Robot Dreams, la nueva película de Pablo Berger tras la aventura de la multipremiada Blancanieves y la sorprendente Abracadabra, llega a los cines tras un exitoso recorrido por festivales internacionales.
Robot Dreams nos cuenta una bella historia de amor entre un perro y un robot. DOG es un perro solitario que vive en Manhattan y un día decide construirse un robot, un amigo. Su amistad crece, hasta hacerse inseparables, al ritmo del Nueva York de los ochenta. Sin embargo, una noche de verano, Dog con gran dolor, se ve obligado a abandonar a ROBOT en la playa. ¿Volverán a encontrarse?
A partir de esta trama, Pablo Berger construye una película que trata de responder a la pregunta «¿Por qué ponemos nuestras relaciones constantemente en peligro?» Robot Dreams, nos habla (a través de sus imágenes porque es muda) de la importancia y fragilidad de la amistad, del paso del tiempo, de la pérdida y de la superación. Todo ello explorando las infinitas posibilidades narrativas que ofrece la animación.
robot dreams, una fábula de sentimientos
Si hubiera que definir con una palabra esta extraordinaria película sería «emoción». Pablo Berger nos regala una fábula fantástica de sentimientos, donde la mirada es la sublimación de la acción y donde la emoción surge del comportamiento «humano» y sincero de los protagonistas ante la adversidad.
Nos hallamos ante un viaje sensorial, un cuento escrito con imágenes, sonidos y música. Una película para soñar despierto y acompañar a Dog y Robot en sus aventuras y desventuras. Una experiencia para sentir.
Como parte esencial de esta experiencia, nos encontramos con una banda sonora que está siempre presente, dando voz a los personajes y enriqueciendo e intensificando sus emociones. En ella se combina la música original de Alfonso de Vilallonga con grandes éxitos musicales, desde el mítico September de Earth, Wind and Fire hasta el ochentero Let’s go de The Feelies.
del papel a la pantalla
Robot Dreams es la adaptación de una novela gráfica que llegó a manos de Pablo Berger hace 10 años, cuando estaba embarcado en el quimérico empeño de hacer su pelicula Blancanieves. «Cayó en mis manos la novela gráfica de Robot Dreams de Sara Varon. Su lectura me atrapó desde sus primeras páginas. No la leí, la devoré. Como los buenos cuentos, su historia me llevó a un lugar desconocido pero reconocible, en el que me sentia como en casa. Me cautivó su estructura temporal, me hizo reir y llorar, y muy especialmente me hizo reflexionar sobre la amistad», explica.
«Durante su lectura -añade- recordé a mis grandes amigos, a los que siguen a mi lado, pero sobre todo a los que se alejaron de mí o que perdí en el camino… Puedo asegurar que Robot Dreams me ha reconciliado con mis sentimientos encontrados sobre la pérdida de seres queridos. La aceptación de esta pérdida y su superación son, sin duda, el motor intelectual y la razón emocional para hacer la versión animada de Robot Dreams».
Robot Dreams es una película que mira al pasado, a la animación tradicional, pero que está concebida para el público del hoy. Una película abierta que no excluye a ningún tipo de espectador. La animación clásica, en dos dimensiones, dibujada fotograma a fotograma tiene su propia expresividad, humanidad y empatía.
En Robot Dreams se ha buscado una fluidez y un trazo que reflejen la historia y sus personajes con sencillez. Y dada la experiencia de su director en trabajar con actores, ha dado máxima importancia a la mirada. «Han sido los ojos de nuestros personajes animados el elemento fundamental para conseguir interpretaciones llenas de verdad. En una película de animación, de alguna manera, los actores son los animadores, ellos son los que dan vida a los diferentes personajes. Trabajar con ellos ha sido, sin duda, una de las experiencias más gratificantes de este largo viaje», concluye Berger.