No era una asesina en serie, sino una madre destrozada de dolor por el fallecimiento de sus cuatro hijos, de cuya muerte no fue responsable. Tras pasar 20 años en la cárcel, ha sido indultada gracias a una investigación científica en la que ha jugado un papel clave una española.
Kathleen Folbigg, que fue calificada como «la peor asesina en serie de la historia de Australia», pasó 20 años en prisión después de que un jurado dictaminara, en 2003, que había acabado con la vida a sus cuatro hijos a lo largo de una década.
Los bebés, dos niñas y dos niños, murieron repentinamente entre 1989 y 1999, a la edad de entre 19 días y 18 meses, y los fiscales alegaron en el juicio que su madre los había asfixiado. Por ello, fue condenada a 25 años en una prisión de máxima seguridad y pasó a ser una de las asesinas en serie más agresivas de su país.
Ahora, ha podido salir de prisión ¿Cómo? El estudio del ADN de los bebes fallecidos ha demostrado que fue víctima de un descomunal error judicial.
sin evidencias físicas de los crímenes
Nunca hubo evidencias físicas de que Folbigg hubiera asfixiado a sus hijos y, por lo tanto que fuera una asesina en serie. Algo que, por otra parte, la acusada había negado durante todos estos años.
El juicio de Folbigg, en 2003, se centró en diarios que expresaban sus dificultades para sobrellevar la maternidad.
Esas páginas entregadas a la policía en 1999 por su entonces esposo, quien con el tiempo se convenció de que su mujer era culpable. En distintas anotaciones del diario mostraba su dolor por las muertes de sus hijos. La frase: «La culpa sobre todas ellas me persigue», fue el fundamento de la acusación.
la «asesina en serie» fue víctima de un error
Casi dos décadas después desde su entrada en prisión, una investigación iniciada, en 2022, reveló que las dos hijas de Folbigg tenían una mutación extremadamente rara y previamente desconocida del gen CALM2, clave para transportar calcio a través de los tejidos, que puede causar un paro cardíaco repentino.
Mientras tanto, los dos hijos de Folbigg portaban una mutación del gen BSN, necesario para construir células cerebrales funcionales, que se ha relacionado con una forma letal y de inicio temprano de epilepsia.
Nos hallamos, pues, ante una desdichada concatenación de circunstancias, como si cuatro rayos hubieran caído sobre el mismo punto del planeta en cuatro ocasiones distintas. No ante una asesina en serie.
El descubrimiento de la mutación no podría haberse producido en 2003 cuando Folbigg fue declarada culpable de matar a sus cuatro hijos, pues el estudio de la genética humana no estaba suficientemente desarrollado y ha sido en las últimas décadas cuando ha experimentado un impulso excepcional, a partir del proyecto Genoma Humano.
una cientifica española, clave en el caso
La española Carola Vinuesa ha tenido un papel destacado en la resolución de un caso que ilustra la importancia de que la ciencia y la justicia vayan de la mano.
Formada en la Universidad Autónoma de Madrid, esta gaditana ha desarrollado su carrera científica fuera de nuestras fronteras, fundamentalmente en Reino Unido y Australia, donde ha obtenido múltiples reconocimientos. Fue una de las primeras personas en Australia en utilizar la secuenciación genómica para vincular las enfermedades con la variación genética.
En declaraciones a la BBC, Vinuesa, que dirigió el equipo de investigación de la Universidad Nacional de Australia, señala que había una obvia secuencia genética inusual en Folbigg, que llevó a los científicos a pensar que podía ser la culpable de la muerte de los niños, si también mostraban este rasgo en su ADN.
No era sencillo llegar a esa conclusión, que demostró que la juzgada no era una asesina en serie, pues «solo había 134 casos conocidos en todo el mundo de la afección cardíaca potencialmente mortal, conocida como calmodulinopatía, relacionada con la mutación genética», explica.
«Hoy, con estas técnicas de secuenciación masiva podemos secuenciar en muy poco tiempo de una manera asequible genomas de una forma que era impensable hace tiempo», explicó la científica.
«Cada vez, tenemos más instrumentos para buscar causas genéticas de muerte«, señaló en una entrevista a Antena 3 TV.
un cóctel letal de mutaciones genéticas
Hay 20.000 genes en el ADN de todos los seres humanos y los tres genes de calmodulina están en el top 15 que se han mantenido esencialmente sin cambios a lo largo de la evolución. La calmodulinopatía, el nombre dado al ritmo cardíaco anormal causado por mutaciones en el gen de la calmodulina, afecta a solo una de cada 35 millones de personas.
Durante la investigación, científicos en Canberra identificaron otra mutación genética, REM2, común a los cuatro niños, pero no que no se detectó en Folbigg. Eso significa que los niños heredaron esa variante de su padre y fue esa combinación extremadamente rara de mutaciones genéticas, tomadas de su madre y de su padre, la que explicaría la muerte de los cuatro bebés.
El ADN de los niños se obtuvo de muestras de células congeladas de las autopsias de dos de ellos y las muestras del pinchazo en el talón tomadas al nacer en los otros dos.