Evgeny Morozov y Andrew Keen han convertido la crítica a las grandes empresas de internet en un filón temático para alimentar sus artículos, apariciones televisivas, conferencias y libros con soflamas sobre el apocalipsis digital. Su feroz denuncia de este nuevo “capitalismo de la economía conectada” controlado por inmensos monopolios que escapan a cualquier control, plantean importantes interrogantes frente al ciberutopismo reinante. No es de extrañar por tanto, que sus reflexiones sean escuchadas con interés, ya sea para hallar en sus tesis la confirmación de las peores sospechas internautas o para señalar las grandes contradicciones de sus análisis.
En palabras del que fuera otro escéptico sobre las bondades de internet, nos encontramos ante señeros representantes de una corriente de pensamiento “apocalíptico-integrada” pues, si en el libro clásico de Eco, los apocalípticos criticaban la cultura de masas desde fuera, escribiendo “a mano con pluma de ganso”, estos fustigadores de la nueva cultura de masas conectadas forman parte de ella. Tanto Morozov como Keen, a pesar de su visión catastrofista, serían incapaces de hacernos llegar sus mensajes de forma tan eficaz si no existieran las herramientas digitales que tachan de disfuncionales.
apocalipsis digital y antisistemas 2.0
Es gracias a esos poderosos intermediarios que lideran el desarrollo de la Red que los más ingenuos definen como paraíso de la desintermediación, como su mensaje “antisistema 2.0” se propaga a gran velocidad por todos los puntos del planeta, generando cientos de miles de comentarios en Facebook, de tuits y de noticias que se posicionan bien en Google. Y así, millones de personas se sobrecogen cuando estos autores denuncian el uso que hacen gobiernos y grandes corporaciones de sus datos privados en la era post-Snowden y Wikileaks, al mismo tiempo que clican sobre un “me gusta” situado bajo alguno de sus textos.
La gran paradoja es que, si hiciéramos caso a estos autores y aplicáramos sus ideas de decrecimiento en la economía de la información quizás nunca más volveríamos a saber de ellos. “Si pudiera volver atrás, iría a mediados de los noventa”, confiesa con morriña Andrew Keen. Si lo consiguiera sería habitual de alguna tertulia de madrugada dedicada a los perniciosos efectos que, sobre las mentes juveniles, pudieran tener videojuegos violentos como el Street Fighter.
la primera piedra
¿Invalidan estas contradicciones las reflexiones de estos autores? La respuesta rápida a esta pregunta sería que quien esté libre de contradicciones intelectuales que tire la primera piedra. Ahí están, por ejemplo, los acuerdos y desacuerdos de medios de información y operadores con las grandes empresas de internet o nuestros propios comportamientos en estos tiempos confusos. Desde nuestro sillón, firmamos en Change.org todas las iniciativas contra el cambio climático y, al mismo tiempo, compramos por internet el último manual del buen ecologista sin tener en cuenta las implicaciones medioambientales del comercio electrónico.
Pero es que, además de que no tenemos mucho que echarles en cara, luces rojas como las que portan Morozov o Keen se antojan necesarias para contrarrestar el tono rosa que tizna el amable discurso digital más popular. Etiquetarles como nuevos luditas parece una simplificación excesiva.
Es cierto que sus críticas a Pichai, Bezos, Zuckerberg y compañía parecen buscar a menudo el titular fácil, compartible en redes, pero entender las posibilidades que ofrecen las reglas de juego no significa hacer trampas.
voracidad capitalista
Por eso, son de agradecer los múltiples artículos de Morozov, publicados en España por El Pais, o las 379 páginas (50 de bibliografía) del último libro de Keen pues, con contradicciones o sin ellas, apuntan a cuestiones reales e inquietantes sobre las que toca pensar en estos tiempos de mudanza: la voracidad de ciertas formas de capitalismo de cara amable y digital, la pérdida de poder de la ciudadanía frente a los gigantes de la red, la cultura del “todo gratis”, el papel de los Estados en un mundo virtual sin fronteras, la asimetría regulatoria y fiscal de estas multinacionales virtuales frente a empresas locales, la transparencia y la vigilancia, la transformación del trabajo, el narcisismo y el aislamiento, la domesticación de la inteligencia colectiva, etc.
Cuestiones sobre el apocalipsis digital que resume muy bien El Roto en muchas de esas viñetas tan críticas con las redes…que tan popular le han hecho en ellas o, antes que él, la letra de aquella vieja copla: “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”