En 2019, una profesora y sus alumnas recogían el premio Óscar al mejor corto documental por ‘Period. End of sentence’. Un trabajo sobre un tema que no suele llevarse muchos premios: la regla.
Hablamos con Melissa Berton, profesora, productora de este documental y cofundadora de The Pad Project, un proyecto que lucha para acabar con la pobreza menstrual en todo el mundo. A través de esta organización, Berton y su equipo llevan compresas y talleres formativos a miles de niñas y mujeres de 15 países de diferentes continentes.
– Todo empezó como un proyecto escolar. ¿Qué importancia tiene la educación para las niñas de países en vías de desarrollo y de comunidades de bajos ingresos?
Como profesora, considero que la educación es muy importante. Es fundamental para entender quiénes somos y qué queremos hacer en el futuro. Cuando escuché hablar por primera vez de la pobreza menstrual, no pude soportar la idea de que un proceso biológico como es la menstruación pudiese interferir en las posibilidades de una persona joven de participar en la sociedad.
Parte de la pobreza menstrual es la falta de educación. Es el hecho de no saber qué está pasando en tu propio cuerpo cuando empiezas a tener el periodo. Si no sabes qué es la menstruación o a qué se debe y de repente sangras, machas tu uniforme o tienes dolores, piensas que algo terrible está pasando. Puedes llegar a creer que sufres una enfermedad grave y vas a morir.
“Parte de la pobreza menstrual es la falta de educación. No saber qué está pasando en tu propio cuerpo cuando tienes el periodo”
La educación no es solo relevante para salir al mundo y saber qué quieres hacer, sino también para entender qué sucede en tu cuerpo biológicamente y a nivel reproductivo. Esto es fundamental para poder convivir con tu periodo.
– Todavía hoy, la menstruación es una de las principales razones por las que las niñas abandonan la escuela, incluso cuando todavía son muy jóvenes.
Es cierto, y no solo en países en vías de desarrollo, sino también en otros como Estados Unidos. Aquí se estima que una de cada cuatro niñas falta a la escuela debido al periodo. A veces por el dolor, pero otras muchas por motivos que podemos controlar, como la falta de acceso a servicios de higiene y productos sanitarios.
En muchas partes del mundo no hay baños cerca de donde viven o estudian las niñas. ¿Y qué sucede si los baños están en áreas rurales, lejos de las comunidades, donde pueden ser agredidas o violadas porque están solas? Todos estos problemas se presentan como barreras que impiden a las niñas y las mujeres tener un rol activo en la sociedad.
Entra en juego también el estigma que rodea a la menstruación. En algunas culturas, todavía se aísla a las mujeres cuando tienen la regla, se las considera sucias durante esos días. Todo esto les quita su dignidad y las mantiene alejadas de centros de estudio y posibilidades laborales.
– The Pad Project nació para acabar con este problema. ¿Cómo surgió la organización?
Me involucré en la organización Girls Learn International, que busca dar voz a las estudiantes jóvenes para lograr acceso igualitario a la educación. Como parte de esta organización, mis estudiantes y yo tuvimos la oportunidad de participar como delegadas en la Commission on the Status of Women de Naciones Unidas en 2013.
Allí descubrimos la historia de Arunachalam Muruganantham, quien había inventado una máquina de bajo coste para hacer compresas mucho más baratas que las que se venden en el mercado. Nos inspiró y decidimos llevar esta máquina al pueblo de Kathikhera, a las afueras de Nueva Delhi (India), en colaboración con la organización Action India y, además, grabarlo todo en un documental para crear concienciación sobre la pobreza menstrual y sus consecuencias.
En aquellos momentos, solo construir la máquina y conseguir los materiales costaba unos 11 000 $ [unos 10 000 €]. Iniciamos una campaña en Kickstarter, vendimos pasteles e hicimos todo tipo de iniciativas para recaudar fondos. Contactamos con el director Rayka Zehtabchi, quien accedió a grabar el documental a cambio de los billetes a la India.
“Cuando ganamos el premio Óscar, todo explotó. Recibimos miles de ‘emails’ de personas que querían compartir sus experiencias”
Cuando llegamos allí y empezamos a grabar vimos que lo que teníamos entre manos era fascinante. Entramos en contacto con personas de una comunidad que de verdad necesitaba apoyo. Cuando finalmente ganamos el Óscar por ‘Period. End of sentence’, todo explotó.
Recibimos miles de emails de personas que querían compartir sus experiencias y sus planes. Chicas que nos hablaban de sus problemas con la regla, de cómo tuvieron que faltar a sus exámenes, que nos preguntaban cómo podían llevar una máquina de hacer compresas a Nepal, que querían donar, etcétera. Ahí comenzamos a tener el dinero suficiente para montar la organización sin ánimo de lucro The Pad Project.
