El rover Perseverance de la NASA ha utilizado su sistema de cámaras Mastcam-Z para grabar un vídeo de Fobos, una de las dos lunas de Marte, provocando un eclipse solar.
Este vídeo es el más cercano y con mayor tasa de fotogramas realizado hasta la fecha,Varios rovers marcianos han observado el paso de Fobos por delante del Sol en los últimos 18 años: Spirit y Opportunity realizaron las primeras observaciones en 2004, y Curiosity en 2019 fue el primero en filmar un vídeo del eclipse solar.
Cada uno de estos eclipses permite a los científicos medir los sutiles cambios que experimenta la órbita de la luna marciana a lo largo del tiempo. Las fuerzas de marea provocadas por el paso de este pequeño satélite ‘tiran’ de la corteza y del manto del planeta rojo, lo que, unido al estudio del desplazamiento de Fobos a lo largo del tiempo, aporta información sobre la resistencia y composición geológica de las estructuras internas del planeta.
Los científicos ya saben que Fobos está condenada: la luna se está acercando a la superficie marciana y está destinada a estrellarse contra el planeta en decenas de millones de años. Pero las observaciones de eclipses desde la superficie de Marte en las últimas dos décadas también han permitido a los científicos refinar su comprensión de la lenta espiral de muerte de Fobos.
un eclipse solar desde el «perseverance»
La agencia espacial norteamericana tiene una amplia experiencia en Marte, tanto con orbitadores como situando sondas en su superficie. El rover Perseverance es el quinto vehículo que recorre los terrenos del planeta rojo, tras Soujourner, Spirit y Opportunity, y Curiosity, este último todavía en funcionamiento.
Un objetivo clave para la misión de Perseverance en Marte es la astrobiología, incluida la búsqueda de signos de vida microbiana antigua. El rover caracterizará la geología del planeta y el clima, allanará el camino para la exploración humana del Planeta Rojo y será la primera misión en recolectar y almacenar rocas marcianas y regolitos (restos de roca y polvo).
Marte se puede considerar como un gemelo poco afortunado de la Tierra: reducido tamaño y masa, tenue atmósfera, escasa insolación, minúsculos satélites, ausencia de campo magnético global. Sin embargo, su interés geológico y astrobiológico es enorme.
El acceso in situ a su superficie y la posibilidad de estudio de su clima desde su órbita son esenciales para entender su proceso de formación y evolución, así como las condiciones que permiten (o permitieron) la aparición de actividad biológica, si es que llegó a ocurrir en algún momento de sus 4 500 millones de años.