Con suerte, veremos el lugar concreto de la Luna donde ha caído, y con más detenimiento estudiaremos las consecuencias que habrá dejado. En lo que respecta al dueño del artefacto, va a quedar como un misterio de esos que costará mucho tiempo resolver. Sí, hablamos de ese cohete huérfano que tuvo en vilo a medio planeta por su particular destino, que no fue otro que el de chocar con la superficie lunar. El acontecimiento ocurrió el pasado 4 de marzo a las 13:25 horas (hora peninsular española).
Nadie se hace responsable de la autoría, y eso que hay dos candidatos que suenan con fuerza: por un lado, tenemos a la empresa con la que Elon Musk juega a descubrir el espacio; por el otro, la Administración Espacial Nacional China. Ninguno reconoce la ‘patria potestad’ de la ‘criatura’.
El misterio del cohete sin dueño
Si miramos hacia los medios, parece que lo más importante de esta situación es el origen del cohete. No hay una preocupación excesiva por la basura espacial o el estropicio que le vamos a hacer a nuestro satélite natural. Por suerte, el acontecimiento abrirá debates al respecto.
El interés está en el origen, que comenzó cuando el astrónomo independiente Bill Gray rastreó la compleja ruta del cohete. En sus investigaciones apuntaba hacia la compañía SpaceX y una de las etapas de su cohete Falcon 9. Incluso se atrevía a informar sobre la fecha y misión de su lanzamiento: lanzar un satélite para observar el clima en febrero de 2015.
La hipótesis de Gray es que tras siete años orbitando nuestro planeta, los restos se había alejado de la Tierra hasta llegar a ser atraídos por la gravedad de la Luna. Sin embargo, el astrónomo recibió unas observaciones por parte del Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL-NASA) y comprendió que estaba equivocado. Los nuevos datos apuntan hacia el gigante asiático.
China no se hace cargo del cohete
En concreto, se ‘culpa’ a China por ser los restos de un Long March 3C, el cohete chino que se encargó de lanzar al Chang’e 5-T1, una misión lunar no tripulada responsabilidad de la Administración Espacial Nacional China (CNSA).
Desde China no tardaron en contestar, siendo Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, el encargado de negar que esos residuos están relacionados con la etapa de un cohete lanzado por la CNSA.
Argumentó que las políticas de exploración de su país se ajustan a los tratados internacionales, y que los restos del señalado Long March 3C han sido monitorizados desde su lanzamiento, allá por octubre de 2014. Según el portavoz de la CNSA, los restos de su cohete habrían reingresado a nuestra atmósfera y fueron destruidos por completo sin causar ningún inconveniente. Si nos fiamos de China, queda descartada la posibilidad de que sean restos de su cohete, pero no es imposible que sea un dispositivo de prueba de la misma misión.
¿Cuándo se estrellará y qué pasará?
Las predicciones hablaban de un impacto que provocaría un cráter superficial que podría llegar a los 20 metros de diámetro. Se trata de un objeto que tendría un peso cercano a las cuatro toneladas y que chocaría contra la Luna a una velocidad de 2,58 kilómetros por segundo.
En realidad, no es un acontecimiento que deba preocuparnos desde la Tierra; tampoco demasiado si estuviéramos en nuestro satélite natural. La Luna es golpeada con frecuencia por objetos más grandes, a velocidades mayores, así que soportará sin problemas el impacto. Eso sí, es previsible que produzca ondas sísmicas que viajarán a través del satélite y dar a los científicos información sobre su estructura.
Si se cumple que el impacto se produce en la cara oculta de la luna, el cráter no estará a la vista para nuestros telescopios. Habrá que recurrir a las cámaras de las sondas como la Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA o la Chandrayaan-2 de la India. No será un proceso instantáneo, ya que habrá que realizar una comparación de imágenes tomadas antes y después del choque para identificar el cráter. Se habla de semanas, incluso meses.
Se abre el debate sobre la basura espacial
Tenemos curiosidad por conocer al creador del artefacto que chocará con la luna, aunque, sin duda, también pone sobre la mesa el problema de la contaminación espacial y quién debería hacerse responsable de ella.
Al contrario que en la Tierra, los restos de cohetes y satélites no arden al entrar en la Luna, por lo que los objetos impactan de manera directa. Según ‘Science’, hay aproximadamente 200 grandes piezas de basura espacial orbitando a su alrededor. Si miramos los datos que maneja la NASA, hay orbitando la Tierra más de 23 000 trozos de escombros con un tamaño mayor que una pelota de béisbol.
La realidad es que no existe un mecanismo global que vele por la sostenibilidad de las expediciones, sino que depende de la buena voluntad de las agencias, con una década por delante en la que hay decenas de misiones que tienen como proyecto la Luna.
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