– ¿Qué labores hace hoy la organización?
Ahora mismo, tenemos máquinas de hacer compresas en 11 países y programas para crear compresas reutilizables en Guatemala, Sudáfrica y países del este de África. Además, distribuimos productos en Estados Unidos y ofrecemos programas de educación sexual.
Es importante tener en cuenta que existe muchísima desigualdad también en los países desarrollados. Una chica de Los Ángeles (Estados Unidos), por ejemplo, nos pidió una caja de compresas porque no tenía dinero para pagarlas y se veía obligada a poner calcetines en su ropa interior. Estas historias dan ganas de llorar.
«Poner fin a la desigualdad y la pobreza menstrual en países desarrollados es muy frustrante, porque existe la idea de que es un problema de otras zonas del mundo»
Intentar poner fin a la desigualdad y la pobreza menstrual en países desarrollados es muy frustrante, porque existe la idea de que es un problema de otras zonas del mundo. A esto se suma muchas veces el estigma cultural: si tienes medios para pagar productos sanitarios, pero sigues siendo tratada como un ciudadano de segunda porque tu cuerpo sangra, también hay un problema.
– Muchas veces, la falta de acceso a estos productos lleva a usar soluciones poco higiénicas, como papel de periódico u hojas. ¿Les cuesta aceptar las compresas que ofrecéis?
Las soluciones varían mucho dependiendo de las regiones o las tradiciones culturales. Cuando estábamos en la India, llevamos las compresas a colegios e institutos para dárselas a las alumnas. Cuando les preguntamos por su opinión, algunas nos dijeron que les encantaban, pero sus madres y sus abuelas les habían dicho que no estaba bien utilizarlas.
También existe voluntad de tener compresas que sean cien por cien biodegradables, respetuosas con el medioambiente. Y, para aquellas que puedan permitírselo y estén cómodas por ellas, está la opción de la copa menstrual. Sin embargo, estas no resultan cómodas ni accesibles para todo el mundo.
“Cada mujer debe estar cómoda con su forma de llevar la menstruación. Todos los productos son buenos siempre y cuando sean accesibles, limpios e higiénicos”
Yo creo que debemos trabajar para que cada mujer esté cómoda con su forma de llevar la menstruación. Todos los productos son buenos siempre y cuando sean accesibles física y económicamente, limpios e higiénicos.
– ¿Cómo reaccionaron las chicas de Kathikhera cuando les hablasteis por primera vez de la regla directamente y sin tapujos?
Había muchas mujeres y niñas, muchas risas y mucha conversación. Fue una experiencia muy bonita. La máquina de compresas consiguió que tanto las niñas y las mujeres como los hombres de la comunidad viesen la menstruación como algo normal. Ayudó a derribar el estigma. Al final, todo el mundo quería participar en la creación de compresas, y las familias estaban orgullosas de que las mujeres también ganasen dinero para sus hogares.
Hoy, mis alumnos realizan llamadas de Skype con estudiantes de Sierra Leona e India, y es muy inspirador ver a personas de 16 años de diferentes partes del mundo hablando abiertamente de la regla.
– ¿Crees que la situación está mejorando a nivel global?
Sí, el ejemplo más claro es que estamos teniendo esta conversación ahora mismo. Algo alentador es que hay muchísimas organizaciones movilizándose con el mismo objetivo. Gracias a este trabajo y a la actitud de las nuevas generaciones, cada vez hay menos miedo a hablar de la menstruación. Se está dando el gran cambio que necesitamos.
– Ganasteis un Óscar por ‘Period. End of sentence’ [durante la entrevista, podemos ver la estatuilla dorada en una estantería junto a Melissa]. ¿Cómo os sentisteis?
Totalmente abrumadas, no podíamos creerlo. Fue increíble que un proyecto iniciado por una profesora y sus alumnas ganase un Óscar. Tuvimos mucha suerte, porque el equipo de la India consiguió venir para la ceremonia. Para muchas, era su primera vez fuera de su aldea o su región. Fue una experiencia increíble que se tiene una sola vez en la vida.
Además, este reconocimiento nos sirvió para hablar de este problema y del movimiento desde el escenario. No somos la primera entidad que hace esto, ni seremos la última. Hay muchísima gente haciendo un gran trabajo, y para nosotras fue muy gratificante visibilizarlo y mostrárselo a todo el mundo.
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Imágenes | Melissa Norton, Unsplash/Yogendra Singh