“¿Dónde ponemos el piano? Pues aquí la batería no cabe”. Los amantes de la música, profesionales, estudiantes o practicantes que no dispongan de espacio en su domicilio para el piano, el contrabajo, los bongos u otros instrumentos musicales siempre pueden recurrir a novedosas soluciones, antes de tener que ‘irse con la música a otra parte’.
Hacer de un plátano, una manzana, la mesa del comedor o el jarrón de la abuela un instrumento musical es posible, y no hablamos de aporrearlos ‘ma non troppo’ para que suenen, sino de convertirlos en locos pero afinados instrumentos musicales gracias a nuevos dispositivos tecnológicos.
SOBRE SUPERFICIES PLANAS
Ese el caso de Birch, un programa que, a través de un software de ordenador y un dispositivo sensor con cámara, puede convertir cualquier superficie plana en un instrumento musical. Sólo hay que conectar el dispositivo al ordenador, se puede pintar una especie de teclado en la superficie elegida (para tener una mejor orientación de las notas) y luego pulsar con mayor o menor fuerza, lo que permite obtener diferentes sonidos.
El programa está desarrollado por Tone Tree, una startup creada en Nueva York por estudiantes de ingeniería y disciplinas artísticas, que, además, ha realizado un plan de pruebas piloto en clases de música en diferentes niveles educativos en escuelas locales de la ciudad estadounidense. Según sus creadores, se trata de una tecnología pensada para hacer llegar la música a cualquier lugar. Mejor si es plano, en este caso.
CUALQUIER COSA QUE TENGAMOS A MANO
También podríamos utilizar como locos instrumentos musicales cosas que tengamos más a mano: una patata, una planta, una cuchara… Para ello bastaría con usar el “kit de invención musical todo en uno” Ototo, que consta de una placa con 12 sensores táctiles que simulan un teclado de sintetizador. Los 12 sensores, que representan 12 notas musicales diferentes, pueden conectarse a cualquier cosa (siempre que tenga conductividad) a través de clips cocodrilo.
La placa-teclado tiene ya 50 sonidos diferentes precargados, desde bajo de sintetizador hasta piano, incluso ladridos de perro, y se incluyen una serie de sensores externos como una paja para soplar, una tira táctil, un sensor de luz, etc., que permiten modificar el sonido según se interactúe con ellos. Con esto ya podemos formar el frutero sinfónico y darla la sobremesa más ritmo, sin esperar a Navidad y rascar la botella de anís con la cuchara.
Como en nobbot somos muy curiosos y nos gusta probar todo lo nuevo, aquí tenéis a nuestro compañero David dándole duro a uno de estos locos instrumentos musicales, en este caso al plátano. Y sí, la cosa sonó bastante penosa.