Si el lanzamiento de Sora causó escalofríos en la industria audiovisual este nuevo avance en inteligencia artificial provocará taquicardias.
en Arxiv por investigadores del Instituto de Inteligencia en Computación de Alibaba Group muestra los avances conseguidos por el programa EMO (Emote Portrait Alive) en la animación de retratos estáticos. Se trata de un modelo que utiliza la técnica de Audio2Video Diffusion que permite recrear expresiones humanas a partir de fotografías con una precisión asombrosa.
Un trabajo publicadoLa pesadilla deepfake, que hace años empezó a inquietarnos con resultados aún bastante primarios, ahora se vuelve realmente aterradora. A partir de una fotografía, cualquiera podrá decir lo que desee el usuario del estas herramientas y será muy difícil, más todavía, distinguir realidad de engaño.
En la web desarrollada por estos investigadores podemos ver diversos ejemplos de los logros conseguidos, a cual más desasosegante. Nos quedamos con el que muestra a la actriz Audrey Hepburn interpretando la canción Perfect, de Ed Sheeran, cantada por Samantha Harvey, un single que fue lanzado en 2020, 27 años después de fallecimiento de la estrella del Hollywood clásico.
Leonardo DiCaprio cantando por Eminem o una Mona Lisa creada por inteligencia artificial interpretando un éxito de Miley Cyrus son otros ejemplos desopilantes.
inteligencia artificial y mentirosa
«En el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira», reza la Ley Campoamor que, a la luz de estos avances, quizás haya que reformular como «En el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / de la IA con que se mira». Pero pocas risas porque, si se me permite otro pareado, esta confusión entre lo real y lo que no lo es hace que la tierra se abra bajo nuestros pies.
Como vemos en los ejemplos de EMO, la sincronización entre labios y discurso alcanza una perfección que nos aboca a un futuro próximo en el que será difícil dar por cierto hasta lo que vemos con nuestros propios ojos. Hoy ya ni siquiera podemos asegurar que unos ojos que nos miran son humanos o creaciones de la inteligencia artificial.
Pero no caigamos en esa visión apocalíptica de la tecnología, tan propia de Byung-Chul Han antes de lanzarse en brazos de la esperanza, y mantengamos cierta fe en que todo esto contribuirá a mejorar nuestras vidas. Porque, si no es así, ¿para qué todo esto?