Las redes sociales son complejos entornos de interacción entre personas. A menudo, resultan frustrantes por su falta de debate productivo y, en muchos casos, son hasta ‘tóxicas’ para los usuarios. ¿Es posible construir un entorno saludable dentro de una red social?
¿Se pueden minimizar los bulos, los ataques, reducir la vulnerabilidad y maximizar interacciones positivas? En el siguiente decálogo se establecen algunas prácticas de interés para reducir el ruido en estos entorno y para convertir las redes sociales en lugares agradables.
Seguir a otros usuarios de forma consciente
Ser conscientes de a quién se sigue es importante de cara al nivel de ruido o información. En todas las plataformas hay cuentas maravillosas que comparten contenido de calidad, así como otras ‘tóxicas’ que solo emiten ruido y persiguen la polarización social. En función de cómo se construya la categoría de ‘personas a las que sigues’, se participará en una red positiva o en una negativa.
La relevancia de los amigos
Algunas redes sociales permiten añadir amigos y compartir con ellos determinados datos (pero no otros). O hacerles partícipes de únicamente algunas publicaciones. En otras, se puede seleccionar quién podrá ver, compartir o comentar un post. Todos estos permisos son valiosos a la hora de construir un espacio saludable en una red social.
Configura la privacidad
Relacionado con el punto anterior, casi todas las redes permiten configurar la privacidad para escoger qué información se compartirá con qué perfiles. Por ejemplo, muchas redes sociales permiten elegir si te pueden etiquetar en una foto o no, quién puede enviar un mensaje privado y qué usuarios pueden localizarte por el teléfono o el email.
Silenciar, bloquear y denunciar perfiles
En toda red social existen perfiles molestos (en ocasiones, irritantes y, en otras, incluso violentos o peligrosos) de los que es aconsejable mantenerse alejados. La opción de silenciar permite dejar de oírlos, aunque lo harán tus contactos cercanos. Bloquear evita interactuar con tu cuenta y, por tanto, llegar a tus seguidores. Denunciar sirve para quienes incumplan los términos y condiciones o normas de la plataforma.
Vigilar qué datos personales se comparten
Las redes sociales, por su carácter abierto y público, hace que casi cualquier persona con una cuenta (y a veces sin ella) pueda ver la información compartida. Es por ello que se recomienda no indicar datos personales como la dirección postal, el teléfono o dónde se trabaja. Dicho de otra forma: evitar datos que permitan la localización.
Subir fotografías, con cuidado
Las fotografías contienen mucha información personal que puede convertirse en herramienta de ataque hacia los usuarios. Las calles por las que uno se mueve, la silueta del edificio del trabajo o el parque junto a la vivienda habitual pueden ser suficientes. Además, muchos terminales y redes sociales incluyen metadatos con la ubicación georreferenciada.
Cuando un mismo usuario tiene varios perfiles sociales, es clave entender qué información puede extraerse de su conjunción. Por ejemplo, es posible que en Twitter digamos quiénes somos y que en Instagram mostremos nuestra vivienda. Quien una ambos puntos tendrá información que podría ser una vulnerabilidad.
Ser respetuoso con todos los usuarios
A pesar de que la ofensa tiene un marcado carácter subjetivo, ser respetuoso y educado con el resto de usuarios de la plataforma ayuda a construir un entorno más saludable. Por lo general, comentarios violentos dan lugar a otros similares, y encauzar conversaciones tras improperios o insultos es casi imposible. La ‘netiqueta’ sigue siendo imprescindible y responder a provocaciones rara vez lleva a nada bueno.
Perfil con ‘candado’
Algunos usuarios de red social se benefician de perfiles con ‘candados’ o protegidos. Estos se cierran a todo aquel que no haya sido elegido con cuidado, y suponen la máxima expresión de privacidad en redes sociales. Son interesantes para usuarios vulnerables que estén aprendiendo a usar la plataforma, pero también para víctimas de ataques sistemáticos.
Aunque no es aconsejable que los menores accedan a redes sociales, diferentes usos tutelados pueden ser interesantes. En estos casos, los perfiles cerrados ayudan a los más jóvenes a tener presencia online y poder estar al tanto de la actualidad mientras navegan protegidos.
¿A quién estás dando relevancia y poder?
Las redes sociales incorporan algoritmos por los que dan más relevancia a determinado contenido, hashtag, temática o persona, en función de factores como los ‘me gusta’ y el número de interacciones. Cada vez que se hace clic en una publicación, se responde con un comentario o se comparte, se le dice a la plataforma que la información que contiene es relevante.
Cuidado con las adicciones
A menudo, las redes sociales se convierten en una adicción conductual por sus estímulos. Ser conscientes del tiempo dedicado a las mismas y de la forma en que se usan es importante para la salud mental. Por ello, es crucial buscar ayuda si se piensa que se es adicto al uso que se le da a las redes sociales.
La manera que adoptan las diferentes plataformas depende del empleo que le den los usuarios. Si estos priorizan un lenguaje violento, una crítica no constructiva o el compartir bulos, la red social resultará un entorno desaconsejable para el usuario. Sin embargo, si los usuarios dan voz a contenido veraz, útil y a debates productivos, resultará agradable.
En Nobbot | «Vivimos en cuevas digitales donde aspiramos a encontrarnos con otros como nosotros»
Imágenes | Karsten Winegeart, Hans-Peter Gauster,