La aparición de bacterias resistentes a múltiples grupos de antibióticos es motivo de especial preocupación, ya que las infecciones debidas a estas bacterias pueden ser graves, costosas e incluso fatales. De hecho, conducen a fracasos terapéuticos, enfermedades más prolongadas, largas estancias hospitalarias y mortalidad. Además de causar más efectos secundarios porque obligan a usar antibióticos más tóxicos y en dosis más altas.
Para concienciar a la ciudadanía sobre estos temas, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) puso en marcha las jornadas para el uso consciente de los antibióticos. En España, el ‘European Antibiotic Awareness Day’ tuvo lugar por primera vez el 18 de noviembre de 2021.
El ECDC publica en su web la historia de once pacientes que se vieron afectados por infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos. La campaña no quiere concienciar únicamente con referencia al consumo humano, sino también en relación con el campo veterinario. La mayor parte de los antibióticos en España, al igual que en otros países, se utiliza a nivel extrahospitalario, cerca del 90 % del total. A su vez, el 85 % de este consumo se destina a tratar infecciones respiratorias.
Antes del descubrimiento de los antibióticos, las infecciones bacterianas se encontraban entre las principales causas de muerte. Hoy, todavía la resistencia a los antibióticos produce más de 700 000 fallecimientos al año en el mundo. El número de bacterias resistentes y la incidencia del componente resistente dentro de un solo grupo crece rápidamente.
Por tanto, si no se toman medidas de inmediato, tendremos cifras insostenibles en unos pocos años. De hecho, incluso las intervenciones médicas de rutina, como las simples extracciones dentales, pero también la quimioterapia o los cuidados intensivos, se volverían bastante peligrosas.
Posibles estrategias contra la resistencia a los antibióticos
La primera opción para combatir la resistencia a los antibióticos es concienciar sobre el uso responsable. Por suerte, datos de 2019 analizados en el marco del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) confirman la tendencia decreciente registrada en los últimos cinco años. En España, el consumo de antibióticos en salud humana bajó un 11,8 % entre 2015 y 2019. En cambio, las ventas totales de antibióticos de uso veterinario se redujeron un 58,8 % entre 2014 y 2019.
Otra forma es la de buscar nuevos antibióticos que superen la resistencia desarrollada por las bacterias. Pero este camino es muy caro y lo suelen llevar a cabo pequeñas empresas farmacéuticas. En Europa en los últimos cinco años solo se han aprobado once nuevos antibióticos y casi todos no son muy innovadores. Se necesitarán al menos diez años para introducir nuevos antibióticos activos contra las formas actuales de resistencia. Por tanto, el tiempo y las inversiones no juegan a nuestro favor.
Un camino más viable viene del uso de nuevas tecnologías para obtener un diagnóstico más rápido de las cepas de bacterias resistentes. Y así estudiar las opciones terapéuticas de una manera más específica y precisa. Hoy en día, de hecho, es difícil determinar si la cepa que causa un caso particular es resistente a un medicamento en concreto.
El método tradicional de abordar el problema es cultivar muestras de microorganismos en placas de Petri hasta que sean lo suficientemente grandes como para formar placas visibles. Luego, se ponen en contacto con medicamentos para ver cuándo se detiene o desacelera el crecimiento. Una operación de este tipo lleva más de un mes y depende mucho de la agudeza visual del investigador.
Inteligencia artificial para pruebas de PCR
La secuenciación de genes que se empleó, por ejemplo, en el caso del Mycobatterium Tubercolosis hace unos quince años, ha permitido desarrollar pruebas PCR (Polymerase Chain Reaction, o reacción en cadena de la polimerasa) capaces de dar resultados rápidos. Y también permite la identificación de mutaciones que confieren resistencia a determinados tipos de fármacos.
Con las pruebas PCR se ha demostrado que es posible diseñar búsquedas rápidas que identifiquen todas las posibles combinaciones de mutaciones que confieren resistencia a cualquier conjunto de fármacos. La inteligencia artificial puede ayudar en la última parte del proceso. Esta se dedica a tratar las imágenes resultantes de las fotografías de las placas después de que el fármaco haya actuado.
De esta forma, los investigadores comparan los resultados de las pruebas con la secuencia genómica completa de cada muestra. Y así pueden averiguar qué combinación de alteraciones genéticas está relacionada con qué forma específica de resistencia a los medicamentos. Además, este enfoque puede servir como modelo para estudiar la resistencia a los medicamentos de otros patógenos. Lo cual puede ayudar a prevenir la propagación de esta resistencia mediante el uso indiscriminado de antibióticos en todo el mundo.
El diseño de pruebas PCR más avanzadas permitirá identificar las combinaciones de fármacos que tienen más probabilidades de curar a un paciente. Y, al final, encontrar un tratamiento personalizado de las enfermedades bacterianas. Incluso las sustentadas por bacterias resistentes. La ayuda tecnológica puede ser valiosa para desarrollar nuevos tratamientos y mejorar la eficiencia del sistema sanitario a nivel mundial.
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