Los baños en agua helada han pasado de ser una terapia usada para la recuperación por deportistas profesionales a una tendencia seguida por muchos usuarios, Además, se ha conseguido revivir a personas atrapadas bajo la nieve y la criogenización vive un inusual repunte. ¿Está la congelación de moda?
De media, se considera como normal una temperatura corporal de 37 ºC. Pasar frío nunca ha sido un asunto muy agradable a lo largo de la historia, menos aún si hablamos de una congelación voluntaria. Aunque ciertos avances científicos parecen encontrar sentido en aplicaciones específicas. ¿Es un primer paso hacia la inmortalidad por criogenización?
Bañarse en agua congelada, una moda muy ‘hot’
Desde estrellas de la NBA como LeBron James a surfistas de fama mundial, utilizar el frío como herramienta para acelerar el tiempo de recuperación muscular después de grandes esfuerzos se ha convertido en norma. Hay opciones más modestas, como tener una bañera en el exterior que se llena con agua fría y mucho hielo o esperar a que el invierno nos provea a través de la naturaleza de las condiciones ideales.
También hay otras que se benefician de la tecnología punta, como en el caso de las cámaras criogénicas. Sea cual sea la elección en concreto, el objetivo es el mismo: aliviar el dolor después de entrenar y favorecer una mejor recuperación. Y, de ser una decisión más propia de entornos deportivos profesionalizados, ha pasado a ser una moda con cada vez más adeptos confesos.
Hay algo de adictivo en ello, como bien demuestran las duchas frías y los baños de hielo, intercalados con ratos en la sauna, tan normalizados en los países nórdicos. Y quien prueba, repite: de hasta tres mil encuestados, un 91 % aseguró que repetiría el chapuzón a punto de congelación y lo convertiría en algo habitual tras sentir un rotundo chute de energía.
La ciencia que defiende los baños helados
La razón que justifica estos métodos tan poco apetecibles es que, con el frío, los vasos sanguíneos tienden a eliminar impurezas como el ácido láctico. Una exposición controlada y supervisada de unos cinco o diez minutos provoca que se bombee sangre ‘limpia’ para que se oxigenen los músculos cansados tras el esfuerzo.
Otra característica que esgrimen sus defensores es que, al margen de los efectos físicos, exponerse de forma voluntaria al frío extremo también fomenta el fortalecimiento psicológico. Según este razonamiento, si somos capaces de asumir esta incomodidad puntual, nos hacemos más resistentes en general, preparados ante nuevos desafíos.
Bañarse en hielo y finalizar con un masaje parece una opción aceptada, en general, pero una alternativa muy en la línea escandinava es la terapia de contraste. Consiste en turnar dos baños a temperaturas extremas, una de ellas muy fría y la otra muy caliente. Por las características de la técnica, resulta indicada para controlar la inflamación durante una lesión.
Técnicas revolucionarias para ‘volver’ de la muerte
A la popularización de estas técnicas de rehabilitación se le une que en los últimos años se han dado múltiples casos de sorpresa médica. Por ejemplo, el de Justin Smith, a quien su padre encontró sepultado bajo la nieve. Tras suponer muerte por congelación durante al menos doce horas, una reanimación intensiva consiguió devolverle a la vida, aunque no fuera un proceso inmediato.
El equipo médico usó una máquina de oxigenación por membrana extracorporal (ECMO, por sus siglas en inglés), que calienta y oxigena la sangre. Tras restablecer los signos vitales, estuvo quince días en coma hasta despertar con sus funciones cerebrales intactas. No es el único caso. Desde 2012, la mitad de pacientes con hipotermia tratados con este sistema han podido recuperarse.
Hay más técnicas que, aunque se observen con reticencia desde algunos sectores, parecen ser útiles en casos demasiado graves. Por ejemplo, una especie de ‘congelación rápida’ para salvar a víctimas de disparos, ataques al corazón, lesiones graves de columna e incluso bebés al límite del daño cerebral.
La criogenización, ¿a un paso de la inmortalidad?
La crioterapia se aplica con normalidad para destruir células cancerosas y tejido anormal. Otros estudios defienden un uso justificado del frío, como el que relaciona temperatura con longevidad y con un refuerzo de la inmunidad, al menos, en ratas. Y en el norte de Noruega se fundamenta la reanimación prolongada con un titular impactante: “Nadie está muerto hasta que está tibio y muerto”.
Esta pasión por el frío, alimentada por la ciencia ficción durante décadas, ha provocado un repunte de la criogenización. Dejando al margen teorías de la conspiración como las de Walt Disney y Michael Jackson, muchos famosos se apuntan a la lista de los tanques de nitrógeno líquido. El negocio de congelarse hasta que la ciencia avance parece cada vez más lucrativo.
En este impulso de la criogenización es probable que haya influido un enfoque tecno-optimista liderado por magnates de grandes tecnológicas. ¿Tiene sentido en el ámbito científico? Aunque desde la neurociencia se la llegue a calificar como desesperada e ignorante, resulta interesante el uso de la expresión “de momento”. Sobre todo, teniendo en cuenta que ciertas técnicas se encuentran aún en fases preliminares.
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Imágenes | Fotografías de Vidar Nordli-Mathisen y CryoBuilt Everest, ambas en Unsplash, y meme de GIPHY.