El cambio climático es percibido por parte de la población como un fenómeno abstracto o distante, una amenaza lejana que es irrelevante personalmente.
procesos afectivos, emocionales, motivacionales y sociales.
En la otra cara de la moneda, dentro de las variables que suelen influir sobre la percepción de riesgo que supone, se encuentran aquellas relacionadas con losLa evidencia científica muestra que la relevancia personal (requisito cognitivo para que se produzca una emoción) marca nuestra interpretación de esta amenaza. Por ejemplo, las personas que experimentan fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, tienen mayor percepción de riesgo (evitan viajar a determinados destinos), más sentimientos negativos sobre el clima (ansiedad climática) y mayor compromiso emocional con el tema.
El papel del grupo
Sin embargo, esto no siempre se traduce en una acción o comportamiento proactivo, ya que en ocasiones “ignorar el riesgo del cambio climático tiene beneficios a corto plazo, porque las personas no tienen que cambiar su comportamiento y sus rutinas diarias”.
Por tanto, es necesario considerar otros factores, como las normas sociales, las emociones grupales, las motivaciones o la influencia de los medios que pueden incitarnos a actuar. Es más probable que las personas realicen comportamientos que apoyen la mitigación del cambio climático cuando perciben que las normas sociales apoyan este tipo de conductas.
Walter Grassroot / Wikimedia Commons, CC BY
Esto ocurre también cuando personas cercanas como amigos y familiares se preocupan por el tema (norma subjetiva). Por ejemplo, los resultados de un estudio transcultural en 32 países señala una relación entre las normas sociales y la ansiedad climática, especialmente la creencia de que las personas importantes también están angustiadas por el cambio climático.
Emociones negativas, en su justa medida
Por otra parte, las emociones grupales se experimentan en función de la pertenencia a un grupo social. En este sentido, es útil activar identidades compartidas que destaquen el “nosotros” preocupado por el medio ambiente.
La pertenencia es un motivo muy relevante para las personas, por lo que ser aceptado por el grupo –a través del cumplimiento de normas sociales– se convierte en un impulsor del comportamiento positivo o negativo ante el cambio climático.
Algunas investigaciones consideran que las emociones negativas son impulsoras de la acción humana y, por tanto, este tipo de respuestas ante la crisis climática pueden producir cambios políticos y sociales (como el uso de transporte público). No obstante, también podrían provocar rechazo o negación, siendo contraproducentes para una acción más proactiva.
Así, otras investigaciones recomiendan el uso de emociones positivas (orgullo, optimismo) y enfatizar sentimientos agradables relacionados con un estilo de vida respetuoso con el clima y la anticipación de futuras emociones positivas.
Asimismo, emociones como la preocupación y la esperanza se relacionan con el apoyo a políticas públicas relacionadas con el cambio climático. La evidencia señala que es recomendable usar una “esperanza constructiva” en los mensajes dirigidos a acciones, pues está relacionada con la confianza en que el problema puede mitigarse por la acción colectiva, lo que beneficia el apoyo de compromisos estatales y comportamientos proambientales.
Anders Hellberg / Wikimedia Commons, CC BY
Aquellas emociones relacionadas directamente con la cuestión ambiental son las que tienen mayores efectos conductuales. Sin embargo, es necesario considerar el carácter transitorio de las respuestas emocionales: mientras más tiempo pase entre estas y la acción o conducta que se requiera (por ejemplo, reducir la huella de carbono) menos efectiva será esa intervención.
medios de comunicación y cambio climático
En este contexto, la evidencia sobre la influencia de los medios no es tan clara, probablemente porque los estudios se han centrado más en la cobertura del tema y no tanto en el contenido y la valencia (positiva o negativa) de la información que se transmite.
Algunas investigaciones consideran que exponerse a información sobre los impactos del cambio climático puede producir emociones negativas y aumentar la percepción de riesgo.
Los medios también influyen sobre la necesidad de comprensión de los individuos (cómo y por qué suceden las cosas), un motivo importante a la hora de actuar, por lo que se sugiere comunicar de forma clara sobre el tema. De igual manera, es útil recurrir a historias personales que incrementan la preocupación y la compasión y que promuevan la autoeficacia de las personas (con comportamientos sencillos proambientales).
Todos estos pequeños pasos pueden favorecer comportamientos más complejos, como el activismo social, ante los problemas del cambio climático.