Tras la invasión rusa de Ucrania, el mundo escucha con inquietud cómo el presidente Putin, acorralado por la heroica defensa ucraniana, amenaza con desatar una guerra nuclear.
reserva de unas 4.500 ojivas nucleares para su uso en lanzadores estratégicos de largo alcance y fuerzas nucleares tácticas de corto alcance.
Es difícil no tomarse en serio la amenaza pues Rusia cuenta con unaSobre la posibilidad real de que el presidente ruso ordene iniciar una guerra nuclear, hay distintas opiniones. Mientras que analistas como Maksym Yali, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Aviación de Kiev, afirman que, en la situación actual, “hay una posibilidad del 50% de que Rusia utilice armas nucleares”; otras voces, como la del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, dudan de que que vaya a utilizar esas armas. “No creo que el mundo se lo permita”.
El hombre que detuvo una guerra nuclear
Ante este panorama, y confiando en que nunca más nadie se tenga que tomar una decisión así, viene bien recordar de nuevo el ejemplo de Stanislav Petrov, el militar ruso que el 26 de septiembre de 1983 decidió desobedecer órdenes y, de esta forma, salvó al mundo de una guerra nuclear.
Petrov era el oficial de guardia en el centro de mando del sistema soviético de alerta temprana nuclear, cuando un satélite informó de que se había lanzado un misil desde los Estados Unidos, a las 00:14 horas de ese día. En 20 minutos, alcanzaría la Unión Soviética.
Esta alarma se produjo en un momento especialmente tenso en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Semanas antes, un avión coreano con 269 pasajeros, muchos de los cuales eran estadounidenses, había sido derribado sobre territorio soviético porque los rusos creían que era una misión de espionaje.
A pesar de ello, Stanislav Petrov pensó que debía de tratarse de un error, porque no tendría sentido que los estadounidenses atacaran con un único misil. Minutos después, los sistemas señalaron que cuatro misiles más se dirigían hacia la URSS. Petrov estaba a cargo del centro de mando de la inteligencia militar soviética y a él le correspondía iniciar la respuesta nuclear rusa.
un pálpito provindencial
La supuesta presencia de más misiles no le hizo rectificar su pálpito inicial. No creía que un ataque estadounidense se pudiera desatar con solo cinco misiles, así que decidió esperar antes de desencadenar una guerra nuclear, por si pudiera tratarse de un error en los sistemas de alerta. Cuesta hacerse una idea de la presión que tuvo que soportar Petrov en esas circunstancias.
Por fortuna, minutos después, se descubrió que era una falsa alarma provocada por una rara conjunción astronómica entre la Tierra, el Sol y la posición del satélite que lanzó los avisos. Petrov respiró y, con él, mundo.
cuando lo mejor es hacer nada
Años después, Stanislav Petrov restaba importancia al asunto: “estaba simplemente haciendo mi trabajo y fui la persona correcta en el momento apropiado, eso es todo. Mi difunta esposa estuvo diez años sin saber nada del asunto. ‘¿Pero qué hiciste?’, me preguntó. No hice nada”.
No fue eso lo que pensaron los altos cargos de la Unión Soviética que, avergonzados por el fallo en su sistema de alerta nuclear, degradaron a este héroe con la excusa de que no había respetado la cadena de mando y decidieron ocultar el incidente.
Pero el tiempo suele poner todo en su lugar y Stanislav Petrov murió el 19 de mayo de 2017, a la edad de 77 años después de haber recibido numerosos reconocimientos por su valiente y providencial decisión.
Esperemos que la tensión que vive hoy el mundo no ponga a nadie ante la difícil tesitura a la que se enfrentó Petrov y, si esta situación se produjera, ojalá que la persona en cuestión decidiera hacer lo mismo que el héroe soviético: nada.