La pandemia ha supuesto un auténtico acelerador para el teletrabajo, un catalizador que ha hecho que los planes de las empresas se vean sacudidos en todos sus ámbitos.
Comenzar la jornada con una reunión online es ya tan habitual como hacerlo con un café. Desde el momento en que hacemos click para acceder a la sala virtual empiezan a asomar posibles riesgos y desafíos tales como que no se comparta el sonido, que un invitado no pueda acceder, que el video se vea entrecortado o que nos caigamos en el peor momento. ¿Cuántas veces hemos salido de una call pensando “qué pena”?
Presupuestos agitados, cancelaciones de proyectos para provocar flujos de liquidez en otros más relacionados con entornos de trabajo más digitales, ágiles e inmediatos. El juego cambió mucho más rápido de lo previsto. Pero esto ya lo sabéis todos.
La naturaleza y la evolución, tanto tecnológica como empresarial, vivió la caída de un meteorito que no ha conseguido del todo un equilibrio entre lo que supone un trabajo a distancia con el cumplimiento de ciertos objetivos o la plena eficiencia operativa. El punto de inflexión que supone la llegada del coronavirus hace que los hábitos de comportamiento tengan que adaptarse en función de las tecnologías actuales, que lo mismo no están del todo preparadas ni a la altura de lo que conseguimos en entornos físicos.
Pongo como ejemplo mi sector y ámbito en concreto, la comunicación. Las diferentes plataformas de interactuación tecnológica que tenemos en nuestro día a día (Skype, Teams, Zoom, Meets, etc.) están evolucionando a pasos agigantados con un mérito brutal (no les queda otra), pero están aún a años luz de lo que supone una interacción directa con el monitor de mi compañero de al lado, la construcción de un journey de consumidor en una misma sala, una presentación creativa a cliente o proveedor, o simplemente un brainstorming en la cafetería de la oficina. Aún somos mejores, en ciertas situaciones, cuando estamos juntos físicamente.
teletrabajo y second life
Aquí va esta reflexión. Second Life nació en 2003. ¿Por qué no funcionó este principio de Metaverso? En mi opción, y seguro que habrá muchos motivos que desconozco, principalmente fue por los hábitos de consumo de su época: no estábamos preparados culturalmente, fue otro meteorito, un “Covid”. ¿Y ahora? Veremos. Lo que es seguro es que estamos más preparados porque interactuamos con los diferentes metaversos en nuestro día a día con una generación pegada a un mundo virtual (gaming, por ejemplo). Ha sido un proceso natural.
Creo que este símil de Second Life con el concepto de teletrabajo tiene algo de sentido y mucha relación. Los catalizadores que aceleran de manera brusca la cultura de nuestra empresa (y la personal) generan desequilibrios que pueden llevarnos al fracaso. Es cuestión de tiempo, pero hasta que la tecnología llegue al nivel que tiene la interactuación directa en muchos de nuestros quehaceres diarios, me proclamo fiel seguidor de un modelo híbrido y flexible dependiendo del ámbito, responsabilidades y perfil de cada uno de nosotros.
Hasta entonces, espero con impaciencia la visionaria imagen del consejo Jedi, de Star Wars, que encabeza estas líneas. Estamos cerca.