«La vida en la Tierra comenzó en cuevas, por lo que tiene sentido que los humanos puedan vivir dentro de ellas en la Luna», ha dicho Leonardo Carrer, profesor asistente de la Universidad de Trento, a la BBC.
Él, junto con otros investigadores, ha logrado la primera evidencia de un tubo de lava bajo la superficie de la Luna.
«Estas cuevas en la Luna han sido teorizadas durante más de 50 años, pero es la primera vez que hemos demostrado su existencia», explica Lorenzo Bruzzone, profesor de la Universidad de Trento y colega de Carrer.
La investigación destaca el potencial de los futuros humanos para construir bases permanentes dentro de estos túneles. Una cueva que mide al menos 100 metros de profundidad, por ejemplo, podría proteger a los astronautas de la radiación, los cambios extremos de temperatura y las lluvias de micrometeoritos, facilitando una presencia más permanente en la Luna.
Por primera vez, los científicos han demostrado la existencia de un túnel en el subsuelo lunar y parece ser un tubo de lava vacío. El estudio, publicado en Nature Astronomy, es el resultado de una colaboración internacional.
cuevas en la luna a vista de radar
Bruzzone y su colega Leonardo Carrer, profesor asistente de la Universidad de Trento, utilizaron datos de radar recopilados por el Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA en 2010 para mirar debajo de la superficie del Mare Tranquilitatis, una cuenca masiva formada por flujos de lava que fue el lugar de aterrizaje del Apolo 11, la primera misión tripulada a la superficie lunar hace 55 años.
El estudio tiene importancia científica e implicaciones para el desarrollo de misiones a la Luna, donde el ambiente es hostil para la vida humana. Las temperaturas de la superficie en la cara iluminada de la luna pueden alcanzar los 127 °C, mientras que las temperaturas en el lado no iluminado pueden descender hasta los -173 °C.
La radiación cósmica y solar puede ser hasta 150 veces más poderosa en la superficie lunar que la que experimentamos en la Tierra y existe una amenaza constante de impacto de meteoritos. Estas condiciones impulsan la necesidad de encontrar sitios seguros para la construcción de infraestructura que pueda soportar una exploración sostenida. Cuevas como esta ofrecen una solución a ese problema.
Las investigaciones sugieren que los tubos de lava lunares han permanecido intactos frente a cualquier evento potencialmente destructivo durante los últimos 3 o 4 mil millones de años. Por ello, han surgido distintas iniciativas para utilizar estas cuevas en la Luna. La compañía Lonestar, por ejemplo, planea instalar centros de datos en ellas para protegerlos de los efectos del cambio climático o de las guerras que asolan nuestro planeta.
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