El sector de las criptomonedas lleva tiempo acostumbrado a grandes fluctuaciones, con picos y colapsos repentinos. Hubo períodos de particular y prolongado declive, que en la jerga de este ‘mundillo’ se denominan ‘criptoinviernos’. Hasta ahora el sector ha atravesado dos grandes ‘inviernos’, seguidos de épocas de crecimiento.
El primero ocurrió entre 2013 y 2014, cuando bitcoin perdió casi el 80 % de su valor. El detonante entonces fue la prohibición de las criptomonedas en China. Una crisis similar ocurrió en 2018, cuando perdió el 45 %, sobre todo debido a la burbuja especulativa vinculada a las ofertas iniciales de monedas (ICO).
Un invierno largo y duro
Según muchos observadores, hemos entrado en otro invierno que comenzó a principios de 2022. En los primeros cinco meses del año el sector perdió unos 1500 millones de dólares (algo más de 1436 millones de euros) en valor total. Bitcoin ha caído un 56 % desde el pico de noviembre de 2021. Ethereum, la segunda criptomoneda más popular del mundo, ha perdido el 63 % de su valor. TerraUSD, una ‘stablecoin’ diseñada para mantener un valor fijo vinculado al dólar estadounidense, perdió casi el 100 % de su valor en abril de este año.
Según el ‘Washington Post‘, este invierno podría ser «largo, frío y duro», capaz de hacer más daño que los anteriores. Hasta 2018, de hecho, el mundo ‘cripto’ podría reducirse a las principales criptomonedas (bitcoin y Ethereum), algunos productos menores (como Ripple y Bitcoin Cash) y fenómenos de nicho como Dogecoin. Hoy, sin embargo, las criptomonedas representan solo una parte de un negocio mucho más grande. Es la web3, expresión utilizada para indicar el conjunto de tecnologías inherentes a blockchain.
Según un análisis de la empresa Morningstar, en 2021 el sector de las criptomonedas se habría duplicado y alcanzado un valor máximo de 2,6 billones de dólares (unos 2,49 mil millones de euros). Una valoración más alta que la de Apple y Microsoft juntos. Si bien las devaluaciones del sector en los últimos meses son menores a las registradas en otros momentos históricos. “Los efectos de la crisis se sienten más porque el mercado ha crecido mucho”, escribe el ‘Washington Post’.
La caída de los NFT
Al nuevo escenario se suman los NFT, que no ocupaban el lugar destacado que tienen hoy. Existen de forma oficial desde 2014, pero únicamente en el último año se han aplicado, con resultados alternos, a varios campos, incluidos el arte, la moda y los videojuegos. Tras un año de fuerte crecimiento, el sector tocó techo el pasado mes de septiembre, cuando registró unas 225 000 ventas en un solo día.
Las cosas han cambiado desde entonces, como señala un artículo del ‘Wall Street Journal’. En la última semana de abril, el número de operaciones diarias se redujo a unas 19 000, una caída del 92 %. El total de wallets (billeteras digitales para criptomonedas) activos en el mercado también se redujo un 88 %. De 119 000 en noviembre de 2021 a 14 000 a principios de mayo 2022.
Hay, por tanto, muchos que consideran los NFT como el epicentro de la crisis, siendo la forma más especulativa y volátil de toda la web3. Los inversores más fieles a Bitcoin critican cualquier otro modo de criptomoneda. En especial, las basadas en la blockchain Ethereum, donde también se desarrolla gran parte del negocio NFT. En consecuencia, hay quienes esperan que el nuevo período de crisis sirva para distinguir los proyectos más sólidos de los más frágiles.
La crisis de los mineros de criptomonedas
Entre las causas de la crisis del sector también se encuentra la subida de los precios de la electricidad, como consecuencia de la recuperación de la demanda tras la pandemia y la guerra en Ucrania. Este es un problema para los mineros de bitcoins, que usan ordenadores, llamados ASIC, que consumen mucha energía para acuñar o minar las criptomonedas.
En una entrevista concedida a ‘Reuters’ en 2016, el director ejecutivo de Bitfury, una empresa dedicada a la minería de bitcoins, Valery Vavilov, dijo que la energía puede representar hasta entre el 90 y 95 % de los gastos fijos de un minero o miner. Es decir, ‘extraer’ bitcoins hoy es más caro y la moneda ha perdido valor. Así, la mayoría de las empresas de mining que cotizan en bolsa, incluidos los líderes de la industria Riot, Marathon y Core Scientific, han visto caer su capitalización de mercado en más del 50 %. Tanto Riot como Core Scientific no cumplieron con las expectativas de ingresos y redujeron sus planes de expansión.
En los últimos dos años los mineros se apresuraron a comprar grandes cantidades de ASIC para extraer más bitcoins. Los analistas argumentan que la adquisición de estas nuevas máquinas se financió, sobre todo, con deuda que muchos ahora no podrán pagar. Lo confirman algunas señales que parecen indicar que los mineros necesitan dinero con cierta urgencia. De hecho, algunos gigantes del sector han puesto a la venta algunos bitcoins en contraposición a la costumbre establecida de conservar sus criptomonedas. Otras también intentan vender sus ASIC por debajo del valor nominal.
¿El comienzo del fin?
La pregunta ahora es si esta espiral comenzará a alarmar a los grandes financiadores de la industria. En los últimos dos años de abundancia, de hecho, algunas empresas mineras pidieron créditos poniendo como garantía sus reservas de bitcoins e incluso las propias instalaciones (los ordenadores). Ahora que el precio de las criptomonedas y los ASIC está cayendo, esa garantía ha perdido valor. Para algunos, esta cadena de eventos recuerda a la que condujo a la caída del banco de inversión Lehman Brothers, símbolo de la crisis financiera de 2008.
De momento, lo cierto es que el reciente colapso de la industria ya ha tenido efectos desastrosos para muchos pequeños inversores. Sobre todo en el sur del mundo. Como informa el sitio web ‘Rest of World’, el colapso de TerraUSD ha afectado bastante a ciudadanos de países como Argentina, Venezuela, Irán y Nigeria. Lugares donde se presentaron las criptomonedas, y sobre todo las stablecoins, como alternativas a las débiles monedas locales.
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