué, las detecta muy bien. Este tipo de apoyos visuales se usan a menudo.
Otros son algo más complejos, como LanguageTool. Puede verse en la imagen que esta extensión (compatible con editores como Documentos de Google) señala la calidad del texto y localiza todos y cada uno de los errores ortográficos y gramaticales, así como sugiere algunos de estilo en su ‘Modo perfeccionista’. El texto también se valora del 0 al 100.
Los artículos publicados en entornos WordPress (el editor web más usado del planeta) cuentan, además, con módulos SEO como SEO Yoast. Este bloque simplifica mediante un semáforo de color una ‘nota’ para el artículo, además de dar consejos dirigidos en principio a posicionar bien en el buscador de Google, pero que también ayudan a hacer más legible el texto.
¿Qué es eso de GPT-3 y por qué escribe de forma autónoma?
GPT-3 son las siglas de ‘Generative Pre-trained Transformer 3’, un sistema entrenado por Open AI que, sin ser una inteligencia artificial, es capaz de generar texto realista en multitud de formatos diferentes. Como explica este artículo (redactado, por cierto, con GPT-3), “una forma sencilla de pensar en la forma en que funciona es que GPT-3 intenta generar una continuación probable y creíble del texto que se le da”. Y tiene multitud de usos.
Uno de los primeros es la redacción de ficción, un campo en el que lo que se escribe no tiene por qué ser cierto. Se puede escribir sobre naves espaciales y dragones sin que nadie arquee una ceja. El sistema no solo puede escribir nuevos capítulos de libros existentes, como ya ha ocurrido dentro del universo fanfiction de Harry Potter, sino que ha demostrado que es capaz de resumir con mucha coherencia libros ya publicados.
Y va más allá. En septiembre de 2020 el periódico ‘The Guardian’ hizo una prueba de concepto que a muchos resultó aterradora: publicó un artículo periodístico escrito por GPT-3. Para introducir cierto grado de humor y metalenguaje, lo titularon ‘Un robot escribió todo este artículo. ¿Estás ya asustado, humano?’.
Por supuesto, se trataba de un artículo ‘de opinión’, pero, ¿la opinión de quién? GPT-3 no opina, ni piensa. No tiene deseos. GPT-3 es un sistema que calcula con base a probabilidades. Dada cierta introducción, que puede consistir en unas pocas palabras o capítulos enteros, continúa escribiendo de acuerdo a lo que estima más probable como texto humano. Y eso puede ayudar a redactar.
De redactores a curadores de contenido
Cada vez que alguien dice que algo no puede ser automatizado, otra persona publica un algoritmo o construye un robot que logra hacer precisamente eso, por lo que no queda muy claro que haya habilidades humanas no susceptibles a la automatización. Lo que sí se sabe es que, a día de hoy, hay muchas tareas que no pueden automatizarse con la tecnología disponible.
De momento, ninguna de las herramientas vistas arriba escribe por su cuenta. Todas requieren en mayor o menor medida de la presencia activa de un humano. Y si es un humano con capacidad de comprensión lectora que entienda las reglas de puntuación, mucho mejor. Sin embargo, eso no significa que la redacción no pueda ser automatizada de forma parcial. Para eso sí que hay tecnología.
Un redactor podría, por ejemplo, inspirarse en textos compuestos por GPT-3 cuando redacta un artículo. Para ello bastaría con definir las primeras frases y generar varias docenas de párrafos alternativos de los que ir tomando sentencias puntuales. Curar contenido y componer en lugar de redactar, de forma no muy distinta a como se programa hoy en día, por módulos.
Este modo de trabajar, que se apoya en herramientas de redacción automatizada, es una forma interesante de lograr textos más creativos, al igual que los diccionarios electrónicos ayudan a evitar repeticiones o saltar a términos que de otro modo no serían usados.
Quizá en el futuro el GPT-X de turno sea capaz de ‘teclear’ artículos hasta el punto de que los redactores se conviertan en correctores de estilo, basen su labor en pulir los textos o se dediquen a pedir repeticiones hasta dar con la pieza ideal. Aunque, atención, las redes generativas adversarias (GAN) también hacen esto último bastante bien.
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Imágenes | Mithun V, Thought Catalog